domingo, 28 de diciembre de 2008

La inutilidad de negociar con Corea del Norte.


Introducción


El objetivo del presente artículo es advertir sobre la inutilidad que representa negociar con el régimen de Pyongyang. Considero que el objetivo de Corea del Norte es la negociación en si misma, ya que está le concede el tiempo para continuar con sus programas nucleares y misilísticos al mismo tiempo que le ofrece un paraguas diplomático donde refugiarse. No solo es entienden a la negociación como un refugio sino que, en algunos casos, han logra irse de la mesa con ciertos réditos internacionales como energía, ayuda humanitaria y garantías de seguridad con respecto a los EE UU. Además, considero que las negociaciones fracasan tanto desde una perspectiva de 3° imagen como desde una de 1° imagen. A modo de conclusión, el presente trabajo llama a desentenderse de la negociaciones y dejar que la balanza de poder actué.


Por que las negociaciones fracasan I: El enfoque desde la 3° imagen.


La primera crítica que presentaran a mis argumentos es que efectivamente durante la administración Clinton, Washington y Pyongyang habían llegado a un acuerdo por el cual Corea del Norte se comprometía a no hacerse con su propio arsenal nuclear. La Casa Blanca logro este acuerdo gracias a una aceitada diplomacia que supo combinar zanahorias y garrotes. La administración Clinton y en especial su secretaria del Departamento de Estado, Madeleine Albright, implementaron una política enmarcada en principios institucionalistas y en consenso con sus aliados en la región. Hacia 1994 se firma el acuerdo macro donde Corea del Norte, supuestamente, se autorestringía el desarrollo de una arma nuclear. Sin embargo, en 1998 prueba su misil intercontinental pero luego en 1999 firmó un documento por el cual se comprometía a no volver a probar misiles. Pero los esfuerzos diplomáticos de la Administración Clinton no dieron una verdadera solución, más bien, congelaron el problema. Y a principios de 2002, Bush asume la realidad y reconoce que el asunto norcoreano sigue vigente y cataloga al régimen de Pyongyang como un integrante del “Eje del Mal”. A continuación, Corea del Norte se retira del Tratado de No Proliferación en el 2003, el cual era un hecho consumado. Y en el 2005 afirma que posee varias armas atómicas y en el 2006 vuelve a probar un misil, en este caso el Taepodong – 2.

Frente al fracaso de las negociaciones bilaterales de los 90 y luego de los atentados del 11-S, la Administración Bush consideraba que Corea del Norte debía ceder más, debía comportarse como luego se mostraría la Libia de Kadafi. La nueva Administración también creía que el nuevo enfoque negociador debía ser multilateral entendiendo por multilateral no a una visión institucionalista sino como una política de delegación hacia las potencias regionales del asunto norcoreano. La postura de Washington, lejos estaba de la visión institucional de Clinton, por el contrario se nutría de nociones realistas, neoconservadoras y con poca consideración por la opinión de sus aliados regionales, teniendo así un corte más unilateral.
Otro factor que alentó la intransigencia y el enfoque multilateral de Washington, fueron ciertas especulaciones con la balanza de poder regional. Al decir verdad, Corea del Norte, no representa una verdadera amenaza para los EE UU. Su misil intercontinental, el Taepodong – 2, no tiene una verdadera capacidad como tal . Sin embargo, una Corea del Norte agresiva, incentivara a que Japón tenga un rol más activo en su política exterior, asumiendo responsabilidades que EE UU deseosamente delegaría. Un Japón más asertivo en su diplomacia, sería otra valla de contención para China, quien si representa una amenaza en el largo plazo para los EE UU. En síntesis, una Corea del Norte más agresiva aceleraría una re-configuración de la balanza de poder regional, donde Japón tendría que asumir responsabilidades estratégico-militares más acordes a su capacidad económica.


Porque las negociaciones fracasan II: El enfoque desde la 1° imagen.

Además de los motivos de naturaleza geopolítica las negociaciones entre EE UU y Corea del Norte se han visto dificultadas por otras razones de carácter más micro. En particular, la cultura y el estilo de negociación se elevan como una empalizada entre Washington y Pyongyang dificultando la firma de acuerdos.
Según Raymond Cohen, incluso en la era de la globalización, personas cultas y cosmopolitas como los diplomáticos no logran deshacerse de su carga cultural. El autor afirma que la“…cultura es una matriz que continua condicionando como los negociadores perciben el mundo y responden… ”También advierte que los asiáticos le dan gran importancia a la configuración general de las negociaciones y creen que sin lazos personales entre aquellos que negocian es imposible llegar a un acuerdo real. Estas características chocan con el perfil negociador estadounidense. Tal como lo veíamos más arriba, los americanos no ponderan tan valiosamente la configuración general y privilegian los detalles del acuerdo. Otra dificultad surge del hecho que prefieren ir directo al punto y por lo tanto son menos propensos a gastar tiempo en fomentar una relación.
Stephen W. Linton advierte que desde la perspectiva norcoreana “…las relaciones humanas nunca deberían condicionarse a algo más. Los problemas deben ser presentados como obstáculos molestos para aquello que es más importante: la amistad entre los niveles más altos del liderazgo… ” Ingenuamente, la elite norcoreana creía que una visita de tres días de Clinton o de Madeleine Albright podría remover las asperezas en la relación bilateral. Nuevamente, hay un choque cultural, en los EE UU está mal visto que sus máximos dirigentes visiten países abiertamente hostiles. Una hipotética visita del presidente a un país como Corea del Norte lo haría blanco de un amplio abanico de críticas. Tanto desde sectores de izquierda, dado el carácter totalitario del régimen de Pyongyang como por sectores de derecha, por considerarlo un Estado Canalla.


Karen Elliot House y Scott Snyder argumentan que a la hora de negociar los norcoreanos apelan a la “dramatización”. Para House, practican un “Teatro del Absurdo” donde Pyongyang promete, luego posterga, luego provoca, luego hace una pausa y vuelve a empezar. Generando una discusión en circulo que no conduce a ninguna parte. Snyder coincide, advirtiendo que el estilo de negociación norcoreano presenta patrones de drama y catástrofe . También agrega que los norcoreanos aprecian la atmósfera (punuigi) y la buena sensación (kibum), las cuales, por supuesto, se construyen estrechando los vínculos personales. En ausencia de estas impresiones, practican la intransigencia (kojip), exigen concesiones unilaterales, demandas absurdas, amenazan con retirarse de la mesa y otras artimañas que boicoteen la negociación. Para el autor, el objetivo de todas estas tácticas es crear poder desde una situación de debilidad. Nuevamente estas artimañas entran en colisión con el estilo negociador americano. La dramatización de los norcoreanos es entendida por los estadounidenses como una herramienta para golpear sobre una de sus debilidades: su impaciencia. Desde el punto de vista americano, estas artimañas son vistas como una “fabricación” de demoras con el deliberado propósito de impacientarlos o forzarlos a hacer concesiones para no perder tiempo. Cuando las escenas de dramatización se repiten una y otra vez, los americanos no solo se impacientaran sino que también se frustraran, dado que sentirán que no llegan a ningún resultado concreto. Estas idas y venidas en la negociación le permiten a los norcoreanos reabrir temas cuando comienza una nueva ronda de negociación e inclusive también les da la oportunidad para introducir nuevos temas . También esto esta en las antípodas del ideal de negociación de los americanos. Para ellos un tema cerrado, es un tema menos y consecuentemente se esta más cerca de llegar a un acuerdo final.


Guy Sorman, señala que otra barrera presente en la negociación es el carácter totalitario y hermético del régimen de Pyongyang que influye en la conducta y comportamiento de los norcoreanos y los negociadores no son la excepción. La historia oficial en Corea del Norte relata que la Guerra comenzó en 1945 con la llegada de los americanos. Ante el estacionamiento de tropas americanas en la Península, Kim Il-sung se vio forzado a atacarlos en legítima defensa. Luego, al no poder derrotarlos militarmente, los americanos forzaron una arbitraria división de Corea. Desde entonces, Seúl es visto como un “régimen títere” del imperialismo americano. Y hasta el día de hoy persiste una muy militarizada frontera. Por supuesto, esta historia oficial nunca fue sujeto de debate en Corea del Norte y sistemáticamente influye en la mente de los negociadores . Estos últimos, son propensos a pensar que cuentan con una “verdad revelada” y en cambio, sus contrapartes de Corea del Sur, no son más que “títeres” y solo tienen conocimiento de la “propaganda”. De esta forma, podemos advertir que los norcoreanos van a la negociación con sus pares del Sur considerando que no son sus pares, ni se los consideran actores con poder de decisión, es por eso que constantemente buscan como referentes para el dialogo a los americanos.


Mientras que podemos afirmar que el estilo de negociación norcoreano se encuentra en exacta contraposición al americano, simultáneamente podemos señalar similitudes con el perfil negociador de Rusia y China.


Un punto común con sus pares de Rusia y China es la propensión de los norcoreanos a privilegiar los lazos personales. Consideran que una vez construida una relación, los problemas podrán removerse de fácilmente. En este marco, los norcoreanos elevaron una invitación a Clinton para una gira de tres días por el país. En el 2003, diplomáticos norcoreanos viajaron al Estado de Nueva México para dialogar con su gobernador, Bill Richardson, quien se desempeño como Embajador ante la ONU durante el mandato de Clinton. Los norcoreanos privilegiaron este contacto, a pesar de no estar en el Ejecutivo Nacional en ese momento, dado que con él habían establecido buenos lazos en los noventa .


El estilo negociador norcoreano (tal como el ruso y chino) es de jugar de contragolpe. Siempre escucha primero la oferta de su contraparte y luego sugiere la suya. También es poco transparente, poco comunicativo y a menudo, oculta sus emociones. De forma tal de proceder de una forma que no le trasmita información a su contraparte.


Muy presente en las mentalidades y en la conducta negociadora de las tres naciones esta la idea de Estado-Asediado. Aunque, con distinta intensidad según el caso. Corea del Norte entiende que se encuentra amenazada por la presencia americana (cada vez más reducida y sin armas nucleares) en Corea del Sur, por la misma Corea del Sur y por Japón. Para Pyongyang, el país del Sol Naciente, se presenta particularmente sospechoso dado su cada vez más activa política exterior (participación humanitaria en Afganistán e Irak) y su nuevo Primer Ministro quien es considerado un halcón que ha definido a China como una amenaza militar . También tiene buenos motivos para desconfiar de Rusia y China. Con China hay una matriz de intereses comunes, como por ejemplo, el total retiro de los americanos de la Península, pero Pyongyang teme convertirse, eventualmente, en una ficha de cambio por Taiwán. Los rusos ven en el régimen de Pyongyang, un trampolín para proyectar sus intereses en el Pacifico Noreste y son pro Status Quo. Sin embargo, no verían con buenos ojos una definitiva nuclearización del régimen, ya que esto conduciría, muy probablemente, a una nuclearización de Corea del Sur y Japón. No es propósito del trabajo hablar de Rusia y China pero ambos países, en mayor o menor medida, se siente asediados. Para los rusos, la expansión de la OTAN y el despliegue de misiles en Polonia son argumentos más que suficientes. Por su parte, Beijing afirma que los EE UU y sus aliados le están aplicando una estrategia de contención energética al restringirle la compra de activos y empresas occidentales de energía así como también cuando boicotean sus proyectos petroleros en ciertos países (como en Sudan y Asia Central) aludiendo la situación de los derechos humanos.
Los norcoreanos tal como sus pares de Rusia y China prefieren acuerdos abiertos, con énfasis en principios generales y sin precisar demasiado en los detalles ya que estos serán completados, en la mediada que la relación valla creciendo. La preferencia por este tipo de acuerdos por parte de Pyongyang se puede explicar por motivos tales como que le permite escapar a un compromiso concreto, se pueden sujetar a posibles revisiones, le ofrece la posibilidad de reabrir temas y le confieren cierto margen de discrecionalidad a la hora de implementar el acuerdo. No es casualidad que el acuerdo logrado en 1994, negociado por la administración Clinton, encajara con esta descripción. Es así como el acuerdo fue criticado por los republicanos e independientes quienes argumentaban que la supuesta desnuclearización de Corea del Norte no era análoga a la que experimentaron Ucrania y Kazajstán. También argumentaron que se le permitía demorarse más de 5 años en volver al Tratado de No proliferación y que el acuerdo se enfocaba en una única planta, cuando podía haber otras plantas en el país que produjeran plutonio .


Conclusiones.


1) La Grand Strategy y el estilo negociador operan conjuntamente.


Si asumimos que la principal y única carta de negociación de Corea del Norte tiene en el tablero internacional es la amenaza del uso de la fuerza (convencional o nuclear) podemos afirmar que su estilo negociador es altamente funcional a dicha carta. Sistemáticamente, desde el fin de la Guerra Fría, Pyongyang aplica una constante estrategia de obtener réditos internacionales (tales como garantías de seguridad, ayuda humanitaria en alimentos y suministro de energía) a través de ceder, momentáneamente, en la continuación de su programa nuclear o misilístico. Siguiendo a Luttwak , podemos afirmar que Corea del Norte entiende a las negociaciones internacionales, ya sean bilaterales o multilaterales, como una oportunidad para ganar tiempo y recuperar recursos para la continuación, en ocasiones clandestinamente, de sus programas. También debemos ponderar que Corea del Norte no necesita del arma nuclear para disuadir a sus rivales. La disuasión del régimen de Kim Il-Jong pasa por… Fuerzas convencionales: Un gigantesco ejército de aproximadamente un millón y medio de hombres, aunque se encuentran equipados con armamento y equipo obsoleto, constituyen el núcleo duro de la disuasión. La geografía: Seúl, capital y principal centro urbano de Corea del Sur, se halla al alcance de la artillería de Pyongyang. Aún si los estadounidenses tratasen de liquidarla con intensivo y rápido bombardeo estratégico, no sería lo suficientemente rápido como para evitar cuantiosas pérdidas que la artillería norcoreana le infligiría a Seúl. Apoyo popular de los ciudadanos de Corea del Sur: El uso de armas nucleares contra Corea del Norte, difícilmente sería aprobado por los surcoreanos, quienes consideran a sus compatriotas del Norte, victimas más que victimarios. También sería difícil garantizar que daño medioambiental no traspase fronteras.


Por lo tanto, el uso de la amenaza de la fuerza es una estrategia racional de Pyongyang, pero de carácter ofensivo, que busca de hacerse con ganancias.


El estilo negociador de Corea del Norte, caracterizado por su énfasis en las relaciones personales, por su comunicación indirecta, su tendencia a la dramatización y a repetirla en forma de ciclos, pareciera diseñada a para demorar las negociaciones y alterar la paciencia de sus contrapartes. En conclusión podríamos afirmar que existe una, tal vez no casual, complementariedad entre el perfil negociador o la 1° Imagen de Waltz y la Grand Strategy de Pyongyang, es decir, su papel en la 3° Imagen.


2) Dejemos actuar a la vieja balanza de poder.


En un contexto global caracterizado por el creciente intereses de los Estados por hacerse con energía nuclear (indistintamente si es para uso civil o militar), donde existen redes de tráficos de conocimientos y equipo para hacerse con las tecnologías, donde la vitalidad de las instituciones internacionales para poner fin a estas actividades ha demostrado ser raquítica y donde el hegemón ha perdido cierta capacidad de disuasión y disciplinamiento sería muy contraproductivo seguir consumiendo recursos diplomáticos para tratar de evitar que Corea del Norte no se haga con su propio arsenal. Como evidencia podemos mencionar que de los tres integrantes del Eje del Mal solo uno de ellos ha abandonado, tal vez solo por un buen tiempo, su carrera nuclear. Y por supuesto, no fue gracias a la gestión de ONU o la AIE.
La experiencia de la nuclearización del Subcontinente Indio debería ser tenida en cuenta en el escenario del Pacifico Noreste. A casi 10 años de la nuclearización no se produjo ningún temido holocausto nuclear. Por el contrario, los Estados “racionalizaron” su conducta y las escaramuzas que se producen en la frontera de Cachemira no escalo en ninguna verdadera crisis. ¿Por qué presuponer que la nuclearización del resto de los Estados del Pacifico Noreste sería necesariamente distinta y trágica? Asumamos el siguiente supuesto: En 5 años tanto las Coreas como Japón se nuclearizan. ¿No sería este escenario uno mejor que aquel donde solo Rusia y China tienen la bomba? Por lo tanto, en vez de seguir procurando negociaciones y alarmarse cada vez que los norcoreanos pegan un puñetazo en la mesa y se retiran, sería más sustentable dejar actuar a la balanza de poder. Dentro de un escenario signado por el libre funcionamiento de la balanza de poder, los Estados ajustarán sus capacidades constantemente y estarán muy atentos a las movidas de sus vecinos. Además, un escenario como este, favorecerá el juego de alianzas. Muy probablemente, Japón y Corea del Sur deban limar asperezas y consolidar un frente común frente a la triple amenaza de China, Rusia y Corea del Norte. En definitiva, la estabilidad regional tendrá base en la balanza de poder (que descansa en el interés egoísta de los Estados) y no en negociaciones cuya finalidad es ganar tiempo (descansan en la buena voluntad de los Estados).


Bibliografia


Alberto Armendáriz “En alerta máxima, EE UU lo considero una provocación.” Diario La Nación, 5 de julio de 2006.

Walter C. Clemens Jr., “Negotiating to Control Weapons of Mass Destruction in North Korea.” International Negotiation 10: 453-486, 2005.

Guy Sorman “El mundo es mi tribu.” Editorial Andrés Bello, 1997.

Agencias EFE y AFP, “Un “halcón” será el nuevo primer ministro de Japón.” Diario La Nación, 23 de septiembre 2008

Edward Luttwak “Give war a chance.” Foreign Affairs, Julio-Agosto 1999.

Carlos Escudé “La Argentina frente a la cuestión nuclear.” Diario La Nación, mayo de 2007

viernes, 21 de noviembre de 2008

De la trampa financiera a la trampa fiscal. El tipo de cambio y la inserción financiera de la Argentina en la década del 90 y la actualidad.


Introducción.

En el siguiente trabajo explorare la relación entre tipo de cambio real y la inserción financiera internacional de la Argentina en los 90 y en la corriente década.
Adelantando posibles conclusiones, advierto que tanto el tipo de cambio real como la inserción financiera de un país deben estar enmarcadas en una estrategia de desarrollo conjunta y no deben ser compartimentos estancos. También considero que el tipo de cambio debe servir al propósito de estimular el crecimiento y no debe ser un instrumento para el control inflacionario. En el caso de la inserción financiera advierto que la misma no debe acelerar el flujo de capitales vía liberalización de la cuenta de capitales sino desincentivar el movimiento cíclico de los mismos evitando así la volatilidad.

El contexto internacional y regional en los 90.

Tras la caída de la URSS se profundizaron los procesos de globalización y el sector financiero se mantuvo a la vanguardia de este movimiento. La globalización financiera se caracterizo por dos aspectos: Por un lado la adopción de políticas que permiten el libre flujo de capitales y por el otro, el incremento del flujo de capitales[1]. La primera mitad de los 90 se destaco por la fuerte convicción tanto en los Países Desarrollados (PD) como en los Países en Desarrollo (PED) en las ideas de la apertura y liberalización. En referencia al sector financiero, una idea y un hecho impregnaron a las dirigencias de los PED. En el plano de la ideas encontramos lo que se denomina la teoría de la convergencia. Muy en boga en los 90, esta teoría advertía que una vez liberalizadas las cuentas de capital de los PED comenzarían a llegar sustantivos flujos de capitales provenientes de los PD. Esto sucedería ya que los PED, justamente por su condición de estar en desarrollo, presentan mayores oportunidades para la inversión. Con el tiempo las tasas de interés de los PED comenzarían a converger hacia las de los PD haciendo así sustancialmente menor el costo de endeudarse[2]. En el plano de los hechos podemos describir a la primera mitad de los 90 como un momento de marcado optimismo que se materializo en la llegada de capitales e inversiones hacia los PED. Más tarde se descubriría que este optimismo tenía poca sustentabilidad. Por ejemplo, muchos de los capitales ingresados en la primera mitad de los 90 se correspondían con el proceso de privatizaciones, es decir, no se trataba de un flujo constante, sino de una experiencia acotada.

La experiencia Argentina en los 90.

Probablemente como producto de la traumática salida de la hiperinflación en 1990 el Ejecutivo argentino emprendió un radical programa de reformas que podrían englobarse en lo que se denomino como el Consenso de Washington. Sintéticamente, se procedió a privatizar empresas públicas, abrir la economía al comercio internacional y desregular amplios sectores de la economía.
El sector financiero no escapo a esta lógica y se emprendieron reformas tendientes a liberalizar la cuenta de capitales. En los primeros años de los 90, el mercado de capitales local experimentaría un boom ya que lograría reintegrarse en el mercado financiero global con niveles similares a los alcanzados hacia la década del 70. Y, también como en dicha década, en los 90 existía abundancia de liquidez. Alimentaba esta dinámica la idea, tanto en acreedores como deudores, de que se comenzaba un largo período de afluencia de capitales. Por lo tanto, la reintegración fue en gran medida, producto del contexto internacional pero también en función de las reformas internas que el Ejecutivo estaba encarando (tales como las privatizaciones).
En paralelo, se estableció por ley, un tipo de cambio fijo en paridad con el dólar estadounidense, que se conoció como Ley de Convertibilidad. De esta forma se le dejó al Banco Central una única función que era convertir la moneda local en dólares. En otras palabras, se opto por una política monetaria pasiva con un rol de caja de conversión.

Sin embargo, en los primeros años de la década se comenzó ha articular un perverso mecanismos de incentivos que tendrían a llevar a la economía argentina hacia una trampa financiera. Para comprender mejor este concepto esquematizare una conceptualización en 8 pasos secuenciales.

1) El lanzamiento de los programas de reforma a principios de los 90 es seguido por un ingreso masivo de capitales, que en una primera etapa conduce a la acumulación de reservas y estimula el crecimiento de la moneda y el crédito. Se produce una fuerte expansión de la demanda interna y se suceden burbujas en el aumento de los precios. Sin embargo, el sistema bancario no se encuentra en condiciones de asignar eficientemente la repentina y relativamente gran masa de nuevos recursos.
2) Con un tipo de cambio fijo (que goza de credibilidad) la inversión en activos locales tienen alta rentabilidad en dólares así como también hay fuertes incentivos a endeudarse en monedas extranjeras.
3) El tipo de cambio real está ya apreciado o tendera a apreciarse.
4) Como resultado de la apreciación cambiaria, la apertura comercial y la expansión de la demanda interna; las importaciones aumentan con mayor rapidez y se amplia déficit comercial. Simultáneamente, los precios relativos sesgan la inversión hacia bienes no transables. Así se desestimula la expansión industrial, el agregado de valor y se favorecen actividades menos complejas[3].
5) El persistente aumento del déficit en Cuenta Corriente reduce la credibilidad de la regla cambiaria e incrementa la probabilidad de que no se puedan asumir los compromisos de deuda.
6) El sostenimiento de la regla cambiaria y de la deuda externa requieren crecientes entradas de capitales. Esto se intensifica al no poder aumentar las exportaciones, por lo tanto, se aumenta la tasa de interés para atraer capitales.
7) Como consecuencia del aumento de la tasa de interés se contrae la actividad económica con altas posibilidades de entrar en recesión.
8) Con una economía en recesión y con un tipo de cambio fijo, la única forma de financiar la deuda es con más deuda. Ergo, se cae en un circulo vicioso donde solo es cuestión de tiempo que el país entre en default y devalué[4].

Luego de las crisis mexicana (1995), asiática (1997) y rusa (1998) los capitales volvieron a afluir hacia los PED demostrando el carácter cíclico y volátil de los flujos financieros. Sin embargo, hacia finales de los 90 se comenzó a revelar señales que debería haber sido interpretadas como claras luces amarillas que potencialmente podrían minar la viabilidad del régimen de convertibilidad. En primer lugar, los capitales arribados no alcanzaron los niveles previos a las crisis. En segundo lugar, a pesar de que la economía argentina experimento un vigoroso crecimiento entre 1997 y 1998, las primas de riesgo siguieron altas. Lo que significaba que la euforia irracional de principios de década había desaparecido entre los inversionistas y comenzaban a surgir dudas sobre la deuda argentina. Por último, la economía estadounidense redujo, sustancialmente su ritmo de crecimiento, arrastrando al mundo. A pesar de estas advertencias, las nuevas autoridades políticas argentinas comenzarían el nuevo siglo con la convicción de que la convertibilidad podría capear el nuevo escenario. El plan de contingencia frente a un empeoramiento de la situación sería un nuevo acuerdo con el FMI para lograr fondos frescos que estiren los plazos de deuda o apelar a una reducción del déficit fiscal vía una rebaja del gasto público. Pero no se especulo, en ningún momento, con una salida ordenada del tipo de cambio fijo.

En síntesis, teniendo como diagnostico un tipo de cambio fijo y apreciado, un creciente endeudamiento en moneda extranjera y serias dificultades para incrementar las exportaciones; la combinación de fragilidad externa, producto del carácter cíclico de los flujos financieros, y del contagio de crisis de otras economías emergentes (Asia 1997, Rusia 1998 y Brasil 1999) condujo hacia una casi inevitable devaluación y default. Podemos encontrar rasgos similares a los experimentados por la Argentina en varios PED. Entre estos rasgos se destacan…
-Desregulación de la Cuenta de Capitales y eliminación de casi toda barrera al libre movimiento de capitales. -Tipos de cambio fijos y papel pasivo de la política monetaria.
-Tipo de cambio real apreciado.-Combinación de programas de apertura comercial y financiera con políticas macroeconómicas antiinflacionarias en las que el tipo de cambio fijo era clave. -La entrada de capitales sobrepasaba la capacidad de absorción eficiente de los sistemas financieros locales. –Existencia de una abundancia de liquidez en el mercado financiero global.

Conclusiones sobre la inserción financiera y el tipo de cambio en los 90 en la Argentina.

La instauración de un tipo de cambio fijo en la Argentina tuvo por objetivo principal frenar la espiral inflacionaria y ganar credibilidad tanto interna como externa. Por lo tanto, se desvinculo al tipo de cambio de su rol en la política económica. Pero el tipo cambio fijo demostró ser incompatible con la alta volatilidad de los flujos de capital que se sucedieron tras la liberalización de la cuenta de capital[5]. En gran medida, la convertibilidad actuaba como un seguro de cambio para los inversionistas y especuladores que, temiendo una crisis, retiraban sus activos del país y huían hacia el dólar, que bajo la promesa de la regla cambiaria, permanecería a un precio estable y bajo. De esta forma se incentivaba, aún más, el carácter cíclico de los flujos de capital. Una segunda conclusión es que la crisis del 2001-02 no se explica por la persistencia de un abultado déficit fiscal sino, como ya lo afirme más arriba, por combinación de fragilidad externa y contagio de otras economías emergentes. El frente fiscal tampoco tuvo real incidencia en las crisis mexicana (1995), ni en la asiática (1997), ni en la brasileña (1999). Sin embargo, estos países sí presentaban características de vulnerabilidad similares a las presentes en el caso argentino. Por lo tanto, la variable que se repite en todos los casos no es el déficit fiscal sino las trayectorias de que condujeron a situaciones de vulnerabilidad (Desregulación de la Cuenta de Capitales y eliminación de casi toda barrera al libre movimiento de capitales, tipos de cambio fijos y papel pasivo de la política monetaria, tipo de cambio real apreciado, etc.).
La tercera conclusión es la refutación de la teoría de la convergencia. La experiencia internacional de la década demostró que las tasas de interés en los PED, lejos de converger, tendieron a subir a pesar de la apertura de la cuenta de capitales. Al revés de lo que la teoría de la convergencia pronosticaba, se sucedió una integración segmentada donde el costo del capital para los PED no igualo nunca la tasa de los PD. De este modo, se esfumo uno de los principales argumentos de los promotores de la apertura de la cuenta de capital.

El contexto internacional y regional en los 2000.

Tras la sucesión de crisis financieras-económicas que se dieron en la pasada década, los PED en general y los países latinoamericanos en particular, parecen haber encontrado una senda de crecimiento más sustentable. Se advierte que este es el primer periodo en la historia donde el PBI per capita de los PED crece más deprisa que el de los PD[6]. Dos hechos exógenos han vitalizado el crecimiento en la corriente década. El primer hecho es el incremento de los precios de las materias primas que exportan los PED. Este aumento de precios se explica por la creciente demanda de China, India y otros países emergentes. Aunque debe advertirse que la subida de los precios de los energéticos y minerales es proporcionalmente mayor a la de los agrícolas. El segundo hecho son las excepcionales condiciones de financiamiento. Estas se producen por la conjunción de una suma de factores como las bajas tasas de interés de los PD, innovaciones financieras que buscan mayores rendimientos y por lo tanto mayor riesgo, la consecuente reducción de la tasa de riesgo de los títulos de los PED y una fuerte acumulación de reservas internacionales por parte de las autoridades monetarias de los PED con la finalidad de crear mecanismos de autoaseguración[7]. Esta política de acumulación es propia de las economías emergentes ya que los países cerrados y pobres están ajenos a la interdependencia y, por lo tanto, no son proclives a “importar” crisis. Los países de la OECD, tienen economías interdependientes, abiertas pero con pleno acceso al mercado de capitales, en caso de shocks externos pueden recurrir a una política mixta de financiación externa y flexibilidad cambiaria. Las PED son también interdependientes pero no tienen un fluido acceso al mercado de capitales. En caso de shocks no pueden “arriesgar todas sus fichas” a la flexibilidad cambiaria y al financiamiento externo[8], por lo tanto, recurren a la acumulación de reservas[9].

Estos hechos condujeron a un cambio sustancial en la inserción de los PED en el sistema financiero internacional, que hasta el 2002, presentaba regulares crisis. A partir de dicha fecha se terminaron las crisis de las economías emergentes, el riesgo bajo muchísimo en estos países, superando incluso, los niveles previos a 1997. El principal cambio en el proceso de globalización financiera es que el flujo neto de capitales ahora va de los PED hacia los PD. La nueva coyuntura internacional ha permitido a muchos PED tener superávit comercial y comenzar ha acumular reservas[10] que, como dije más arriba, les ofrece un escudo frente a turbulencias internacionales y reduce las posibilidades de un contagio.

La experiencia argentina en los 2000.

Los cambios sucedidos en la política monetaria y en la inserción financiera en la Argentina desde el 2002 representan una batería de políticas diametralmente opuestas a las ejecutadas en los 90. Aunque también debemos mencionar que la nueva orientación de política económica fue, en mayor medida, producto de una combinación de factores exógenos que de un objetivo estratégico de política.

La primera política a estudiar es la abolición o caída de los tipos de cambio fijo y su reemplazo por tipos de cambio flexibles. Este cambio es una pieza central en la inserción financiera de los PED ya que al eliminar el seguro de cambio que implicaban los tipos de cambio fijo se desincentivan la llegada de capitales especulativos.
El tipo de cambio flexible se caracteriza por combinar libre flotación con la facultad de la autoridad monetaria para intervenir, bajo distintas modalidades y según su criterio.
Se lo ha denominado flotación administrada o managed floating [11]. Para Ocampo, el accionar de las autoridades monetarias en el mercado cambiario y la consecuente acumulación de reservas internacionales, es uno de los grandes cambios experimentados por Latinoamérica en la presente década. También define a la managed floating como un régimen intermedio entre la libre flotación pura y paridades cambiarias rígidas (como fue la convertibilidad)[12].

De capital importancia para el Ejecutivo argentino es sostener un tipo de cambio competitivo, es decir, que logre estimular a las exportaciones, la producción de bienes transables y desincentivar a las importaciones. Este es un objetivo claro en la política macroeconómica argentina desde el 2002-03. Complementario a este objetivo es la acumulación de reservas y la esterilización de liquidez de forma tal que en momentos de auge no se generen presiones que tiendan a apreciar al tipo de cambio.

La importancia del tipo de cambio real competitivo.

Las virtudes del tipo de cambio competitivo para los PED son analizadas por Dani Rodrik quien afirma que los tipos de cambio depreciados facilitan el crecimiento y los periodos de alto crecimiento están asociados a dichos tipos de cambio. Rodrik sugiere que los países que encuentran formas de incrementar la rentabilidad de sus bienes transables son capaces de lograr mayores tasas de crecimiento. Esto sugiere que hay algo “especial” en los bienes transables. Según Rodrik, son “especiales” porque sufren desproporcionadamente (en comparación con los bienes no transables) de la debilidad institucional que caracteriza a los PED y sufren también desproporcionadamente de fallas de mercado que bloquean cambios estructurales y la diversificación económica. En el primer caso, entiende a la debilidad institucional como la relatividad de los contratos, la corrupción, pobre defensa de la propiedad privada, etc. De este modo, la debilidad institucional produce una baja apropiación privada de los retornos de la inversión. En el segundo caso, comprende por fallas de mercado a externalidades de aprendizaje, externalidades de coordinación, imperfecciones en el mercado de los créditos, etc. Estas fallas desincentivan la diversificación económica y la complejización de las manufacturas.
La primera solución sería la instrumentación de políticas puntuales que aminoren la desproporcionalidad, sin embargo, dada la dificultad de ejecutar estas políticas, Rodrik argumenta por sostener un tipo de cambio depreciado como sustituto de la política industrial[13].

En síntesis, ante la imposibilidad de subsidiar a los bastos sectores industriales por las disciplinas de la OMC y ante las dificultades que presenta la aplicación de una amplia batería de políticas puntuales, una política de tipo de cambio competitivo es la mejor opción para estimular a la producción de bienes transables.

Conclusiones sobre el tipo de cambio y la inserción financiera en los 2000 en la Argentina.

A continuación evaluare los argumentos finales de Ocampo en referencia al caso argentino. En cursiva expongo las conclusiones del investigador y en negrita expongo la situación en Argentina.

La región ha convertido el auge de los precios internacionales en una reducción de los pasivos externos y acumulación de reservas.
La Argentina pudo aprovechar el auge para reestructurar favorablemente su deuda pública. También se vio favorecida por las condiciones de financiamiento internacional y la rápida recuperación económica.
No hay que olvidar las perturbaciones que pueden generar los mercados financieros internacionales. Principalmente la apreciación de las monedas por ingreso repentino de capitales.
La política monetaria ha evitado la apreciación del peso vía intervención en el mercado cambiario y acumulación de reservas. También se debe destacar que el ingreso de capitales e IED ha sido significativamente menor al recibido por Brasil.
Grandes innovaciones: Manejo fiscal anticíclico e intervención activa en los mercados cambiarios.
La Argentina ha tenido una política fiscal procíclica y ha desaprovechado la oportunidad de construir un fondo anticíclico como el de Chile y Perú. Por el lado de la intervención activa, la Argentina ha actuado en línea con lo argumentado por el investigador.
La combinación de tipo de cambio competitivo, superávit de la cuenta corriente y crecimiento han ofrecido un desarrollo más sostenido que el experimentado en los 90. Luego de superar la crisis del 2001-2002 la economía argentina experimento altas tasas de crecimiento sin interrupción hasta el presente. En cambio, en la pasada década si bien se produjeron años de alto crecimiento, se sucedieron también dos fuertes recesiones (1995 y 1999) y ambas fueron producto de la vulnerabilidad externa. La presente política económica ha demostrado ser considerablemente menos vulnerable frente a shocks externos. A favor de los 2000 ha jugado el crecimiento de la economía mundial, particularmente de los países emergentes quienes son los principales socios comerciales del país y, simultáneamente, el sostenido aumento de los precios de los commodities.

Sin embargo, resta saber como responderá la Argentina al doble desafío que se avecina. Por un lado, las incertidumbres que se generan a partir del frente externo constituido por la presente crisis de las hipotecas subprime desatada en Wall Street. Y por el otro lado, tenemos al frente interno formado por la cada vez más precaria situación del superávit fiscal. En este sentido vale recordar a Ocampo cuando advierte que“…en el modelo argentino el superávit fiscal es un complemento esencial de la política de mantenimiento de un tipo de cambio altamente competitivo; la posible erosión de dicho superávit, si persiste el ritmo de aumento reciente del gasto público, es una amenaza al modelo de política macroeconómica que ha adoptado Argentina[14].”




[1] Frenkel “Del auge de los flujos de capital a las trampas financieras.” Publicado en “El desarrollo económico en los albores del siglo XXI.” CEPAL, 2004.
[2] Frenkel “Globalización y crisis financieras en América Latina.” Revista de la CEPAL, N° 80, Agosto 2003
[3] Dani Rodrik “The real exchange rate and economic growth: Theory and evidence.” JFK School of Government, Hardvard University, 2007.
[4] Frenkel “Globalización y crisis financieras en América Latina.” Revista de la CEPAL, N° 80, Agosto 2003
[5] Frenkel “Del auge de los flujos de capital a las trampas financieras.” Publicado en “El desarrollo económico en los albores del siglo XXI.” CEPAL, 2004.
[6] José Ocampo, “La macroeconomía de la bonanza económica Latinoamericana.” Revista de la CEPAL, N° 93, diciembre, 2009.
[7]Ídem.
[8] Justamente, bajo situaciones de crisis o temor a crisis, los inversores internacionales se reniegan a dirigirse hacia los emergentes.
[9] Estudios BCRA 2 “La política económica de la acumulación de reservas: nueva evidencia internacional.” http://www.bcra.gov.ar/ Agosto 2006.
[10] Frenkel “A new order in the international financial system.” Germany’s role in globalization. Changes and opportunities, 2008.
[11] Ídem.
[12] José Ocampo, “La macroeconomía de la bonanza económica Latinoamericana.” Revista de la CEPAL, N° 93, diciembre, 2009.
[13] Dani Rodrik “The real exchange rate and economic growth: Theory and evidence.” JFK School of Government, Hardvard University, 2007.
[14] José Ocampo, “La macroeconomía de la bonanza económica Latinoamericana.” Revista de la CEPAL, N° 93, diciembre, 2009.

martes, 28 de octubre de 2008

La vuelta de la IV Flota y sus implicancias geopolíticas.

Introducción.

El motivo del presente trabajo es arrojar luz sobre la vuelta de la IV Flota a las aguas de Latinoamérica. En este sentido, considero que la Flota es una pieza central en la estrategia del Comando Sur de los EE UU para garantizar la seguridad energética, asegurar las líneas marítimas de comunicación, los estrechos y pasajes y participar en la lucha contra el narcotráfico. También evaluó que el nacionalismo energético de Venezuela y el ascenso de Brasil como potencia regional son motivos de preocupación para Washington.

Adictos al petróleo.

Los EE UU son el principal consumidor de crudo con, aproximadamente, 21 millones de barriles diarios (MBD) también son el primer importador con 13 MBD. Sus reservas de hidrocarburos están constituidos en un 95% por carbón, 3 % gas natural y en apenas 2% en petróleo[1]. Aún si comenzase a explotar los campos ubicados en la reserva ecológica de Alaska, Alaska Natural Wildlife Reserve, ANWR por sus siglas en inglés, y se desarrollasen nuevos yacimientos off-shore en el Golfo de México, la ecuación no cambiaria mucho. Se tiene la certeza que las reservas potenciales apenas podrían lograr estirar la producción interna unos años y, en el mediano plazo, deberían volver a incrementar sus importaciones[2].
El impulso que la Administración Bush le dio a los biocombustibles y a las energías alternativas no puede presentarse como una verdadera solución. Mientras que los primeros no podrían reemplazar al crudo por insuficiencia de hectáreas para producir etanol, los segundos generan, mayoritariamente, electricidad y muy pocos producen combustibles líquidos[3].

Teniendo este panorama, muchos analistas y académicos consideran que la reducción del consumo es la única alternativa viable. Sin embargo, la reducción del consumo es una proposición políticamente muy costosa. Paul Krugman advierte que no basta con reducir el uso del automóvil sino que se necesitan reformas muy profundas y afirma que los norteamericanos deben cambiar el cómo y dónde viven. Esto significa, abandonar las áreas suburbanas, mudarse a zonas céntricas y comenzar a usar mucho más el transporte público. Para ilustrar su punto compara dos áreas metropolitanas con similar número de habitantes: Atlanta y Berlín, mientras que en la europea existe una diversificada infraestructura de transporte en la estadounidense solo hay autopistas[4]. En la misma línea, pero con una visión más global, Robert Samuelson argumenta que el 80% de la matriz energética global esta constituida por hidrocarburos. Y, sobriamente, sentencia que “El uso de la energía sostiene el crecimiento económico, que, a su vez, en las sociedades modernas, sostiene la estabilidad social y política[5]”. Ante la ineludibilidad del uso de la energía, el autor favorece la sanción de altos impuestos al petróleo para financiar proyectos de investigación y desarrollo (R&D) para hacer más eficiente las energías alternativas[6].Pero impulsar un impuesto a los combustibles fósiles sería un enorme desafío para la Casa Blanca. No solo sería altamente impopular dado que EE UU es una nación de automovilistas sino que también tendría que cargar contra el lobby conjunto de las empresas de energía, de los estados productores, como Texas, así como también de estados altamente consumidores, como California. Por lo tanto sería muy difícil contar con un consenso bipartidista excluyendo a estos dos populosos estados[7].

En síntesis, los EE UU no cuenta con la voluntad política suficiente como para emprender una severa política de reducción de la demanda. Frente a este panorama, donde no es posible alcanzar la independencia energética ni tampoco restringir la demanda, Washington debe emprender una activa estrategia de seguridad energética. A continuación mencionare sus principales características.

La estrategia de seguridad energética de los EE UU.

El primer punto de la estrategia energética de Washington es lo que se denomina el enfoque Public-Private Partnership[8], es decir, se trata de un compromiso mutuo entre el gobierno y las empresas para sostener una política petrolera coherente tanto para los intereses comerciales como para los intereses de seguridad. En este concepto, cada parte tiene su rol. A las empresas les corresponde promover las inversiones para acrecentar la exploración, producción y distribución. En orden de poder cumplir con este objetivo, el gobierno aportara el marco político-diplomático, que le brinda seguridad política más que jurídica a las inversiones. Las empresas no les estará permitido invertir allí donde el Departamento de Estado halla promovido sanciones comerciales, como son los casos de Cuba, Sudán, Irán, etc. Por el otro lado, Washington intervendrá legal o financieramente a favor de las empresas cuando sus intereses comerciales o de seguridad puedan verse afectados. Como ejemplo podemos recordar cuando en el 2005 el Congreso estadounidense anulo el take over (adquisición hostil) de CNOOC (China National Off-shore Oil Company) por sobre la empresa norteamericana UNOCAL. Simultáneamente, le otorgo la adquisición a Chevron a pesar de que esta última ofreció una menor suma que su par china. El Congreso se excuso argumentando que si CNOOC adquiría la compañía, se estaría violando la Ley de Reciprocidad. Esta Ley prohíbe el ingreso de empresas extranjeras al suelo estadounidense si sus países de origen le niegan el acceso a empresas norteamericanas. En muchas ocasiones, especialmente cuando se referían a los asuntos de Medio Oriente, el concepto de Public-Private Partnership le permitió al Departamento de Estado delegar la diplomacia a las empresas petroleras y lograr así un óptimo punto de equilibrio. Ya que, por razones de política exterior, tales como asegurar que el flujo de crudo quede en manos de empresas norteamericanas y limitar la influencia de la URSS, Washington debía contar con el respaldo de los países árabes. Pero por razones de política interna, el lobby israelí-americano y sus votos, debían apoyar a la única democracia de la región[9]. La política funciono muy bien hasta que en 1973 el doble discurso cayó. Sin embargo, aún hoy, las petroleras cumplen funciones diplomáticas, pero más sutiles.

Un segundo punto de la estrategia energética pasa por los acuerdos formales e informales con los países exportadores de crudo. Estos acuerdos consisten, básicamente, en intercambiar acceso al petróleo por protección política y militar. La mayoría de estos acuerdos son informales, por lo tanto hay pocos documentos. Sin embargo, se puede advertir que los acuerdos presentan una amplia gama de compromisos. Los más sencillos consisten en el ofrecimiento de créditos para la adquisición de armamento, la realización de ejercicios conjuntos y el arribo de instructores militares norteamericanos para capacitar a las tropas locales en guerra contrainsurgente, antiterrorismo y vigilancia de oleoductos e infraestructura clave. Un mayor grado de compromiso incluye la posibilidad, por parte del país exportador, de conceder suelo para el establecimiento de una base.
El caso de Arabia Saudita es el ejemplo mejor conocido. La relación se remonta a 1943 cuando Roosvelt afirmo que la defensa del Reino era vital para defensa de los EE UU y le concedió la inclusión del Reino en el programa de Préstamos y Arriendos que se les concedía a los Estados beligerantes a pesar que Arabia no combatió en la 2° GM. Poco después de finalizada la guerra comenzaron las negociaciones para instalar una base militar. Complementariamente, Washington comenzó a prestar ayuda militar a Egipto e Irán para que actúen como Estados-Pívot y defiendan al Reino llegado el caso. También se procedió con una reforma fiscal por la cual las petroleras americanas podrían devengar de sus impuestos a las ganancias los pagos extra que el Reino les exija[10]. En la actualidad, EE UU sostiene una enorme fuerza militar en la región bajo las órdenes del Comando Central (Centcom, en sus siglas en inglés) y más allá de si se retiraran o no de Irak, es impensado especular con la posibilidad de desarticular el Centcom, menos aún frente al ascenso de Irán como potencia nuclear. Pero los acuerdos de protección por crudo se han sucedido también fuera del área del Golfo Pérsico. Países como Colombia, Azerbaiyán, Georgia y Singapur se han plegado, con muy distintos grados de compromiso, a esta política.

El tercer punto de la estrategia energética de Washington es la posibilidad de amenazar o hacer uso de la fuerza militar para asegurarse el flujo de crudo. En este sentido, la Doctrina Carter advertía “Cualquier intento por parte de cualquier fuerza para obtener el control de la región del Golfo Pérsico será considerado como un ataque contra los intereses vitales de los EE UU y dicho ataque será rechazado con cualquier medio necesario, incluyendo la fuerza militar[11].” Esa fue la respuesta de Washington a la invasión de la URSS sobre Afganistán en 1979. Más tarde, Reagan elevaría el rango de las tropas desplegadas en el Golfo a la categoría de Mando Unificado, es decir, el arriba mencionado, Centcom. También incrementaría la ayuda militar tanto para Pakistán como para la resistencia afgana.
En 1990 con la invasión de Irak a Kuwait la Doctrina Carter se vuelve a hacer efectiva. Bush rápidamente construye una gigantesca coalición internacional para repeler la invasión. También logra legitimar a la Doctrina Carter en la ONU al obtener la autorización para actuar bajo Capitulo VII, es decir, poder recurrir al uso de la fuerza.
En 2003 los EE UU invaden Irak bajo la supuesta amenaza de que Bagdad estaría cerca de alcanzar un arma nuclear. Sin embargo, tempranamente, se demuestra que tal amenaza no existía. En la actualidad existe un consenso generalizado que afirma que la verdadera razón de la invasión era también la más obvia, es decir, el petróleo. Irak cuenta con la 3° reserva probada global con 115 000 millones de barriles. Como evidencia señalan que la ruta tomada por los marines apuntaba a asegurar los oleoductos y los yacimientos. Una vez llegados a Bagdad, el principal objetivo fue el edificio del Ministerio de Petróleo[12]. En el 2008, el gobierno iraquí decidió abrir sus yacimientos a la inversión extranjera luego de casi 40 años de haberla excluido[13], incrementando aún más las sospechas.

En conclusión, ante la falta de voluntad política para promover medidas de reducción de la demanda, Washington se ve impulsado a importar petróleo. Por lo tanto, su estrategia energética no se relacionara tanto con programas para el uso eficiente de la energía sino con el uso de la diplomacia y las FF AA para asegurar el suministro.

A continuación analizare los dos hechos que a mi entender son los principales detonantes de la vuelta de la IV Flota: la nacionalización de la Faja del Orinoco y el ascenso de Brasil.

Venezuela: La nacionalización de la Faja del Orinoco.

La nacionalización de la faja del Orinoco se encuadra en un contexto global más amplio, donde los países exportadores están redefiniendo los términos de los contratos de sus explotaciones energéticas. Situaciones semejantes se sucedieron en otras regiones exportadoras como Medio Oriente, Rusia, los países de la cuenca del Caspio, África Occidental, etc. De ninguna manera debemos reducir la nacionalización de la Faja del Orinoco a las particularidades de la política de Chávez[14]. La revisión de los contratos se debe a que muchos de ellos fueron firmados durante la década del ’90 momento en el que el precio del crudo llego a niveles bajísimos. Ante los formidables precios actuales, los Estados exportadores consideran que una renegociación de los contratos es una legítima actualización de los mismos.

La Faja del Orinoco contiene crudo extra-pesado, que se asemeja al fango. Es un crudo de baja intensidad lo que significa baja calidad. Es considerado por la Agencia Internacional de Energía como un petróleo no convencional y por lo tanto no es considerado dentro de las reservas. Sin embargo, se ha logrado la tecnología para convertir este crudo extra-pesado en crudo sintético o syncrude el cual contiene la calidad de un crudo liviano. Actualmente se esta produciendo 500 000 barriles diarios de este producto. También debemos mencionar que las reservas de crudo extra-pesado se encuentran entre 100 y 270 mil millones de barriles. De confirmarse este último número, la faja del Orinoco, por si sola, contaría con una reserva equivalente a la de Arabia Saudita[15].

El 1° de Mayo del 2007 Chávez tomo control mayoritario sobre todos los proyectos en la faja del Orinoco. Según la nueva disposición, el Estado por medio de PdVSA, debe tener una participación accionaría en todos los proyectos de la Faja no menor al 60%. Siete de las once compañías que operan en la faja aceptaron la medida, que más que una nacionalización, es una redistribución accionaría en favor del Estado. Dentro de las compañías que no aceptaron la nacionalización se destacan Exxon y Conoco-Phillips. Estas empresas operaban, con participación mayoritaria pero compartida con otras petroleras, en tres proyectos claves.

Proyecto Petrozuata: Anterior participación accionaría, 50,1% para Conoco-Phillips y 49,9 para PdVSA. Comentario: Produce 200 000 barriles diarios siendo así el mayor productor de la faja. También opera un oleoducto con capacidad de hasta 500 000 barriles diarios que conduce el crudo hacia el puerto de José (lugar donde Chávez no por casualidad realizo su acto). El proyecto es una pieza clave para controlar la faja del Orinoco dado que es el mayor productor, opera el oleoducto y tiene acceso al puerto de José.

Proyecto Cerro Negro: Anterior participación accionaría, 42% para PdVSA, 42% para Exxon y 16% para BP. El proyecto diluye crudo en nafta, es decir, transforma el crudo extra-pesado en un líquido maleable y lo envía por oleoducto al puerto de José. Su producción ronda los 120 000 barriles diarios. El emprendimiento es vital para transformar el crudo pesado.

Proyecto Hamaca: Anterior participación accionaría, 40% para Conoco-Phillips, 30% tanto para Chevron como para PdVSA. El proyecto aporta unos 30 000 barriles diarios pero proyectan que incrementara su producción a unos 190 000. El yacimiento cuenta con una expectativa de vida de 34 años[16].

¿Por qué petroleras como Chevron, BP o Total aceptaron, aunque sea a regaña dientes, la nueva participación accionaría y por qué otras como Exxon y Conoco Phillips no? La respuesta gira en torno a la posición de control que tenían Exxon y Conoco Phillips en la Faja del Orinoco. Teniendo participación mayoritaria en el yacimiento más productivo y en el oleoducto las empresas podía asegurarse el control efectivo sobre la Faja del Orinoco, la cual, dada sus enormes reservas, podría convertirse en la próxima Arabia Saudita. La perdida del control por parte de las petroleras estadounidenses no puede leerse solamente en un plano comercial. Dada la importancia del concepto de Public-Private Partnership la perdida del control significa una perdida en la seguridad energética de los EE UU.
Brasil: de economía emergente a poder emergente.

En noviembre del 2007, se anunciaron descubrimientos en el costa de San Pablo, en la rica Cuneca de Santos, por 8 000 millones de barriles de crudo en el bloque Tupi. Y en mayo del 2008, el director de la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Bicombustibles, Haroldo Lima, informo que se había descubierto un yacimiento cercano al Tupi con reservas estimadas en 33 000 millones de barriles. De corroborarse estas cifras, Brasil triplicaría sus reservas y pasaría a ser la octava reserva global de crudo[17]. Aún aceptando cierta sobredimensión de las estimaciones, la cifras posicionarían a Brasil, no solo como un país autosuficiente, sino como un exportador. Lo que implicaría un cambio geopolítico a favor de Brasilia. Dejando de lado estimaciones sobre cuales serían sus reservas, el dato a tener en cuenta es que la creciente riqueza petrolera de Brasil yace en su mar. Tampoco debe pasar desapercibido que la mayor parte de su comercio exterior pasa por estas aguas.

De esta forma, podemos ver que el Atlántico Sur tiene una importancia cada vez mayor en la economía de Brasil. Esta creciente importancia se refleja en su estrategia marítima que busca desarrollar una Marina con capacidad oceánica y de proyección. Y en función de esta estrategia, en el 2008, Nelson Jobim, ministro de defensa de Brasil, deberá presentar el Plan Estratégico Nacional de Defensa que prevé un aumento del 50% del presupuesto para el sector. Justifico la necesidad de mayores fondos en función de que Brasil debe lograr una capacidad disuasiva creíble y esto se lograría contando con insumos propios para la defensa. Para Jobim, “la importación de material estratégico o de tecnología crítica perjudica a la economía interna y deja al país en una situación vulnerable en el área militar”. Por lo tanto, el Plan incluye políticas de fomento para la industria de defensa[18]. Dentro del sector naval, cada vez es más probable que Brasil comience la construcción de un submarino nuclear. Y para este objetivo contara con la cooperación de la Argentina. En febrero del 2008, el presidente de Brasil, Lula da Silva, visito la Argentina y firmo varios acuerdos, entre ellos, un acuerdo para la cooperación nuclear. El mismo – resumido brevemente – compromete a la Argentina a ofrecer sus conocimientos en materia del desarrollo de reactores nucleares compactos y de potencia media, mientras que Brasil aportará su capacidad de enriquecimiento de uranio. Según Fabián Calle, analista de seguridad internacional, la suma de estas dos capacidades “tiene como correlato lógico la construcción de un submarino nuclear[19]”. En el mismo articulo se cita al general brasileño José Benedito de Barros Moreira responsable de la Secretaría de Política y Estrategia del Ministerio de Defensa. Según el uniformado, Brasil debe contar con un submarino de propulsión nuclear así como también la capacidad de enriquecer uranio en las instalaciones de la Marina. Justifico la necesidad de contar con el submarino aludiendo a la desventaja con la que corrió la Argentina durante la Guerra de Malvinas por no contar con dicha arma. Y por último, resalto la creciente importancia que los yacimientos off-shore tienen para la seguridad energética de Brasil y la necesidad de protegerlos[20].

En conclusión, Brasil no posee mayores restricciones sobre la entrada de capitales extranjeros, como en el caso de Venezuela, sin embargo, la estrategia naval de Brasilia, representa un reto para EE UU ya que la misma se engloba en una grand strategy más ambiciosa. La grand strategy de Brasil –sintéticamente- busca consolidarse en su rol de potencia regional en el largo plazo, con o sin el auspicio de Washington. Sus 5 objetivos centrales serían 1) Lograr una silla Permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.2) Construir un Consejo de la Defensa Sudamericano efectivo y autónomo de la participación de los EE UU. 3) Profundizar alianzas estratégicas extra-regionales como el IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) 4) Constituir un poderío militar disuasivo: escudo de la defensa[21], submarino nuclear, etc. Y 5) Ejercer una plena soberanía, sin injerencias externas, en áreas de especial interés (Amazonas y Atlántico Sur) Estos 5 objetivos relativizarían el rol preponderante de los EE UU en el Hemisferio Occidental podrían configurar una Sudamérica más autónoma, alejada del bandwagonig y autosuficiente en materia de defensa. Esto constituiría un problema para los EE UU ya que, según Mearsheimer, el primer requisito para ser un candidato a hegemón global es lograr la hegemonía regional, es decir, no contar con ningún peer compitetor en su región natal. Por lo tanto una Sudamérica más autosuficiente y no alineada, aún sin tener malas relaciones con Washington, necesariamente, dificultaría el ejercicio del poderío norteamericano en Euroasia y África. En la misma línea, Ana Ceceña, analista mexicana, advierte que EE UU necesita y promueve una Sudamérica integrada en una suerte de Isla Occidental liderada por ellos. En este marco pueden explicarse muchas de las políticas de Washington hacia la región, desde el ALCA hasta la instalación de bases militares. Para Ceceña, el Hemisferio Occidental contiene los suficientes recursos naturales como para, en caso de una conflagración global no tener que depender de las importaciones de Euroasia[22].

La Grand Strategy de los EE UU hacia Latinoamérica.

Con la mayoría de sus recursos humanos comprometidos en la Guerra de Irak y en la “pacificación” de Afganistán. Washington ha delegado, involuntariamente, la planificación y ejecución de su estrategia para Latinoamérica en el Comando Sur (SouthCom), a cargo del almirante James Stravridis. En la práctica, el SouthCom, es la principal agencia norteamericana enfocada en temas de latinoamericanos. Por lo tanto, el estudio de su agenda y estrategia puede arrojar cuantiosa luz sobre las intenciones de Washington en la región.

El panorama estratégico en Latinoamérica está caracterizado –según el SouthCom- por la primacía de las nuevas amenazas (NA) por sobre las amenazas convencionales. Entiende por NA al narcotráfico, al terrorismo, al los grupos insurgentes, al crimen organizado y a un amplio conjunto de actores no estatales, con múltiples objetivos y distintos a los de la naturaleza militar, que amenazan a las instituciones y a la estabilidad política de los Estados. La posibilidad de conflictos interestatales se considera baja pero no la descartan.

En referencia a la seguridad de los EE UU, el Comando, busca lograr una defensa activa y en profundidad que retenga y neutralice a aquellos que busquen atacar suelo norteamericano, bien lejos de sus costas. La mejor forma de aplicar esta defensa activa en profundidad es lograr mayor cooperación y estrechando vínculos con los países de la región[23]. En línea con esta estrategia, el SouthCom ha publicado en el 2007 el documento US Southern Command Strategy 2016 Partnership for the Americas. El ambicioso proyecto menciona la posibilidad de designar nuevos aliados extra-OTAN (en la actualidad solo cuentan con la Argentina) y la necesidad de instalar nuevas bases militares-especialmente en Sudamérica- justificándose en la volatilidad y las dificultades que se experimentan en Venezuela, Ecuador y Bolivia. En conclusión, el SouthCom esta pensando en expandir su influencia en Latinoamérica y la llegada de la IV Flota debe entenderse en este marco.

La estrategia de la IV Flota.

La estrategia de la IV Flota gira en torno a seguridad energética, el combate al narcotráfico y asegurar las líneas de comunicación y estrechos marinos. Estos objetivos pueden considerarse como ejes ya se encuentran muy entrelazados.

El primer eje es la seguridad energética. Latinoamérica (principalmente México, Venezuela y Ecuador) constituyen un tercio de las importaciones estadounidenses de crudo y Trinidad y Tobago constituye, por si sola, el 65% de las importaciones de gas natural licuado (GNL). Pero estos recursos no solo son importantes por su número sino por su geografía, retomando a Ceceña, debemos recordar que Washington ve al Hemisferio Occidental como una Gran Isla con capacidad de otorgarle una importante autarquía en materia de recursos naturales. Por lo tanto, la nacionalización o la pérdida de control de empresas norteamericanas sobre la explotación y/o distribución de los recursos energéticos es una pérdida de seguridad energética. Ante esta pérdida del control directo de las empresas, Washington se ve obligado a reposicionarse. La IV Flota sería la herramienta por la cual se retomaría un control indirecto.
La pérdida del control de los yacimientos en la Faja del Orinoco, que como ya dije más arriba podrían reemplazar a Arabia, pueden comprenderse como el punto de quiebra en la estrategia de seguridad energética de los EE UU hacia Sudamérica. Junto a este dato debemos ponderar también.

1. La crisis diplomática Caracas-La Paz-Washington de septiembre de 2008 con sus respectivas expulsiones de embajadores.

2. La decisión del presidente de Ecuador de no renovar el contrato para el alquiler de la Base Aérea de Manta a los EE UU. Para fines del 2009, los americanos deberán abandonarla y retirarse hacia Curazao y El Salvador. De ser así, los estadounidenses no tendrían ninguna base en Sudamérica[24].

3. El Departamento de Justicia sospecha que cedulas terroristas con base en Guyana podrían atentar contra el suministro de GNL que parte de Trinidad y Tobago. Si bien, no se hallaron evidencias de un plan, la sospecha bien podría fomentar un accionar por parte del SouthCom o de alguna otra agencia de seguridad[25].

4. En septiembre de 2008, Venezuela y Rusia confirmaron la realización de ejercicios navales conjuntos en aguas del Caribe. Se planificaron la realización de maniobras de búsqueda y salvamento y pruebas de comunicaciones. Participará de la actividad el crucero de batalla, con capacidad nuclear, Pedro el Grande, uno de los más grandes del mundo[26]. Días después de este anuncio, aterrizaron en Venezuela dos bombarderos rusos T-160 con la finalidad de brindar vuelos de entrenamiento con oficiales venezolanos sobre aguas neutrales. Por primera vez, desde el fin de la Guerra fría, llegaron al Hemisferio Occidental aeronaves rusas[27].

Frente a este escenario la estrategia energética de los EE UU deja de apoyarse primordialmente en el concepto del Public-Private Partnership ya que sus empresas pierden control. Pero tampoco es viable buscar acuerdos o alianzas con los países exportadores (con la excepción de Colombia) dada la creciente enemistad que se viene produciendo. Por lo tanto, solo resta recurrir a la amenaza o uso de la fuerza militar y es en ese marco que podemos explicar la vuelta de la IV Flota como un elemento disuasivo.

El segundo eje es asegurar las líneas de comunicación marítimas (SLOCs, por sus siglas en inglés) y los puntos de estrangulamiento (chokepoints) como el Canal de Panamá. Para un hegemón mantener los océanos abiertos a la navegación es vital para lograr proyectar su poder. De cerrarse ciertas SLOC o chokepoint los EE UU son quienes más perderían. Su comercio exterior se vería afectado, pero mucho peor sería su situación y la de sus aliados en términos de seguridad, ya que EE UU no podría ejercer eficientemente su rol de off-shore balancer y muchas potencias medianas podrían verse tentadas de dar un zarpazo y hacerse con un pedazo de poder. EE UU ha velado por la libre navegación y de ser necesario ha recurrido a sus fuerzas armadas para liberar SLOC y chokepoints. El caso más reciente fue la Operación Just Cause, por la cual EE UU depuso a Noriega de Panamá. Si bien las explicaciones oficiales versaban sobre la defensa de la democracia y la vinculación de Noriega con el tráfico de drogas muchos sostienen que Washington temía que Noriega hundiera barcos en el Canal convirtiéndolo en innavegable[28].
En este nuevo escenario, el Océano Atlántico Sur, vuelve a despertar el interés de Washington en función de la propagación de las plataformas petrolíferas off-shore. No solo en Brasil, sino también Nigeria, Angola, Gabón y próximamente Santo Tome y Príncipe. Lo que podríamos denominar la Cuenca del Atlántico Sur contendría a varios países con saldo exportable. En la actualidad, Nigeria y Angola ya están exportando hacia los EE UU, en unos años podría sumarse Brasil. Washington tampoco descarta un escenario donde el Canal de Panamá se encuentra anulado, ya sea por un atentado contra la infraestructura del Canal, un sabotaje o una simple huelga de los trabajadores del Canal. Y, simultáneamente, el Pasaje Noroeste se encuentre congelado. En este hipotético escenario, la ruta alternativa sería el Cabo de Hornos.
En definitiva, el Océano Atlántico Sur se presenta, cada vez en mayor medida, como una ruta marítima cada vez más importante. Por lo tanto, como hegemón global, los EE UU no pueden darse el lujo de no patrullar ni vigilar sus aguas y estrechos.

El tercer eje es el combate al narcotráfico. Para Washington, las principales amenazas que surgen de Sudamérica se corresponden con lo que se denomina como Nuevas Amenazas dentro de las que se destacan las FARC y el narcotráfico. Para combatir a estas amenazas se debe proceder a ejecutar una estrategia de guerra no convencional (unconventional war, UW, por sus silgas en inglés). Los principales puntos de la UW pasan, por aislar a las FARC o a los narcotraficantes de la población civil y ganar sus mentes y corazones. Para lograr este objetivo se llevan acabo distintas labores humanitarias. También en este marco de UW podemos explicar el rol de la IV Flota. La principal embarcación de la flota es el buque hospital USNS Comfort el cual atiende a miles de pobladores de las costas. El trato directo con las personas le permite ganar su confianza y luego su colaboración. Según Robert Kaplan, este tipo de actividades humanitarias “(…) además de ganar y por lo tanto romper el vínculo entre insurgentes y la población en general, es una útil cobertura para una recogida informal de información[29].” En este sentido, existe una clara relación entre el USNS Comfort y la estrategia de UW. En reiteradas oportunidades el almirante Stravridis, afirmo que los narcotraficantes han comenzado a emplear pequeños submarinos para introducir sus cargamentos de cocaína en los EE UU. Intentar rastrear con tecnologías avanzadas, satélites o aviones a un submarino en la costa sería como buscar una aguja en un pajar, en cambio, contar con los rumores o testimonios de lugareños pueden ofrecer una sustancial ventaja. No debe sorprendernos que el almirante planee incorporar a otros dos buques-hospitales[30]. En conclusión, la IV Flota también tiene un rol en la denominada guerra contra las drogas.

El reposicionamiento estratégico.

En noviembre del 2009, los norteamericanos estarán finalizando su estadía en la Base Aérea de Manta, Ecuador. También finalizara una década donde Sudamérica estuvo relegada de las prioridades estratégicas de Washington. Más allá de cómo siga la situación en Irak y Afganistán considero que en la próxima década, la región subirá peldaños en la agenda del Pentágono y del Departamento de Estado debido a la presencia fuertes incentivos estructurales que fomentan una política expansionista de Washington.

El primer incentivo es lo que John Galbraith describía como la frontera turbulenta.[31]. Según el historiador inglés, la expansión del Imperio Británico se debió en gran medida a sus fronteras inestables, amenazantes y problemáticas. La necesidad de pacificarlas producía la expansión de la autoridad de la Corona[32] En Latinoamérica se presentan Estados que, devenidos en rouge states o Estados-Fallidos, podrían configurarse como fronteras turbulentas y justificar una expansión o intervención a los ojos de Washington. Posibles actividades terroristas en Guayana, una potencial transición desordenada en Cuba[33]o una escalada de la tensión entre Colombia y Venezuela son escenarios factibles en los cuales Washington podría intervenir. El instrumento de dicha intervención sería la IV Flota.

El segundo incentivo es la experiencia exitosa para lograr el alineamiento de Centroamérica y el Caribe a las principales políticas de EE UU. Esta región ha aceptado las principales propuestas de Washington desde los acuerdos bilaterales de comercio hasta la participación de tropas en Irak[34]. También han rediseñado sus políticas de seguridad interna para habilitar a las FFAA para efectuar tareas propias de policía y otras agencias de seguridad. Trasladar esta experiencia a Sudamérica, en su totalidad, será un tarea muy difícil. Sin embargo, sería posible concluir acuerdos estratégicos bilaterales con los países insatisfechos económicamente (como Uruguay y Paraguay) o con aquellos que se sientan inseguros (como Colombia y Chile).

El tercer incentivo es la abundancia de recursos naturales estratégicos. La región cuenta con abundancia de recursos naturales en general y energéticos en particular. Si bien en materia de petróleo, Latinoamérica totaliza aproximadamente un 10% de las reservas globales, poco contra el 65% de Medio Oriente, lo cierto es que la región cuenta con varias ventajas para Washington como la cercanía, la ausencia de potencias hostiles que le disputen influencia y la posibilidad de hallar nuevos yacimientos off-shore.

Conclusiones.

Mientras que el SouthCom ya tiene su estrategia convendría preguntarse cual será la planificación y el accionar de los Estados sudamericanos. ¿Podrá Brasil ejercer un liderazgo regional y de esta forma convertir en instituciones efectivas al Unasur y al Consejo Sudamericano de la Defensa? En cuanto al Cono Sur ¿Podrán los socios mayoritarios del MERCOSUR reformular la integración en función de los intereses de los socios minoritarios y de esta forma inhabilitarle un carta a Washington? La resolución favorable de estas incógnitas le restara protagonismo al SouthCom, en cambio, una resolución desfavorable será una invitación tacita a la injerencia en los asuntos de la región. En palabras de Juan Tokatlián “(…) nuestra pasividad individual y falta de integración colectiva podrían terminar legitimando lo que cada vez más tiene contornos de convertirse en una era proconsular[35].”


[1] Donald Fournier y Eileen Westervelt “Energy trends and their implications for the U.S. Army installations” del Construction Engineering Research Laboratory, septiembre 2005.
[2] Michael Klare: “Sangre y petróleo”, Editorial Tendencias, 2006.

[3] Roberto Cunningham “La civilización del petróleo, difícil de reemplazar.”Diario La Nación, 26 de septiembre 2005.
[4] Paul Krugman “Secretos para vivir con el petróleo caro.” Diario Clarín, 1 julio 2008.
[5] Robert Samuelson “El costo de limitar el calentamiento planetario será altísimo e impopular.” Diario Clarín, Los Angeles Time, 11 febrero 2007.
[6] Ídem.
[7] Jan Kalicki y David Goldwyn “Energy & Security: Toward a new foreign strategy” Editorial Woodrow Wilson Center Press, 2005.
[8] Michael Klare “Sangre y petróleo.” Editorial Tendencias, 2006.
[9] Anthony Sampson: “Las sietes hermanas”, Grijalbo, 1977.

[10] Ídem.
[11] Zbigniew Brezezinski “El juego estratégico” Planeta 1986.
[12]Michael Klare “Sangre y petróleo.” Editorial Tendencias, 2006.
[13] Agencias AFP, ANSA y AP “Irak decidió abrir sus yacimientos de crudo a las petroleras extranjeras.”Diario Clarín, 1 Julio 2008.
[14] “Energía y nacionalismo.” Diario La Nación, The Economist, 10 de marzo 2007.
[15] La información sobre la faja del Orinoco fue extraída de Isabel Stanganelli “Las fuentes de energía en el Cono Sur” Editora Andina Sur, Mendoza, 2006, Donald Fournier y Eileen Westervelt “Energy trends and their implications for the U.S. Army installations” del Construction Engineering Research Laboratory, septiembre 2005 y “Se van de Venezuela dos gigantes compañías extranjeras.”The Economist, La Nación, 30 Junio 2007.
[16] La información del cuadro fue extraída de Isabel Stanganelli “Las fuentes de energía en el Cono Sur” Editora Andina Sur, Mendoza, 2006, “Se van de Venezuela dos gigantes compañías extranjeras.”The Economist, La Nación, 30 Junio 2007, Russell Gold “Exxon y Conoco Phillips optan por irse de Venezuela; otras cuatro llegan a un acuerdo.” Wall Street Journal, Diario La Nación 27 junio, 2007 y Agencias AFP, Reuters, AP y ANSA “Chávez y Evo, con control total del petróleo.” Diario La Nación, 2 mayo 2007.
[17] Ansa y Reuters “Descubrió Brasil el mayor pozo petrolífero del mundo en 30 años.” Diario Ámbito Financiero, 15 abril, 2008.
[18] “La defensa vuelve al centro de la escena.” Revista DEF, año 3, numero 27, noviembre 2007.
[19] Fabián Calle “La agenda menos debatida.” Revista DEF, año 3, numero 31, marzo 2008.
[20] Ídem.
[21] Ya en 1994, Helio Jaguaribe, afirmaba que los países débiles como la Argentina y Brasil deben contar con una salvaguardia militar para contrarrestar la creciente tendencia al intervencionismo por parte de las potencias. En ese sentido, Jaguaribe se mostró partidario del desarrollo de un submarino nuclear así como también del despliegue de misiles en el perímetro del MERCOSUR. Extraído de: Escudé y Fontana “Divergencias estratégicas en el Cono Sur: Las políticas de seguridad de la Argentina frente a las de Brasil y Chile”. Working paper N° 20 UTDT, junio, 1995. Estas ideas están hoy en la agenda del ministro de asuntos estratégicos de Brasil, Roberto Mangabeira Unger.
[22] Telma Luzzani “La IV Flota vuelve a patrullar aguas latinoamericanas”Diario Clarín, 30 junio 2008.
[23] La información fue extraída de http://www.southcom.mil/ .
[24] Simón Romero “El Ecuador de Correa no quiere una base de EE UU.”Diario Clarín, The New York Times, 2007.
[25] Jay Solomon y Robert Block “EE UU pone la mira antiterrorista en América Latina.” 4 junio 2007, Diario La Nación, Wall Street Journal, 4 junio 2007. El artículo afirma que 4 musulmanes de Guyana y Trinidad y Tobago planeaban atentar contra el aeropuerto de JFK en New York, aunque se reconoce que lejos estuvieron de poder perpetrarlo. El artículo cita a un comisionado de la ciudad que afirma, a pesar de no tener ninguna competencia, que el Caribe le“preocupa cada vez más”. También se informa que en Guyana el 15% de la población es musulmana y recibe emigrantes provenientes de Afganistán y Pakistán. Luego se cita a agentes antiterroristas, si especificar de que agencia, quienes advierten la posibilidad de que Guyana pueda servir de base para atacar el suministro de energía que sale hacia EE UU.
[26] Agencias DPA, Reuteres y EFE “Rusia, más cerca de Venezuela: envía buques de guerra al Caribe.” Diario La Nación, 9 septiembre 2008.
[27] Agencias AFP, AP, DPA y diario El Tiempo “Llegan a Venezuela bombarderos rusos.” Diario La Nación, 11 septiembre 2008.
[28] Donna Nincic “Sea lane security and US maritime trade: choke points as scarce resources.” En Sam Tangredi “Globalization and maritime power.” Institute for National Strategic Studies, National Defense University www.ndu.edu/inss/Books/Books_2002/Globalization_and_Maritime_Power_Dec_02/01_toc.htm
[29] Robert Kaplan “Tropas imperiales: el imperialismo norteamericano sobre el terreno.” Ediciones B, 2007.
[30] Entrevista al almirante James Stravridis “Ningún país es indispensable.” Revista DEF, año 4, numero 34, junio 2008.
[31] John Galbraith “The turbulent frontier as a factor of British expansion.” Comparative Studies in Society and History, Vol. 2, No 2. 1960.
[32] John Galbraith “The turbulent frontier as a factor of British expansion.” Comparative Studies in Society and History, Vol. 2, No 2. 1960.

[33] Mattew Flynn “United States announces IV Fleet resumes operations amid South American auspicios.” 11 julio 2008, http://americas.irc-online.org
[34] Nicaragua, Honduras, El Salvador y la República Dominicana enviaron tropas a Irak en el 2003.
[35] Juan Tokatlián “La estrategia proconsular.”Diario La Nación, 22 mayo 2007.

domingo, 19 de octubre de 2008

Dani Rodrik, la crisis financiera y los politólogos.

Como cualquier otro fenómeno social, la actual crisis financiera, tiene múltiples causas. En primer lugar las, ahora famosísimas, hipotecas subprime. El otorgamiento de estas hipotecas a clientes con pocas posibilidades reales de pago, fue posible, a su vez, por varios factores. A) La tasa de interés en los EE UU se mantiene desde principios de los noventa en niveles muy bajos. Lo cual se constituye en un estimulo a gastar e invertir por sobre el ahorro. B) Fue posible mantener la tasa de interés baja por la constante entrada de capitales a los EE UU. En los últimos 15 años entraron aproximadamente unos 800 mil millones de dólares[1], algo así como el PBI de Brasil en dinero líquido por año. C) Otro elemento esencial para entender la crisis son las herramientas financieras para diversificar el riesgo. Sintéticamente, estas herramientas, eran “paquetes” de hipotecas subprime. Algunos más riesgosos y con mejor rendimiento y viceversa. Estos paquetes se vendían a otras entidades financieras quienes las combinaban con sus otros activos para mejorar su cartera. Como sus rendimientos eran positivos, los paquetes se fueron diseminando por todas las entidades financieras. D) Para peor debemos recordar que, el sistema financiero en la actualidad se caracteriza por la gran cantidad de actores que lo constituyen. Si hace unos 20 años atrás se concentra en unos cientos de grandes bancos, en la actualidad existe una pluralidad de empresas, como Fondos de Pensión y Retiro, Fondos de Inversión, Fondos Soberanos de Inversión, Fondos de Cobertura, etc. Se calcula que existen 11 000 empresas de este tipo, una suma considerablemente mayor a los 300 bancos que gobernaban las finanzas en los 80[2]. E) Como los mercados de crédito y el sector financiero están dentro del rubro más globalizado que pueda existir, la crisis que estalló en Wall Street se ha propagado rápidamente por todo el globo.

Si bien la raíz de la crisis esta en las hipotecas, Rodrik y Subramanian argumentan que la liberalización financiera y el libre flujo de capitales, han jugado su rol en esta crisis[3] potenciando sus efectos, tal como lo enuncio en el punto E. Ambos economistas hacen una inteligente analogía con la libre portación de armas. Afirman que como las armas no matan sino las personas, la ley, al no poder regular el comportamiento de las personas, debe regular el comercio de las armas. La propuesta es entonces nivelar los flujos internacionales de capitales evitando los auges y crisis de liquidez y, consecuentemente, volviéndolos más nacionales. La propuesta buscaría que los shocks de entrada o salida de capitales sean, sustancialmente, más leves. Pero el problema viene con las políticas que proponen para lograrlo. Advierten que mucha de la actual liquidez proviene de dos fuentes principalmente.

Los países exportadores de crudo, quienes gracias a los altos precios, son una enorme fuente de liquidez. Y también las economías de sudeste-asiático, especialmente China, quienes cuentan con un holgado superávit comercial. La política referida a la liquidez proveniente de los países petroleros, es desarrollar un impuesto al petróleo entre todas las naciones importadoras. Así se reduciría el consumo, reduciendo la demanda y se lograría secar la abundante liquidez de los países exportadores. En cuanto a los países del sudeste-asiático los economistas proponen que estos dejen flotar su moneda, lo que significaría, una apreciación y una reducción de su superávit comercial con su consiguiente efecto sobre la liquidez[4].

Desde el análisis político y geopolítico la propuesta de Rodrik y Subramanian hace aguas y veo muy difícil su implementación, indistintamente, si se hace desde un enfoque multilateral o unilateral.

Tomemos el caso de un impuesto de los países importadores sobre el petróleo. Lo primero que habría que decir es que el crudo llego en el corriente año a la astronómica cifra de los 147 dólares el barril. Un precio mayor al que se diera en los dos anteriores shocks petroleros del 73 y 79. Aún así, el Gobierno de los EE UU no lanzo ninguna política impositiva para desincentivar su formidable demanda de 21 millones de barriles diarios. Y no lo va a hacer ya que todavía no existe un consenso bipartidista para lanzar semejante medida. Un impuesto al combustible enfurecería a los estados de Texas y Alaska como productores y a California como consumidor. De no contar con un consenso bipartidista ¿qué partido se atrevería a enemistarse el voto de dos de los tres estados más populosos?
En un plano internacional, un impuesto al crudo, sería todavía más difícil. Los europeos ya graban, sustancialmente, al crudo. De hecho, cuando el precio del crudo batía records los europeos analizaban…bajarle impuestos!
Finalmente, hablando, en términos de geopolítica muy posiblemente se producirían problemas de free raider. Supongamos que los EE UU imponen pesados tributos sobre el crudo con el objetivo de reducir su demanda. En ese caso el precio internacional del crudo se caería ya que ellos son los principales consumidores. En ese escenario, China e India perderán todo incentivo en impulsar políticas de uso eficiente. Por el contrario, unos bajos precios promoverán su demanda. ¿Por qué no hacerlo? ¿Acaso los EE UU y la UE no disfrutaron de bajos precios de la energía en sus tempranas etapas de industrialización?
¿Qué incentivos tendrían en racionalizar su consumo?

La segunda propuesta pasa por lograr que los países del sudeste-asiático aprecien su moneda. Pero… ¿Por qué van a hacerlo, si como el mismo Rodrik en varios artículos reconoce, que una moneda subvaluada es parte de una estrategia de desarrollo industrial?
¿Por qué arriesgar una exitosa estrategia a costa de la economía americana?
Tampoco existen instituciones que puedan forzarlo. La OMC no tiene competencias en política monetaria y el FMI ya no tiene forma de coaccionarlos, ya que, justamente, estos países cuentan con grandes reservas de divisas.

No me siento en calidad de poder ofrecer una solución o salida a la crisis. Pero si considero que la misma debe ser covalente con lo que ya sabemos desde hace mucho tiempo en la ciencia política y las relaciones internacionales: los Estados son actores racionales que buscan maximizar su poder, definido este en términos de interés nacional. Esto significa que ninguna solución sustentable va a venir apelando a que los Estados sacrifiquen su interés nacional. Por lo tanto, veo muy difícil que las principales naciones importadoras de crudo coordinen un impuesto sobre el crudo. Además de las razones esgrimidas arriba, me gustaría agregar que la Seguridad Energética es también un asunto de Seguridad Nacional dado que el petróleo es un insumo clave de la maquinaria militar moderna. Lo cual hace, aún más difícil, coordinar políticas entre Estados que sospechan mucho entre si.
En cuanto a los países de sudeste asiático cabe la posibilidad de que acepten una apreciación de su moneda, siempre y cuando, China lo haga primero. Porque de ninguna manera aceptarían perder competitividad y cedérselas, gratuitamente, al gigante asiático.
Aún si China aceptase apreciar su moneda, volvemos al problema del free raider, muchos países se verán tentados de recurrir a devaluaciones competitivas o depreciar lentamente su moneda. ¿Qué incentivos tendrían en cooperar? ¿Quién pagaría los “sobornos” necesarios para que los países no busquen políticas de free raider?

Cualquier salida de la crisis deberá tener en cuenta esta vieja máxima de la política, vigente desde los tiempos de Tucídides, mucho antes de las hipotecas subprime.



[1] Jorge Castro, “No viviremos una depresión global.” Diario Clarín, 12 de octubre de 2008.
[2] Ídem.
[3] Dani Rodrik y Arvind Subramanian, “We must curb internacional flows of capital.” Financial Times, 25 de Febrero 2008.
[4]Ídem.