sábado, 17 de enero de 2009

El ascenso de Brasil: la estrategia de jugar en las grandes ligas y la estrategia a dos frentes.

Introducción.


El motivo del presente artículo es hacer un análisis del ascenso de Brasil y sus implicancias para la dinámica de la seguridad regional. Con el objetivo de estudiar el perfil del actor, en la primera parte del trabajo, se pasara revista a la base económica y la identidad de Brasil. Luego analizaremos el contexto nacional, regional e internacional que actúan como incentivos para la política de seguridad de Brasilia. Tras esta descripción, pasaremos a desarrollar el Plan Estratégico de Defensa Nacional. Por último y, a modo de conclusiones, evaluaremos las implicancias para la región del ascenso de Brasil.

La base económica de Brasil.

El presente boom brasileño tiene su antecedente en 1994 cuando, Fernando Henrique Cardoso asumía la presidencia y lanzaba el Plan Real. El mismo se inscribía, claramente, en el marco de los procesos de reforma de mercado que en dicho momento se hallaban muchas economías emergentes. Brevemente, podemos describir al Plan Real como un amplio paquete de reformas tendientes a frenar la inflación. Con este objetivo en mente se procedió a la privatización de empresas públicas, la apertura comercial, equilibrar el presupuesto y modernizar la economía vía mayor integración con el mundo. En esencia, tanto el Plan Real como el Plan de Convertibilidad en la Argentina fueron la respuesta frente al agotamiento del modelo de sustitución de importaciones. Sin embargo, la fortuna del Plan Real frente a su par argentino se puede explicar por el enfoque gradualista de sus ejecutores, el consenso político y empresarial que lo sostenía y, no menos importante, la popularidad del mismo en la población brasileña. De no haber sido así, Lula no hubiese tenido ningún problema en echar por tierra con el Plan Real en el 2002, muy lejos de esto, Lula profundizo el Plan Real.
Para el 2003-04 comenzaron a tener superávit en la cuenta corriente, esto significa que Brasil no depende de capitales externos para cerrar sus cuentas, puede comenzar a acumular reservas y por lo tanto, es menos vulnerable contagiarse de crisis externas.
En la actualidad, Brasil puede presentar los siguientes logros…Es el 1° productor y exportador de carne cuando hace 16 años era un importador neto. También es el 1° de café, caña de azúcar, naranjas y jugo de naranjas. Es el 2° productor de soja, calzado, resinas, tabaco y bananas. Pero no solo commodities, Brasil también es líder en sectores de alto valor agregado, como tecnología siderúrgica, exploración de petróleo en aguas ultra-profundas (Petrobrás), aviones ejecutivos y regionales (EMBRAER) y el desarrollo de motores mixtos (que funcionan tanto con combustible fósil como con biocombustibles).
La clave de este éxito económico no es ningún secreto, fruto de las reformas y de su continuidad en el tiempo, Brasil se ha vuelto más productivo. Su industria ha despegado y es por eso que ha aceptado la propuesta de los países desarrollados de reducir sustancialmente sus aranceles a los productos manufacturados a cambio de una rebaja en los subsidios y barreras para los productos agrícolas.
En síntesis, la economía brasileña está creciendo tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Aportándole, cada vez más, recursos a su política exterior.

La identidad brasileña.

Para poder analizar la identidad de Brasil, procederemos a utilizar el concepto de Fuerzas Profundas de los autores franceses Renouvin y Druselle. Estos autores definen por Fuerzas Profundas a las condiciones geográficas, las demográficas, los intereses económicos, las características mentales colectivas y otros factores constantes. Estas Fuerzas influyen en las relaciones entre los individuos y ejercen presión sobre sus conductas y actitudes. De esta forma, las Fuerzas Profundas actúan como marco donde se da el proceso de formación de identidad. Analizar la identidad del país no solo nos permitirá conocerlo mejor, sino que también nos dará conocimiento sobre sus aspiraciones, pretensiones y una idea de cual debería ser su lugar en el mundo, según ellos mismos.

Principales dimensiones que componen las Fuerzas Profundas de Brasil.

Dimensión geográfica y geopolítica.
Los números de un coloso: Se trata de un país de 8 547 000 Km2 (el 5° país en términos de superficie) y con un PBI de 1 300 miles de millones de dólares, que lo ubica en el 10° lugar a escala global. Con estos números, Brasil, puede ser categorizado como por lo que George Kennan denominaba un monster country, es decir, un país de dimensiones continentales, un status que comparte solo con EE UU, Rusia, India y China. Con estas dimensiones, deja muy atrás a sus vecinos. Comparándose con el 2° país de Sudamérica, la Argentina solo representa el 21% de su población, el 25% de su PBI y el 16% de su presupuesto de defensa. Solo es superado en PBI per capita, por Argentina, Uruguay y Chile.



Reconocimiento por parte de las potencias extra-regionales: Brasil es reconocido por los EE UU como un actor clave en la región. Según Paul Kennedy, Brasil representa una enorme y dinámica economía emergente, que a diferencia de las asiáticas, cuenta con ricas reservas en recursos naturales los cuales serán recursos estratégicos en el largo plazo. También es un actor fundamental para la estabilidad regional ya que su desestabilización afectaría a todo el subcontinente y por lo tanto, Washington debe ver a Brasilia como un Estado-Pívot y focalizar una política "especial". También se incluyo a Brasil en el denominado BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Es decir, las economías emergentes más importantes. Este reconocimiento no es solo en función de su tamaño, sino, principalmente gracias a su gran desempeño económico en los últimos años.



Regiones de especial interés: La mirada estratégica de Brasilia presta especial atención a dos áreas especiales. En primer lugar, la región del Amazonas. Esta inmensa selva constituye un gran reservorio de biodiversidad y riquezas naturales pero es también una frontera porosa y vulnerable. Tras la finalización de la rivalidad con la Argentina y el comienzo de una era de distensión, Brasilia ha centró su atención en el Amazonas. En este sentido, su nueva política para la región comenzó con un acercamiento a los países de la cuenca amazónica, la firma del Pacto Amazónico de 1976 y el Tratado de Cooperación Amazónica (TCA) de 1979. Brasil comenzó también a participar en los Grupos y Foros Regionales tales como Cartagena, Contadora y Grupo Río. Esta política continuo con el proyecto "Calha Norte" que buscaba poblar las fronteras norte del país. Más tarde, en los 90, llegaría el proyecto SIVAM (Sistema de Vigilancia Amazónica) por el cual se espera monitorear los 5,2 millones de Km2 de la región usando 6 satélites, 18 aviones y 25 radares, entre otras tecnologías. El proyecto esta en funcionamiento parcial y genera cierta polémica dado que el mismo recoge información de países vecinos. La segunda región de especial interés es el Atlántico Sur. En noviembre del 2007, se anunciaron descubrimientos en el costa de San Pablo por 8 000 millones de barriles de crudo en el bloque Tupi. Y en mayo del 2008, el director de la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Bicombustibles, Haroldo Lima, informo que se había descubierto un yacimiento cercano al Tupi con reservas estimadas en 33 000 millones de barriles. De corroborarse estas cifras, Brasil triplicaría sus reservas y pasaría a ser la octava reserva global de crudo. Aún aceptando cierta sobredimensión de las estimaciones, la cifras posicionarían a Brasil, no solo como un país autosuficiente, sino como un exportador. Tampoco debe pasar desapercibido que la mayor parte de su comercio exterior pasa por estas aguas. Por lo tanto, las aguas del Atlántico Sur son cada vez más importantes para Brasil.



Dimensión demográfica.



Cuenta con una población de 196 millones, ubicándose en el 5° lugar, solo por debajo de China, India, EE UU e Indonesia. Su tasa de natalidad presenta un moderado crecimiento del 1, 22% anual. Sin embargo, la población se concentra en las zonas costeras y se encuentra, relativamente despoblado las regiones del interior. Otro punto fuerte es que como fruto de la inmigración y la asimilación de las distintas razas y culturas, Brasil, tiene una amplia y pacifica diversidad étnica y puede presentarse como un crisol de razas exitoso.



Dimensión de pensamiento colectivo de las elites.



Mentalidad de la diplomacia: Según Celso Lafer, el pensamiento de la diplomacia brasileña es la herencia viva del Barón Rió Branco. Este genial diplomático de finales de siglo XIX fue el gran negociador brasileño para la resolución de las fronteras. Lo que podríamos denominar la doctrina Rió Branco, puede "(…) situarse a medio camino – que era el buen camino para Brasil-entre el juridicismo radical no realista, que caracterizo a muchos de sus contemporáneos latinoamericanos, y la pura política de poder de Teddy Roosevelt." La doctrina se caracteriza por desdramatizar la agenda, hacer una lectura grociana de la realidad y reducir el ímpetu de la política de poder. Se "(…) busca construir nuevas soluciones diplomáticas y/o jurídicas en el encadenamiento de los temas relacionados con la inserción internacional de Brasil". En síntesis, se trata de un punto intermedio entre un realismo no agresivo y un institucionalismo no idealista. Un punto ideal para un país como Brasil, grande pero con pocos verdaderos recursos de poder e imposibilitado para enfrentarse con todos sus vecinos a la vez. Como ejemplos de esta doctrina, cita la delimitación de la actividad nuclear en el territorio brasileño para fines exclusivamente pacíficos, la preferencia por la solución de controversias vía procesos de arbitraje y la solución por medios pacíficos de los conflictos internacionales y la voluntad de comprometerse con los organismos internacionales de paz, como la ONU.



Rol autopercibido de Brasil en el mundo: Como pocos países en desarrollo, Brasil, presenta una notoria naturaleza dual en cuanto a su estructura socio-económica. Conviven, a menudo en una misma ciudad, sectores muy pobres con características similares a la de los países más desafortunados, con grupos muy ricos, con estándares de vida propios de los países más avanzados. Esta dualidad, hace que Brasil enfrente desafíos propios de los PD como de los PED y de este modo, se puede presentar como un legítimo interlocutor entre ambos. Celso Lafer denomina a este rol como tertius-inter-partes . La invitación a muchos foros y grupos globales, tales como el exclusivo G-7 o el G-20, son la evidencia de que la Comunidad Internacional reconoce ese rol.

En conclusión, podemos afirmar que la elite brasileña tiene suficientes recursos duros y blandos de poder como para aspirar a jugar en las grandes ligas. Dentro de los recursos duros, podemos enumerar sus dimensiones tales como el PBI, su gran superficie y población que no solo son grandes en términos globales, sino que son aún más grandes en relación a sus vecinos. Por el lado de los recursos de poder blando, o softpower, se encuentra el reconocimiento de su liderazgo en diversos temas de la agenda internacional. Entre ellos podemos mencionar, los biocombustibles, la extracción de crudo en aguas ultra-profundas, las negociaciones para la liberalización del comercio agropecuario en el marco de la OMC, la lucha por el acceso a los medicamentos contra el VIH-SIDA y en líneas más generales y abstractas la representación de los PED en una amplia agenda de temas vinculado al interés de los mismos.



Sin embargo, para ingresar a las grandes ligas, objetivo que bien podría estar representado por la obtención de una silla permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, Brasil necesita desarrollar un poder de disuasión real. Ya que, a pesar de ser el más grande que sus vecinos "(…) en términos de las principales plataformas de armas, como los carros de combate (main battle tanks, MBT), los submarinos y la aviación de combate, los otros países del Cono Sur superan claramente a Brasil." En otras palabras, el poder militar de Brasil es cuantitativo y no cualitativo. Su poder es suficiente como para disuadir a sus vecinos pero insuficiente para proyectar poder con capacidad efectiva e inadecuado para generar una disuasión real frente a una First Class Power.



Esta es la asignatura pendiente que el presidente Lula, su ministro de defensa, Nelson Jobim y su ministro de asuntos estratégicos, Roberto Mangabeira Unger están comenzando a emprender. A continuación analizaremos el contexto nacional, regional e internacional y el Plan Estratégico de la Defensa Nacional.

El contexto internacional, regional y nacional del Plan Estratégico de la Defensa.

La determinación a construir una disuasión real puede explicarse por tres factores. En primer lugar, en el contexto nacional, debemos mencionar la voluntad de liderazgo de las elites brasileñas. En segundo y tercer lugar, es una respuesta a las presiones y desafíos que emanan desde el sistema internacional y la dinámica de seguridad regional.



El primer punto es la voluntad de liderazgo regional de las elites brasileñas y su capacidad de llevar a cabo esta política. Como no es objetivo de este trabajo hablar de política interna, nos bastara con afirmar, que existe en Brasil un fuerte consenso sobre el rol del país. En referencia a este punto, la política exterior de Lula no se diferencia mucho de su predecesor, Fernando Henrique Cardoso. Siguiendo a Alberto Föhrig, podemos afirmar que no hay un jugador de veto interno y, si lo hay, carece de suficiente capital político para representar una alternativa.



El segundo punto son los incentivos que presentan la estructura internacional a partir del 11-S y en mayor medida luego de la invasión estadounidense sobre Irak de 2003. Básicamente, estamos hablando de dos incentivos. Por un lado, la precariedad del poder de disciplinamiento de los EE UU sobre las unidades políticas del sistema internacional y por el otro, el temor que generó en las potencias de 2° y 3° orden la creciente agresividad de la política exterior estadounidense luego del 11-S.



Existe un fuerte consenso entre distintos analistas sobre la precariedad del poder de disciplinamiento de los EE UU. Para muchos, es el principal dato de la gobernabilidad global en la actualidad. Para Paul Kennedy, la continuidad de la sangría en Irak, desgasta los recursos militares y de política exterior de los EE UU y deja sin atender los verdaderos objetivos estratégicos, tales como lidiar con Moscú, Beijing y Nueva Delhi. Estos se benefician con la continuidad de la Guerra de Irak, por lo tanto Washington debería ponerle una fecha a su retirada. La persistencia del conflicto y la inestabilidad en Irak y Afganistán han sobrexigido a las FF AA estadounidenses, reduciendo significativamente su número de tropa disponible y sus posibilidades de intervenir en un tercer país.



Tanto el proyecto nuclear iraní, como la Guerra de Georgia por Ossetia del Sur y la creciente presencia comercial-política de China en África y Latinoamérica, entre otros temas de la agenda global, pueden explicarse, en gran medida, por la ausencia de restricciones por parte de Washington.



Desde la perspectiva del Sur, Carlos Escudé advierte en líneas muy similares a las expresadas por el historiador norteamericano. Según Escudé, el desordenado contexto internacional y la perdida de poder de disciplinamiento de los EE UU habilitan un sustancial margen de maniobra para los Estados Sudamericanos. Como ejemplos menciona, el desafío argentino al orden financiero mundial y la rebeldía comercial de Lula en el ámbito la OMC.
En síntesis, los EE UU no tienen el poder de disciplinamiento que poseían en los años noventas y las potencias regionales están aprovechando el momento para redefinir sus esferas de influencia, sin temer una verdadera sanción o represalia por parte de Washington. Solo resta saber si la Administración Obama podrá revertir este declive.



La brecha de poder entre los EE UU y las potencias de 2° y 3° orden comenzó a ser motivo de preocupación luego de la Guerra de Kosovo, en 1999. Potencias como Rusia y China estuvieron en contra de dicha campaña, no solo porque alentaba y premiaba a los movimientos separatistas, sino por que podía comprometer sus intereses estratégicos a largo plazo, dejándolos en una situación de mayor vulnerabilidad frente a un cada vez más poderoso EE UU, que seguía expandiendo su área de influencia. Tras el 11-S, EE UU invade y ocupa Afganistán y toma bases en Asia Central. De esta forma, se introduce en la tradicional zona de influencia de Moscú, por primera vez desde el fin de la Guerra Fría. Con su presencia en Afganistán, incrementa sustantivamente la profundidad estratégica de su inserción en Asia Meridional/Central y pasa a limitar con China. El miedo volvió a incrementarse en las potencias de 2° y 3 ° luego de la conquista de Irak en el 2003. La caída del régimen de Saddam Hussein, implico para Rusia la perdida de su principal Estado-Cliente en la región y también significo la perdida de contratos petroleros para Francia y China.



En resumen, las potencias de 2 ° y 3 ° orden, temen por el expansionismo americano. Si bien, Washington no cuenta con los recursos ni una verdadera vocación imperial de tratar de conquistar el globo, si existe la justificada percepción de que la Casa Blanca representa una amenaza al status quo regional.



En conclusión, la conducta de los EE UU, tanto por la precariedad de su poder de disciplinamiento como por su agresividad y voluntad de alterar los status quo regionales, incentiva un mayor activismo en la política exterior de las potencias de 2° y 3° orden. Estas últimas, capitalizan el momento en una dimensión ofensiva, es decir, buscan expandir su influencia política (Rusia y China) o en una dimensión defensiva, lo que significa, lograr una disuasión real. En este caso los ejemplos, son los casos de Irán y su decisión de desarrollar su energía nuclear y Brasil con su Programa Estratégico para la Defensa.



El tercer punto, tiene foco en el tablero regional, la cual, también presenta incentivos para el desarrollo de una disuasión real.
En este tablero, sobresale la puja por el liderazgo regional con la Venezuela de Chávez. Gracias a los altos precios de los hidrocarburos de los últimos años, Caracas ha implementado una activa diplomacia petrolera. La cual le permitió hacerse de un eje de países encolumnados a su proyecto, encabezados por Bolivia y Ecuador. La rivalidad con Caracas y la alineación de La Paz y Quito al proyecto Bolivariano, podría dificultar la construcción de un liderazgo regional por parte de Brasil, en el marco de UNASUR y el Consejo de la Defensa Sudamericano. Aunque todavía es temprano para predecir roles, dada lo insuficientemente desarrolladas que se encuentran estas dos nuevas organizaciones, es muy difícil creer que el eje Caracas-La Paz-Quito tenga una participación en línea con las expectativas de Brasilia. Pero más preocupante, es el creciente poderío militar de Venezuela. En el período 2006-07 adquirió armas y equipo por 4 000 millones de dólares, una cifra cuantiosa cuando constatamos que su presupuesto anual ronda los 1 900 millones de dólares. Dentro de las adquisiciones, podemos enumerar 24 aviones de combate SU-30, 54 helicópteros de transporte y ataque, sistemas antiaéreos de corto y mediano alcance M1-Tor, 100 000 fusiles de asalto y planes para instalar una fabrica de dichos fusiles en su territorio. En las esferas diplomáticas y militares se trata de minimizar el creciente poderío militar venezolano, afirmado que se trata de compras que sustituyen equipamiento obsoleto. Sin embargo, quienes no tienen el corset que dichos roles necesariamente imponen, opinan distinto. Es el caso del ex presidente y actual senador José Sarney quien sentenció que es "(…) un peligro para Brasil y América Latina que tengamos una potencia militar instalada en el continente." Y no dudo en revisar el ingreso de Venezuela al MERCOSUR. A pesar que en Caracas afirman que estas compras apuntan a defenderse de una eventual agresión de los EE UU, el diario O Globo dio a conocer declaraciones en las cuales Sarney argumentaba que "(…) Venezuela está comprando armas que no constituyen una amenaza a los EE UU, pero que desequilibran las fuerzas dentro del continente".



En septiembre de 2008, la puja venezolana-brasileña tomo un tono más preocupante para este último, cuando se anunció la realización de ejercicios navales conjuntos entre la Armada rusa y la Armada Nacional Bolivariana, en el Mar del Caribe. La Armada rusa fue encabezada por el crucero de batalla, con capacidad nuclear, Pedro El Grande y realizaron una serie de maniobras conjuntas tales como búsqueda, salvamento en el mar y pruebas de telecomunicaciones. Para fines de ese mismo año, Medvedev visitó Caracas y se firmaron una serie de tratados que, sintéticamente, configuran su relación bilateral como de socios estratégicos. Además de incrementar la compra de armas, Venezuela consiguió que Rusia se comprometiera a aportar tecnología para la construcción de su primer reactor nuclear, para fines civiles.



En conclusión, la rivalidad no es simétrica. Brasil en términos de PBI es 5,5 veces más grande y en función de sus gastos en defensa lo supera en 7,3 veces. Por lo tanto, Venezuela no puede aspirar a rivalizar con Brasil, en analogía como lo hizo la Argentina en los 60 y 70 del siglo pasado. Sin embargo, Caracas puede comportarse como un actor con capacidad de impugnación regional (AIR). Esto significa, que si bien no cuenta con el poder para vetar formalmente acciones de Brasil, este debe contar con su consenso para concretar sus objetivos en el ámbito multilateral (como por ejemplo, las distintas organizaciones de integración regional). Lo que implica que los AIR tienen un potencial poder de chantaje.



El Plan Estratégico de Defensa Nacional.



El 18 de diciembre del 2008, el presidente de Brasil, Lula da Silva, presento el más ambicioso programa militar de dicho país, en 30 años. Se trata del Plan Estratégico de Defensa Nacional, en el cual se presentan las principales directrices y lineamientos generales en materia de seguridad. El Plan fue elaborado en forma conjunta por el ministerio de defensa, la secretaria de asuntos estratégicos y las cabezas de las tres fuerzas militares. El trabajo describe a Brasil como un país políticamente estable, prospero y con una posición de preeminencia en la escena internacional. Se desprende que el nuevo status obliga a rever su política de defensa. Además afirma que si Brasil desea ocupar su lugar en el mundo debe estar preparado para poder responder a las amenazas y decirle no a los actos de intimidación, que los considera moneda corriente en el actual sistema internacional.



El núcleo del plan aborda tres ejes: la reorganización de sus más de 300 000 efectivos, la reforma de la industria nacional de la defensa y la profundización del servicio militar obligatorio.
La reorganización de sus fuerzas.



En coincidencia con un amplio abanico de analistas de estrategia, se reconoce que el epicentro de las preocupaciones en materia de seguridad no es el Sur sino el eje Norte-Oeste-Atlántico Sur. Sin embargo, dado que en el Sur se concentran los principales centros urbanos e industriales, seguirá demandando unidades de las fuerzas. El nuevo eje, pone en evidencia, una vez más, que la Argentina dejo de ser la principal preocupación y que el foco del conflicto se fue trasladando, cada vez en mayor medida, hacia las regiones del Amazonas, los Andes y el Atlántico Sur. En las dos primeras regiones se encuentran los países con mayor inestabilidad política, se producen conflictos trasfronterizos, proliferan actores no estatales hostiles como las FARC y grupos de narcotraficantes, entre otras amenazas. El documento también estipula que el ejército también deber concentrar unidades en el centro del país, para poder ser movilizadas con rapidez hacia donde suceda una crisis y paralelamente deben establecerse reservas regionales para actuar con rapidez.



La marina también debe reposicionarse en función de la nueva geopolítica de la región. Además de defender los grandes núcleos urbanos costeros debe sostener una presencia en el estuario del río Amazonas, en los cursos fluviales del mismo y también en los ríos Paraguay y Paraná. El Atlántico Sur se presenta cada vez más importante, como decíamos más arriba, dado sus riquezas petroleras y como medio de comunicación vital para el comercio. En este espacio, se calcula que existe un amplio margen para cooperar con la Argentina. Las armadas de ambos países tienen una larga tradición de ejercicios conjuntos y de implementar medidas de construcción de confianza. Además de convergir en su visión del Atlántico Sur, ambos países concuerdan en considerar como un factor de malestar, la presencia de Gran Bretaña en las islas Malvinas.



Reforma de la industria nacional de la defensa.



El texto precisa que el principal objetivo de la industria militar brasileña debe ser alcanzar el desarrollo tecnológico independiente. Es decir, producir indígenamente tecnologías de punta, sin caer en ningún tipo de dependencia. Aquí podemos ver como los brasileños vuelven sobre uno de sus principales ideas-fuerzas en política exterior, que es la asociación ente los conceptos de desarrollo y autonomía. Históricamente, la elite brasileña sostuvo que existe una fuerte correlación entre ambos conceptos, a mayor desarrollo; mayor autonomía y viceversa. Si bien, esta idea-fuerza decayó en los 90, por la influencia de los criterios de la globalización, la interdependencia y la percepción de que el nuevo orden mundial sería marcadamente pacifico e institucionalizado. En los tiempos post 11-S y post Irak, la asociación de ambos conceptos vuelve a tener relevancia. Roberto Mangabeira Unger sintetizo este pensamiento afirmando que "Luchamos por establecer la causa de la defensa como inseparable del desarrollo del país".
En la primera parte del Plan podemos encontrar el capitulo "La reorganización de la industria nacional de la defensa: desarrollo tecnológico independiente" donde podremos encontrar las siguientes pautas.



1) La industria debe reorganizarse en función de las siguientes directivas.
a) Se debe dar prioridad al desarrollo de capacidades tecnológicas independientes.
b) Subordinar los intereses comerciales a los intereses estratégicos y reflejar dicha subordinación en un régimen tributario y legal para la industria.
c) Evitar que la industria se polarice entre investigaciones de vanguardia y producción de rutina. Se debe apuntar a lograr producción de vanguardia.



2) Instituir un régimen legal, tributario y regulatorio especial para las industrias del sector. El objetivo de este régimen especial será resguardar a las empresas de las presiones del inmediatismo comercial, otorgándoles distintos beneficios. Como contrapartida el Estado ganara poderes especiales sobre las empresas privadas. Estos poderes serán ejercidos mediante mecanismo de derecho privado, como el denominado "acción de oro" o derecho público como licencias regulatorias. De este modo, la empresa privada puede tener un horizonte más nítido en el largo plazo. Así las inversiones pueden madurar, sin preocuparse demasiado por la rentabilidad en el corto plazo. Para que estos beneficios no generen actitudes de rent seekers entre los empresarios, el Estado ejercerá sus poderes especiales que, básicamente, vigilaran que los beneficios de las empresas sean administrados rigurosamente.



3) La industria estatal de la defensa tendrá la obligación de producir aquellos insumos, equipos y armas que no resulten rentables para las empresas privadas en el corto y mediano plazo. Lo que implica que el Estado tendrá un rol protagónico en el desarrollo de tecnologías de punta. Para lograr esto, deber mantener estrecho vínculos con los centros de investigación de las distintas fuerzas así como también de universidades brasileñas.



4) Dado que para volverse competitivas muchas industrias deben producir economías de escala, que en muchas ocasiones desbordan los límites del mercado brasileño, el Estado se compromete a buscar clientes en el extranjero para facilitar las exportaciones. Sin embargo, el mercado de las exportaciones no debe ser visto como una aspiradora de excedentes debido a que "(…) la exportaciones a mercados globales es un pastel que se reparten muy pocos. Parece pues que deben ser las economías domésticas las que absorban los altos costes de la investigación y producción del sector armamentístico." Mientras que Norteamérica y Europa Occidental representan el 63% y 29% de las exportaciones globales de armas, América Latina no llega al 1%.
5) El plan admite que el futuro del desarrollo de las capacidades tecnológicas depende de la formación de los recursos humanos que del desenvolvimiento del aparato industrial. Por lo tanto, se debe favorecer la formación de científicos e ingenieros dedicados a la ciencia aplicada. La opción por la formación de recursos humanos tiene varias aristas beneficiosas. En primer lugar, se generan empleos de mayor valor agregado y mejores salarios. En segundo lugar, se trata de la opción más viable, ya que de los tres factores de producción (capital-empresas-mano de obra) los recursos humanos son los menos móviles. En tercer lugar, el conocimiento que apliquen a la industria militar seguramente también sea útil en la industria civil, generando así a externalidad positivas.



6) Se propone buscar alianzas con otros países para desarrollar nuevas tecnologías y reducir gradualmente, el volumen de las importaciones. En la búsqueda de estas alianzas, Brasil debe dejar en claro que busca ser un socio y no un mero cliente. También sostiene que los acuerdos deben contemplar que, la mayor parte de la investigación y fabricación se produzca en Brasil. De esta forma, se aseguran incorporar el conocimiento y no convertirse en simples factorías de ensamblado de piezas importadas. En definitiva, este tipo de acuerdo, busca que Brasil se haga con el mayor valor agregado. Nuevamente podemos ver la relación entre autonomía y desarrollo.
El primero de estos acuerdos fue el firmado en diciembre de 2008 y estableció a Francia como socio estratégico. Dicho acuerdo, en línea con lo anteriormente explicado, establece que Francia se comprometerá a transferir la tecnología necesaria para que Brasil construya su primer submarino de propulsión nuclear. El acuerdo también incluye la construcción de 4 submarinos convencionales del modelo Scorpone, 50 helicópteros de transporte de tropas EC 725, un astillero militar y una base naval. Se estima que el monto total de la operación ronda los 9 000 millones de dólares. El presidente de Francia, Nicolás Sarkosy, se mostró favorable también a contribuir con Brasil en el área espacial y en la reanudación de la construcción de centrales atómicas.



Tres motivos, fueron los principales impulsores de la firma del acuerdo con Francia y no con otra potencia. En primer lugar, Paris, a diferencia de Moscú, acepto los requisitos de transferencia tecnológica. En segundo lugar, los galos también apoyan una eventual entrada de Brasil al Consejo de Seguridad de la ONU, si es que algún día se produce su reforma. En tercer lugar, esta el reconocimiento de Francia al liderazgo de Brasil. Durante su visita a Rió de Janeiro, Sarkosy, afirmo que este país debe convertirse en una potencia militar y que un "(…) Brasil poderoso es un elemento de estabilidad para el mundo".



7) Estimular iniciativas conjuntas de investigación entre las FF AA, instituciones académicas y empresas privadas brasileñas. El objetivo será fomentar el desarrollo de un complejo militar-empresarial-académico capaz de alcanzar las fronteras tecnológicas. Se busca así generar sinergias que vallan más allá del sector militar.



Profundización del servicio militar obligatorio (SMO).



Existe un consenso entre civiles y militares sobre la necesidad de profundizar el SMO. Se considera que las FF AA deben identificarse con la Nación y viceversa y uno de los mejores instrumentos para lograrlo es mediante SMO. Se considera que si el joven no se encuentra apto para el SMO debe prestar su tiempo aunque sea para actividades sociales, en provecho de la sociedad.



También entienden al SMO como un justo nivelador republicano, que pone a todos los jóvenes de distintas clases sociales y regiones, en un mismo nivel.
En conclusión, el SMO cumpliría un doble propósito, por un lado, su dimensión militar tradicional de instruir a ciudadanos para transformarlos en soldados y por el otro lado, generar un espacio de identificación de los jóvenes con su nación.

Conclusiones del Plan Estratégico de Defensa Nacional.

Podemos evaluar el Plan en dos planos. Por un lado, en el plano de la política interna y por el otro en el plano de la política exterior.



En el plano de política interna, el Plan demuestra el fuerte consenso en la elite y sociedad brasileña en lo que se refiere a su política exterior y de seguridad. Desarrollar capacidades tecnológicas, es una ardua empresa que necesariamente lleva más tiempo que el mandato del Ejecutivo de turno. Solo por poner un ejemplo, pensemos que el submarino nuclear tardara entre unos 10 o 12 años en construirse. Como ejemplo de consenso podemos mencionar a la figura de Nelson Jobim quien a pesar del alto cargo que ocupa, no pertenece al Partido de los Trabajadores de Lula sino al Partido Movimiento Democrático Brasileño, que integra una alianza en el gobierno con Lula. Dentro de los antecedentes políticos de Jobim, se destaca haber sido ministro de Justicia de Cardoso.



En el plano de política exterior, Brasil consolidará su rol de líder regional o potencia media indiscutida de Sudamérica. Además, si cumplen con las consignas del Plan en cuanto a movilidad, flexibilidad y elasticidad, Brasilia podrá proyectar sus fuerzas más allá del perímetro de sus fronteras. Cumpliendo así con una de las máximas de las grandes potencias, que es la capacidad efectiva de proyectar poder. Lógicamente, esta capacidad será una excelente carta de negociación para su eventual ingreso al Consejo de Seguridad.
Conclusiones: Implicancias para la región.



Nos resta analizar si la intención de Brasil de jugar en las grandes ligas no generara un desgaste y/o pérdida de su credibilidad en su rol de tertius-inter-partes. Vale preguntarse si, un Brasil con una economía más avanzada, con mayor PBI y con una capacidad de disuasión real no podría transformarlo en un Monster Country asustador.



Temiendo esta posible percepción por parte de sus vecinos, la diplomacia brasileña implementa, lo que podríamos denominar, una estrategia a dos frentes.




El primer frente sería la resolución rápida y con un bajo perfil de los conflictos o problemas que mantiene con sus vecinos. Un caso paradigmático fue la crisis del 2006 con Bolivia. En dicho año, Evo Morales implemento un extenso plan de nacionalizaciones que incluyo las inversiones de Petrobrás. Si bien, la nacionalización no fue una buena noticia para Brasilia, en ningún momento, se especulo con contraatacar con una política de poder, como por ejemplo imponer sanciones comerciales, aislar diplomáticamente a La Paz o intervenir en su frágil política interna. La respuesta de Brasil fue una compleja y prolongada renegociación de contratos y precios. Es decir, se opto por una vía diplomática-económica o de softpower. En líneas similares a la negociación con Bolivia, se están dando las negociaciones con Paraguay por la energía eléctrica del Itaupú y con Ecuador por una deuda que el país sostiene con la empresa brasileña Odebrecht.



El segundo frente, es fomentar la integración regional y promover el rol de Argentina como segundo eje de dicha integración. Es así como Celso Amorim habla de construir un MERCOSUR que valla desde el Caribe hasta la Patagonia y que la Argentina tenga un rol más activo en su política exterior. También en este marco, pueden explicarse los recursos políticos y diplomáticos que Brasil destina a UNASUR y el Consejo Sudamericano de la Defensa.
Si Brasil no resulta exitoso en esta estrategia a dos frentes (negociación por la vía del softpower y promoción de la integración regional y de las organizaciones regionales), la estrategia de jugar en las grandes ligas puede chocar con su rol de tertius-inter-partes y con sus deseos de consolidar la integración regional.



El delicado equilibrio entre la estrategia a dos frentes y la estrategia de jugar en las grandes ligas tuvo un tropiezo cuando Brasilia acepto la propuesta de los Países Desarrollados en la Ronda de Doha. La propuesta estipulaba que Brasil aceptaría una fuerte apertura industrial a cambio de que los PD reduzcan sus subsidios y aranceles agrícolas. Esta decisión se tomo sin consultarles a sus socios del MERCOSUR. Esta actitud, condujo a que el gobierno argentino considere, off the record, que "Brasil usa a los países en desarrollo para posicionarse como jugador global y después hace con ellos lo mismo que los países desarrollados."



En el campo de la seguridad regional, un Brasil con unas mayores capacidades militares puede generar incentivos para que sus vecinos opten por políticas y comportamientos de contra-balance. El nuevo poderío de Brasil podría alentar una paradoja: lo que gane en términos militares, lo puede perder en términos diplomáticos, si algunos de sus vecinos optan por comportarse como actores de impugnación regional (AIR). Probablemente para no generar estos miedos, Brasil deberá seguir profundizando su estrategia a dos frentes.



A diferencia de otros líderes regionales (Alemania-Francia en Europa Occidental, Rusia en la CEI o Japón en el Asia Pacifico) Brasil no cuenta con un alto PBI per capita. A pesar de su sostenido crecimiento económico, siguen existiendo grandes bolsones de pobreza e indigencia y estos persistirán en el corto y mediano plazo. Por consiguiente, Brasil no tendría muchos recursos financieros para proveer de bienes colectivos a sus vecinos, como si los pueden ofrecer otros líderes regionales.



En síntesis, dado que Brasil no puede ofrecer sustantivos bienes públicos, se ve condicionado a fortalecer la estrategia a dos frentes. Esta estrategia presenta la ventaja de hacer al liderazgo regional más sustentable, ya que según Brantly Womack, los poderes medios son menos propensos a utilizar discrecionalmente su poder, debido a que temen la intervención de una First Class Power. En consecuencia, tratarán de darles a su liderazgo un tinte más institucional y consensual frente a sus vecinos.



En conclusión, podemos afirmar que la dinámica de seguridad regional estará muy relacionada con la ecuación entre dos variables. La primera variable es el éxito de la estrategia a dos frentes y la segunda variable es el surgimiento de AIR. Esta ecuación presenta presentara una relación directamente proporcional. Mientras más éxito tenga la primera variable, menores serán las posibilidades del crecimiento de la segunda.




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