miércoles, 28 de octubre de 2009

Petróleo en África Occidental: No exento de problemas.

Por Juan Pippia, licenciado en Ciencia Política y estudiante de RRII de la maestría de FLACSO-San Andrés.


Antes de ser primer ministro de Gran Bretaña, Wiston Churchill, afirmó que una de las máximas de cualquier estrategia de seguridad energética, es lograr la mayor diversificación de fuentes posibles. Lógicamente, el objetivo es reducir el posible shock que produciría un corte abrupto en el aprovisionamiento.

En la presente década, África Occidental se presento como el nuevo “El Dorado” de la diversificación energética. En ningún otro lugar del globo, se descubrieron tantos nuevos pozos con tan pocas perforaciones. Entre 1990 y 2005 la producción de petróleo aumentó de 6,5 millones a 9,3 millones de barriles diarios, lo que representa un incremento del 9,9% al 11,2% de la producción mundial. Las perspectivas para el cierre de la década, prometen ser aún más promisorias. El crudo africano tiende a ser de buena calidad y bajo en sulfuro. Lideran la producción Nigeria (2,6 millones de barriles diarios), Angola (1,6 MdBD), Argelia (1,3MdBD), Guinea Ecuatorial (0,42 MdBD) y Gabón (0,24 MdBD). A esta lista, pronto se sumarán, Chad, Congo, Camerún y Ghana. África Occidental ha sido entendida como una fuente alternativa, al eternamente convulsionado Medio Oriente, según el informe sobre la Política Nacional Energética, de 2001 de la Casa Blanca. Por último, debemos mencionar que en África Occidental, predominan los depósitos off-shore y que ningún Estado tiene la capacidad autónoma para desarrollar los yacimientos. Por lo tanto, la participación de las empresas multinacionales es decisiva y,en la mayoría de los casos, los países africanos se mostraron abiertos (no sin condiciones) a la participación del capital extranjero. Destacándose las empresas chinas y estadounidenses. Brasil también está comenzado a ganar protagonismo, como producto del Know How, que Petrobrás tiene en la exploración de aguas profundas.

A pesar de representar una alternativa a Medio Oriente, lejos se encuentra de ser el nuevo “El Dorado” petrolero. La explotación y producción en África Occidental se halla obstaculizada e, inclusive, amenazada por varios factores.

Crecimiento de la demanda doméstica: El auge de los precios del crudo actuó como un boom para las economías petroleras. Paradójicamente, la bonanza económica incentivo un mayor uso de combustible restando el saldo exportable. No obstante, la proporcionalidad todavía le es favorable. Mientras que la producción, aumento en un 91%, el consumo hizo lo propio en solo un 35%.

Robos, sabotajes y corrupción: A pesar de hallarse sobre el mar, las plataformas son a menudo saqueadas por distintas bandas delictivas, en complicidad o no, con las autoridades locales. En África, la infraestructura petrolera suele ser una “victima fácil” de distintas facciones políticas o étnicas que se rebelan frente a la autoridad política central. También se ha vuelto común el secuestro de operarios e ingenieros extranjeros que se encuentren trabajando en África. Pero, sin lugar a dudas, la mayor corrupción es el hecho que la mayoría de los habitantes de África no logran para sí hacerse ni con los más mínimos beneficios de las ganancias petroleras y viven sumidos en una aberrante pobreza.

Volatilidad y violencia política: Recientemente en Nigeria, el grupo insurgente MEND (por sus siglas en inglés, Movement for the Emancipation of the Niger Delta) ha anunciado el cese de la tregua y el comienzo de las hostilidades contra el Gobierno Nacional de Abuja. La volatilidad y violencia le ha costado a Nigeria alrededor de 2/3 de su producción y mil millones de dólares al mes, en concepto de recaudación. No debe descartarse que, si el MEND decide volver a atentar contra la infraestructura, su accionar, seguramente, tendrá impacto en los precios internacionales.

Michael Klare, experto en la geopolítica de los recursos naturales, se atreve a afirmar que - en muchos casos - el petróleo o la mera posibilidad de comenzar a producirlo, genera fuertes incentivos a los grupos políticos para no negociar, establecer un juego de suma cero y buscar apropiarse con la totalidad o mayor parte de las rentas. Además agrega “Cuando este desequilibrio en la asignación de las rentas del petróleo coincide, como ocurre a menudo, con fracturas étnicas, religiosas o políticas, tenemos reunidos todos los ingredientes para un conflicto interno.”

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