domingo, 28 de diciembre de 2008

La inutilidad de negociar con Corea del Norte.


Introducción


El objetivo del presente artículo es advertir sobre la inutilidad que representa negociar con el régimen de Pyongyang. Considero que el objetivo de Corea del Norte es la negociación en si misma, ya que está le concede el tiempo para continuar con sus programas nucleares y misilísticos al mismo tiempo que le ofrece un paraguas diplomático donde refugiarse. No solo es entienden a la negociación como un refugio sino que, en algunos casos, han logra irse de la mesa con ciertos réditos internacionales como energía, ayuda humanitaria y garantías de seguridad con respecto a los EE UU. Además, considero que las negociaciones fracasan tanto desde una perspectiva de 3° imagen como desde una de 1° imagen. A modo de conclusión, el presente trabajo llama a desentenderse de la negociaciones y dejar que la balanza de poder actué.


Por que las negociaciones fracasan I: El enfoque desde la 3° imagen.


La primera crítica que presentaran a mis argumentos es que efectivamente durante la administración Clinton, Washington y Pyongyang habían llegado a un acuerdo por el cual Corea del Norte se comprometía a no hacerse con su propio arsenal nuclear. La Casa Blanca logro este acuerdo gracias a una aceitada diplomacia que supo combinar zanahorias y garrotes. La administración Clinton y en especial su secretaria del Departamento de Estado, Madeleine Albright, implementaron una política enmarcada en principios institucionalistas y en consenso con sus aliados en la región. Hacia 1994 se firma el acuerdo macro donde Corea del Norte, supuestamente, se autorestringía el desarrollo de una arma nuclear. Sin embargo, en 1998 prueba su misil intercontinental pero luego en 1999 firmó un documento por el cual se comprometía a no volver a probar misiles. Pero los esfuerzos diplomáticos de la Administración Clinton no dieron una verdadera solución, más bien, congelaron el problema. Y a principios de 2002, Bush asume la realidad y reconoce que el asunto norcoreano sigue vigente y cataloga al régimen de Pyongyang como un integrante del “Eje del Mal”. A continuación, Corea del Norte se retira del Tratado de No Proliferación en el 2003, el cual era un hecho consumado. Y en el 2005 afirma que posee varias armas atómicas y en el 2006 vuelve a probar un misil, en este caso el Taepodong – 2.

Frente al fracaso de las negociaciones bilaterales de los 90 y luego de los atentados del 11-S, la Administración Bush consideraba que Corea del Norte debía ceder más, debía comportarse como luego se mostraría la Libia de Kadafi. La nueva Administración también creía que el nuevo enfoque negociador debía ser multilateral entendiendo por multilateral no a una visión institucionalista sino como una política de delegación hacia las potencias regionales del asunto norcoreano. La postura de Washington, lejos estaba de la visión institucional de Clinton, por el contrario se nutría de nociones realistas, neoconservadoras y con poca consideración por la opinión de sus aliados regionales, teniendo así un corte más unilateral.
Otro factor que alentó la intransigencia y el enfoque multilateral de Washington, fueron ciertas especulaciones con la balanza de poder regional. Al decir verdad, Corea del Norte, no representa una verdadera amenaza para los EE UU. Su misil intercontinental, el Taepodong – 2, no tiene una verdadera capacidad como tal . Sin embargo, una Corea del Norte agresiva, incentivara a que Japón tenga un rol más activo en su política exterior, asumiendo responsabilidades que EE UU deseosamente delegaría. Un Japón más asertivo en su diplomacia, sería otra valla de contención para China, quien si representa una amenaza en el largo plazo para los EE UU. En síntesis, una Corea del Norte más agresiva aceleraría una re-configuración de la balanza de poder regional, donde Japón tendría que asumir responsabilidades estratégico-militares más acordes a su capacidad económica.


Porque las negociaciones fracasan II: El enfoque desde la 1° imagen.

Además de los motivos de naturaleza geopolítica las negociaciones entre EE UU y Corea del Norte se han visto dificultadas por otras razones de carácter más micro. En particular, la cultura y el estilo de negociación se elevan como una empalizada entre Washington y Pyongyang dificultando la firma de acuerdos.
Según Raymond Cohen, incluso en la era de la globalización, personas cultas y cosmopolitas como los diplomáticos no logran deshacerse de su carga cultural. El autor afirma que la“…cultura es una matriz que continua condicionando como los negociadores perciben el mundo y responden… ”También advierte que los asiáticos le dan gran importancia a la configuración general de las negociaciones y creen que sin lazos personales entre aquellos que negocian es imposible llegar a un acuerdo real. Estas características chocan con el perfil negociador estadounidense. Tal como lo veíamos más arriba, los americanos no ponderan tan valiosamente la configuración general y privilegian los detalles del acuerdo. Otra dificultad surge del hecho que prefieren ir directo al punto y por lo tanto son menos propensos a gastar tiempo en fomentar una relación.
Stephen W. Linton advierte que desde la perspectiva norcoreana “…las relaciones humanas nunca deberían condicionarse a algo más. Los problemas deben ser presentados como obstáculos molestos para aquello que es más importante: la amistad entre los niveles más altos del liderazgo… ” Ingenuamente, la elite norcoreana creía que una visita de tres días de Clinton o de Madeleine Albright podría remover las asperezas en la relación bilateral. Nuevamente, hay un choque cultural, en los EE UU está mal visto que sus máximos dirigentes visiten países abiertamente hostiles. Una hipotética visita del presidente a un país como Corea del Norte lo haría blanco de un amplio abanico de críticas. Tanto desde sectores de izquierda, dado el carácter totalitario del régimen de Pyongyang como por sectores de derecha, por considerarlo un Estado Canalla.


Karen Elliot House y Scott Snyder argumentan que a la hora de negociar los norcoreanos apelan a la “dramatización”. Para House, practican un “Teatro del Absurdo” donde Pyongyang promete, luego posterga, luego provoca, luego hace una pausa y vuelve a empezar. Generando una discusión en circulo que no conduce a ninguna parte. Snyder coincide, advirtiendo que el estilo de negociación norcoreano presenta patrones de drama y catástrofe . También agrega que los norcoreanos aprecian la atmósfera (punuigi) y la buena sensación (kibum), las cuales, por supuesto, se construyen estrechando los vínculos personales. En ausencia de estas impresiones, practican la intransigencia (kojip), exigen concesiones unilaterales, demandas absurdas, amenazan con retirarse de la mesa y otras artimañas que boicoteen la negociación. Para el autor, el objetivo de todas estas tácticas es crear poder desde una situación de debilidad. Nuevamente estas artimañas entran en colisión con el estilo negociador americano. La dramatización de los norcoreanos es entendida por los estadounidenses como una herramienta para golpear sobre una de sus debilidades: su impaciencia. Desde el punto de vista americano, estas artimañas son vistas como una “fabricación” de demoras con el deliberado propósito de impacientarlos o forzarlos a hacer concesiones para no perder tiempo. Cuando las escenas de dramatización se repiten una y otra vez, los americanos no solo se impacientaran sino que también se frustraran, dado que sentirán que no llegan a ningún resultado concreto. Estas idas y venidas en la negociación le permiten a los norcoreanos reabrir temas cuando comienza una nueva ronda de negociación e inclusive también les da la oportunidad para introducir nuevos temas . También esto esta en las antípodas del ideal de negociación de los americanos. Para ellos un tema cerrado, es un tema menos y consecuentemente se esta más cerca de llegar a un acuerdo final.


Guy Sorman, señala que otra barrera presente en la negociación es el carácter totalitario y hermético del régimen de Pyongyang que influye en la conducta y comportamiento de los norcoreanos y los negociadores no son la excepción. La historia oficial en Corea del Norte relata que la Guerra comenzó en 1945 con la llegada de los americanos. Ante el estacionamiento de tropas americanas en la Península, Kim Il-sung se vio forzado a atacarlos en legítima defensa. Luego, al no poder derrotarlos militarmente, los americanos forzaron una arbitraria división de Corea. Desde entonces, Seúl es visto como un “régimen títere” del imperialismo americano. Y hasta el día de hoy persiste una muy militarizada frontera. Por supuesto, esta historia oficial nunca fue sujeto de debate en Corea del Norte y sistemáticamente influye en la mente de los negociadores . Estos últimos, son propensos a pensar que cuentan con una “verdad revelada” y en cambio, sus contrapartes de Corea del Sur, no son más que “títeres” y solo tienen conocimiento de la “propaganda”. De esta forma, podemos advertir que los norcoreanos van a la negociación con sus pares del Sur considerando que no son sus pares, ni se los consideran actores con poder de decisión, es por eso que constantemente buscan como referentes para el dialogo a los americanos.


Mientras que podemos afirmar que el estilo de negociación norcoreano se encuentra en exacta contraposición al americano, simultáneamente podemos señalar similitudes con el perfil negociador de Rusia y China.


Un punto común con sus pares de Rusia y China es la propensión de los norcoreanos a privilegiar los lazos personales. Consideran que una vez construida una relación, los problemas podrán removerse de fácilmente. En este marco, los norcoreanos elevaron una invitación a Clinton para una gira de tres días por el país. En el 2003, diplomáticos norcoreanos viajaron al Estado de Nueva México para dialogar con su gobernador, Bill Richardson, quien se desempeño como Embajador ante la ONU durante el mandato de Clinton. Los norcoreanos privilegiaron este contacto, a pesar de no estar en el Ejecutivo Nacional en ese momento, dado que con él habían establecido buenos lazos en los noventa .


El estilo negociador norcoreano (tal como el ruso y chino) es de jugar de contragolpe. Siempre escucha primero la oferta de su contraparte y luego sugiere la suya. También es poco transparente, poco comunicativo y a menudo, oculta sus emociones. De forma tal de proceder de una forma que no le trasmita información a su contraparte.


Muy presente en las mentalidades y en la conducta negociadora de las tres naciones esta la idea de Estado-Asediado. Aunque, con distinta intensidad según el caso. Corea del Norte entiende que se encuentra amenazada por la presencia americana (cada vez más reducida y sin armas nucleares) en Corea del Sur, por la misma Corea del Sur y por Japón. Para Pyongyang, el país del Sol Naciente, se presenta particularmente sospechoso dado su cada vez más activa política exterior (participación humanitaria en Afganistán e Irak) y su nuevo Primer Ministro quien es considerado un halcón que ha definido a China como una amenaza militar . También tiene buenos motivos para desconfiar de Rusia y China. Con China hay una matriz de intereses comunes, como por ejemplo, el total retiro de los americanos de la Península, pero Pyongyang teme convertirse, eventualmente, en una ficha de cambio por Taiwán. Los rusos ven en el régimen de Pyongyang, un trampolín para proyectar sus intereses en el Pacifico Noreste y son pro Status Quo. Sin embargo, no verían con buenos ojos una definitiva nuclearización del régimen, ya que esto conduciría, muy probablemente, a una nuclearización de Corea del Sur y Japón. No es propósito del trabajo hablar de Rusia y China pero ambos países, en mayor o menor medida, se siente asediados. Para los rusos, la expansión de la OTAN y el despliegue de misiles en Polonia son argumentos más que suficientes. Por su parte, Beijing afirma que los EE UU y sus aliados le están aplicando una estrategia de contención energética al restringirle la compra de activos y empresas occidentales de energía así como también cuando boicotean sus proyectos petroleros en ciertos países (como en Sudan y Asia Central) aludiendo la situación de los derechos humanos.
Los norcoreanos tal como sus pares de Rusia y China prefieren acuerdos abiertos, con énfasis en principios generales y sin precisar demasiado en los detalles ya que estos serán completados, en la mediada que la relación valla creciendo. La preferencia por este tipo de acuerdos por parte de Pyongyang se puede explicar por motivos tales como que le permite escapar a un compromiso concreto, se pueden sujetar a posibles revisiones, le ofrece la posibilidad de reabrir temas y le confieren cierto margen de discrecionalidad a la hora de implementar el acuerdo. No es casualidad que el acuerdo logrado en 1994, negociado por la administración Clinton, encajara con esta descripción. Es así como el acuerdo fue criticado por los republicanos e independientes quienes argumentaban que la supuesta desnuclearización de Corea del Norte no era análoga a la que experimentaron Ucrania y Kazajstán. También argumentaron que se le permitía demorarse más de 5 años en volver al Tratado de No proliferación y que el acuerdo se enfocaba en una única planta, cuando podía haber otras plantas en el país que produjeran plutonio .


Conclusiones.


1) La Grand Strategy y el estilo negociador operan conjuntamente.


Si asumimos que la principal y única carta de negociación de Corea del Norte tiene en el tablero internacional es la amenaza del uso de la fuerza (convencional o nuclear) podemos afirmar que su estilo negociador es altamente funcional a dicha carta. Sistemáticamente, desde el fin de la Guerra Fría, Pyongyang aplica una constante estrategia de obtener réditos internacionales (tales como garantías de seguridad, ayuda humanitaria en alimentos y suministro de energía) a través de ceder, momentáneamente, en la continuación de su programa nuclear o misilístico. Siguiendo a Luttwak , podemos afirmar que Corea del Norte entiende a las negociaciones internacionales, ya sean bilaterales o multilaterales, como una oportunidad para ganar tiempo y recuperar recursos para la continuación, en ocasiones clandestinamente, de sus programas. También debemos ponderar que Corea del Norte no necesita del arma nuclear para disuadir a sus rivales. La disuasión del régimen de Kim Il-Jong pasa por… Fuerzas convencionales: Un gigantesco ejército de aproximadamente un millón y medio de hombres, aunque se encuentran equipados con armamento y equipo obsoleto, constituyen el núcleo duro de la disuasión. La geografía: Seúl, capital y principal centro urbano de Corea del Sur, se halla al alcance de la artillería de Pyongyang. Aún si los estadounidenses tratasen de liquidarla con intensivo y rápido bombardeo estratégico, no sería lo suficientemente rápido como para evitar cuantiosas pérdidas que la artillería norcoreana le infligiría a Seúl. Apoyo popular de los ciudadanos de Corea del Sur: El uso de armas nucleares contra Corea del Norte, difícilmente sería aprobado por los surcoreanos, quienes consideran a sus compatriotas del Norte, victimas más que victimarios. También sería difícil garantizar que daño medioambiental no traspase fronteras.


Por lo tanto, el uso de la amenaza de la fuerza es una estrategia racional de Pyongyang, pero de carácter ofensivo, que busca de hacerse con ganancias.


El estilo negociador de Corea del Norte, caracterizado por su énfasis en las relaciones personales, por su comunicación indirecta, su tendencia a la dramatización y a repetirla en forma de ciclos, pareciera diseñada a para demorar las negociaciones y alterar la paciencia de sus contrapartes. En conclusión podríamos afirmar que existe una, tal vez no casual, complementariedad entre el perfil negociador o la 1° Imagen de Waltz y la Grand Strategy de Pyongyang, es decir, su papel en la 3° Imagen.


2) Dejemos actuar a la vieja balanza de poder.


En un contexto global caracterizado por el creciente intereses de los Estados por hacerse con energía nuclear (indistintamente si es para uso civil o militar), donde existen redes de tráficos de conocimientos y equipo para hacerse con las tecnologías, donde la vitalidad de las instituciones internacionales para poner fin a estas actividades ha demostrado ser raquítica y donde el hegemón ha perdido cierta capacidad de disuasión y disciplinamiento sería muy contraproductivo seguir consumiendo recursos diplomáticos para tratar de evitar que Corea del Norte no se haga con su propio arsenal. Como evidencia podemos mencionar que de los tres integrantes del Eje del Mal solo uno de ellos ha abandonado, tal vez solo por un buen tiempo, su carrera nuclear. Y por supuesto, no fue gracias a la gestión de ONU o la AIE.
La experiencia de la nuclearización del Subcontinente Indio debería ser tenida en cuenta en el escenario del Pacifico Noreste. A casi 10 años de la nuclearización no se produjo ningún temido holocausto nuclear. Por el contrario, los Estados “racionalizaron” su conducta y las escaramuzas que se producen en la frontera de Cachemira no escalo en ninguna verdadera crisis. ¿Por qué presuponer que la nuclearización del resto de los Estados del Pacifico Noreste sería necesariamente distinta y trágica? Asumamos el siguiente supuesto: En 5 años tanto las Coreas como Japón se nuclearizan. ¿No sería este escenario uno mejor que aquel donde solo Rusia y China tienen la bomba? Por lo tanto, en vez de seguir procurando negociaciones y alarmarse cada vez que los norcoreanos pegan un puñetazo en la mesa y se retiran, sería más sustentable dejar actuar a la balanza de poder. Dentro de un escenario signado por el libre funcionamiento de la balanza de poder, los Estados ajustarán sus capacidades constantemente y estarán muy atentos a las movidas de sus vecinos. Además, un escenario como este, favorecerá el juego de alianzas. Muy probablemente, Japón y Corea del Sur deban limar asperezas y consolidar un frente común frente a la triple amenaza de China, Rusia y Corea del Norte. En definitiva, la estabilidad regional tendrá base en la balanza de poder (que descansa en el interés egoísta de los Estados) y no en negociaciones cuya finalidad es ganar tiempo (descansan en la buena voluntad de los Estados).


Bibliografia


Alberto Armendáriz “En alerta máxima, EE UU lo considero una provocación.” Diario La Nación, 5 de julio de 2006.

Walter C. Clemens Jr., “Negotiating to Control Weapons of Mass Destruction in North Korea.” International Negotiation 10: 453-486, 2005.

Guy Sorman “El mundo es mi tribu.” Editorial Andrés Bello, 1997.

Agencias EFE y AFP, “Un “halcón” será el nuevo primer ministro de Japón.” Diario La Nación, 23 de septiembre 2008

Edward Luttwak “Give war a chance.” Foreign Affairs, Julio-Agosto 1999.

Carlos Escudé “La Argentina frente a la cuestión nuclear.” Diario La Nación, mayo de 2007