martes, 29 de septiembre de 2009

“Path to power: Como la política regional de Brasil está impactando en su status internacional”.


Por Juan Pippia, licenciado en Ciencia Política y estudiante de la maestría de RR II de Flacso San Andrés. Ponencia presentada en el IV Encuentro de CERPi y las II Jornadas del CENSUD. UNLP,IRI, Agosto 2009.


Introducción.


La presente investigación tiene por objetivo evaluar la política regional de Brasil. En la primera parte, analizaremos como las regiones y las potencias regionales configuran el escenario internacional, afirmando que la noción de Seguridad Internacional no tiene tanto poder explicativo como el enfoque regional. Antes de poder apreciar, en su justa medida, a la política regional de Brasil, haremos un breve resumen histórico de su inserción en Sudamérica. A continuación, definiremos a Sudamérica como el área de influencia/pertenencia de Brasil. Luego analizaremos el regionalismo como mecanismo de soft-balancing. Finalmente, emitiremos las conclusiones donde afirmamos que la política regional de Brasil, se acerca a la estrategia de Hegemonía Cooperativa más que al path to power tradicional realista.


La preponderancia del regionalismo y a las Potencias Regionales en el nuevo contexto internacional.

Tras la finalización de la Guerra Fría, distintos autores argumentan que la seguridad tiende a explicarse mejor, si observamos el plano regional y no tanto el plano global. Como evidencia, se aporta que la mayoría de los conflictos, no suelen sobrepasar el ámbito nacional o, en su defecto el ámbito regional. Lo mismo sucede en términos de cooperación. Las organizaciones o alianzas más dinámicas, en materia de seguridad, son de carácter regional o incluso subregional. Encontrándose estancadas, sus pares continentales o internacionales. De este modo, se concluye que hablar genéricamente de seguridad internacional no resulta tan apropiado y la perspectiva regional gana peso.


Quienes examinan este fenómeno, son Buzan y Waever en su obra “Regions and Powers: The Structure of international security.”El libro afirma que desde el proceso de descolonización, el nivel regional de la seguridad, se ha vuelto más autónomo y prominente. Y el fin de la contienda bipolar, lo acelerado. Sin la injerencia de las Súper Potencias (SP), las Potencias Regionales (PR) tienen más espacio para maniobrar.


Los autores critican, que la autonomía relativa de las regiones no es adecuadamente capturada por la estructura uni, bi o multipolar, propia de la teoría realista clásica. Frente a esta insuficiencia del realismo clásico, en Regions and Powers desarrollan la teoría del Complejo de Seguridad Regional. El mismo, permite entender mejor la estructura – definida esta, como los arreglos de las partes del sistema y como esas partes se diferencian entre sí - del balance de poder y las relaciones de poder, hacia dentro de él.Siguiendo a los autores, la perspectiva regional se erige, sobre si misma, como el locus del conflicto y la cooperación. Y se basa en dos supuestos…


A) La declinación de la rivalidad de las SP, reduce la calidad de la penetración de las mismas en el resto del mundo.
B) La mayoría de las Grandes Potencias (GP), en la post Guerra Fría, son “pequeñas GP”. Lo que significa, que sus dinámicas domesticas los alejan de involucrarse estratégica y militarmente en regiones alejadas .


En síntesis, la primer enseñanza de Buzan y Waever nos presenta a un mundo donde la periferia pierde la importancia estratégica que tenía durante el imperialismo y, en menor medida, durante la Guerra Fría. De esta forma, las Potencias Regionales ganan preponderancia en la articulación del orden regional.


“Regions and Powers” también nos deja un útil calificación de las Potencias. Criticando las categorías realistas clásicas, que desconocen el plano regional, divide a las potencias en 3 tipos.


En la cima, coloca a la Súper Potencia: La misma debe tener un poder militar de primera línea, tanto en términos convencionales como nucleares. Así mismo, debe tener una economía que lo pueda sustentar. También debe contar con una capacidad de proyección global. Y, por último, los demás Estados deben reconocerle ese título. En la actualidad, solo los EE UU alcanzan esta posición.


Luego continúa la figura de la Gran Potencia: Es menos demandante. Se distingue de una Potencia Regional, en el sentido que tiene el potencial de alcanzar el status de SP en el corto o mediano plazo. Son capaces de operar en más de una región. Ejemplos serían Francia-Gran Bretaña- Alemania, Rusia, China y Japón.


Por último se encuentra la Potencia Regional: Se definen teniendo en cuenta la estructura polar de un determinado Complejo Regional de Seguridad. Sus capacidades no sobre pasan el plano regional y tienen poca incidencia a nivel global. Brasil, Sudáfrica, India, entre otras serían ejemplos.


El 11-S reintrodujo a los EE UU y los europeos en regiones periféricas y, de esta forma, parecería contradecir la tendencia que describe la teoría de Buzan y Waever. Sin embargo, su involucramiento es especifico (combate a grupos radicales y terroristas), tiene fecha de retirada y su principal objetivo es pacificar, estabilizar y construir Estados autosuficientes en materia de seguridad.


Aún aceptando que las Guerras de Afganistán e Irak, le han dado un sesgo más asiático a la política exterior estadounidense. Lo cierto es que fue al precio de haber descuidando otras regiones y objetivos. En fecha tan temprana como julio de 2006, Paul Kennedy advertía que la continuación de las guerras de Afganistán e Irak le restaba a Washington recursos diplomáticos y militares para lidiar con Moscú y Beijing . O dicho de otra forma, para lidiar con los rusos en Europa Oriental, Caucáso y Asia Central y para pujar con los chinos en Asia Central, el Mar Meridional de China y en la Península Coreana. Es decir, la prioridad por Afganistán e Irak, le restaba fuerzas en otros escenarios regionales.


A diferencia de los años de la Guerra Fría o del periodo imperialista, no existe algo así como una “competencia global”. La mayor parte de las pujas se dan en planos regionales y con objetivos puntuales. Incluso el Estado más poderoso del globo, no pretende ni la dominación ni la hegemonía, le alcanza con mantener el predominio o liderazgo y emprender una estrategia de off-shore balancer frente a otras GP . Actualmente, ninguna GP aspira a convertirse en hegemón global (como son los casos de la UE y Japón) o no cuentan con las capacidades como para proponerse seriamente ese objetivo (Rusia y China). Los puntos más controversiales de la agenda ruso-norteamericana, son temas estratégicos (no proliferación, sistemas de misiles, reducción de armas) o regionales (expansión de la OTAN sobre Europa Oriental y, con menores posibilidades sobre el Caucáso, delimitación de la penetración estadounidense en Asia Central y cooperación entorno a la situación en Afganistán). Lo mismo va con China, donde podemos enumerar, la continuación del litigio en Taiwán, la situación en la Península Coreana, los conflictos limítrofes en el mar meridional de china, etc.


En los últimos años - como producto de lo que podríamos denominar, el ascenso del Sur - la literatura de las Relaciones Internacionales, se ha plagado de artículos sobre la figura de las PR y le auguran una mayor importancia, en el corto y mediano plazo. Para los ya mencionados Buzan y Waever, las PR se constituyen en el polo de la estructura regional. Para Thomas Pederson, los procesos de integración regional se explican mejor, poniendo el foco en las PR .


Mientras que los EE UU experimentan una perdida en su poder de disiciplinamiento , las PR ganan márgenes de acción y buscan transformar estas ventanas de oportunidad, en ventajas más permanentes. En este sentido, podemos mencionar al programa nuclear iraní, el Plan Estratégico para la Defensa de Brasil, la expansión de la influencia china en África y Asia Central e inclusive la incursión de Rusia contra Georgia, pueden entender como oportunidades concretadas, gracias a su nuevo margen de maniobra.


Otros analistas advierten que el contexto internacional, fomenta lo que podríamos denominar un enfoque delegacionista. El mismo asume que, frente a la incapacidad o falta de voluntad de la Súper Potencias y Grandes Potencias, las Potencias Regionales deben ser asumir la responsabilidad de ser garantes de la estabilidad y seguridad de sus respectivas áreas geográficas . De este modo, las PR asumirían facultades delegadas de las GP para ser responsables de sus respectivas regiones. Esta visión, esta presente en el acuerdo militar franco-brasileño de 2008. Los franceses justificaron la venta de armas y la transferencia de tecnologías - para desarrollar su propio submarino nuclear - a sus pares brasileños, aludiendo que deben convertirse en una potencia militar y, así como también apoyarían su eventual ingreso al Consejo de Seguridad de la ONU. En palabras del presidente de Francia, Nicolás Sarkosy, “(un) Brasil poderoso es un elemento de estabilidad para el mundo. ”


El enfoque delegacionista también es redituable para las SP o GP quienes, de esta manera, pueden desentenderse de problemáticas que no desean asumir. Como fue el caso de los EE UU en los años ‘60 y ‘70. Washington sabía que mientras se encontrara luchando en Vietnam, la opinión publica no apoyaría un gran despliegue de tropas en Medio Oriente. Por lo tanto, implementó una política de delegación hacia las Potencias Regionales de Turquía e Irán. Dichos países recibieron un torrente de subsidios y equipamiento militar, con la condición de proteger a Arabia Saudita, mantener a raja la influencia soviética y promover la estabilidad regional .
Pero aún más beneficioso, resulta ser para los Estados receptores de la delegación. Las PR, más allá de si efectivamente puede asumir la delegación, ven mejorada su posición internacional. Dicho título, les permite posicionarse como ordenadoras regionales e implica de facto el reconocimiento de una GP de su status.


En resumen, las regiones y las PR están llamadas a tener un mayor protagonismo en la teoría de las Relaciones Internacionales. Al mismo tiempo, tienen un mayor poder explicativo de los fenómenos que se suceden. Por lo tanto, no estaríamos equivocados en afirmar que parece vislumbrase una tendencia hacia premiar las estrategias regionales y a las PR.
Breve resumen histórico.


Históricamente, Sudamérica fue un lugar marginal en la agenda exterior de Brasilia. Un breve recontó histórico, nos advierte que solo a partir de finales de década del ’70 del siglo pasado, se puede hablar de una estrategia o política brasileña para la región.
Durante el periodo post independencias, las repúblicas hispanoparlantes sospecharon y guerrearon contra lo que veían como una Potencia Colonial insertada en el subcontinente. Sus economías tampoco favorecían la cooperación y el acercamiento. Tanto las económicas de los países de hispanoamericanos como la de Brasil, se hallaban orientadas hacia la exportación de materias primas, con destino a los países centrales. De esta forma, se encontraban poco o nulamente relacionadas.


En el siglo XX, persistiría la desconfianza mutua. Para Brasil, permanecía la idea de que no tenía nada que ganar con la región. Sudamérica era vista como una fuente de inestabilidad, pobreza y de rivalidad geopolítica. Estos prejuicios se reforzaban con la visión cosmopolita de Itamaraty. La misma buscaba estrechar mayores lazos con los países avanzados - particularmente los EE UU - en orden de favorecer su posicionamiento internacional, así como también, beneficiar su desarrollo económico. Ya desde los tiempos del Barón de Río Branco, Brasil consideraba que era de carácter estratégico el lograr establecer un estrecho vínculo con los EE UU.


La oportunidad llegaría con la 2° Guerra Mundial. Luego de pendular entre una neutralidad pro Eje y alinearse junto a los Aliados, Brasilia, se decidió por estos últimos. Apartándose de la neutralidad, Brasil pudo negociar concesiones con los EE UU. Siendo el caso paradigmático, la financiación del Polo Siderúrgico de Volta Redonda , el cual se convirtió en la piedra basal de la industrialización brasileña. De esta forma, se pudo corroborar que, efectivamente, el establecimiento de una relación especial con los EE UU generaría un proceso de empowerment de Brasil, frente a sus vecinos.


Durante la Guerra Fría, la cooperación estadounidense-brasileña atravesó altibajos pero de todos modos, siguieron considerando a los EE UU, como su mayor aliado. Los militares que gobernaban no concebían un Brasil Potencia, sin el auspicio de Washington . Para el resto de los países latinoamericanos, esta relación implicaba que Brasil aceptaba ser el gendarme regional de los EE UU.


1° Proceso de Sudamericanización (1977-79)
El proceso de sudamericanización de la política exterior brasileña, comenzaría a producirse hacia finales de los ’70 y fue producto una combinación de tres cambios en las relaciones bilaterales.
En primer lugar, la relación con los EE UU. La misma experimento un fuerte retroceso, desde el prisma de Brasilia debido a la cuestión nuclear. En el marco de las relaciones especiales, que ambos países sostenían desde la 2° GM, se establecieron distintos acuerdos y políticas tendientes a fomentar el desarrollo de una industria nuclear brasileña. De este modo, se estableció el Cooperation Treaty for the Peaceful Development of Atomic Energy para recibir uranio enriquecido, Common Program for the Research and Estimation of the Uranium Soucers para investigar las reservas de uranio en Brasil, entre otros programas.
Pero la controversia llego cuando Brasil sentía que los EE UU no lo dejan avanzar más allá de cierto límite. Daniel Flemes, argumenta que los estadounidenses no se encontraban predispuesto a transferir el know how necesario que le permitiese a Brasil elaborar el ciclo nuclear completo.
Washington consideraba que si Brasilia lograba desarrollar el ciclo completo - más allá de su promesa de hacer únicamente un uso civil de la energía nuclear - se convertiría en un proliferador nuclear o podría hacerse con la bomba atómica. De esta forma, nunca transfirió a Brasil ni todas las tecnologías ni todos los conocimientos.
Los brasileños se vieron obligados a buscar un nuevo aliado. Y lo logro. En 1975, firmo un acuerdo con Alemania Federal, por el cual se planeaba construir 8 centrales atómicas, con tecnología germana. Pero el acuerdo nunca prospero. Los alemanes fueron victimas de una doble presión: Por un lado, el Departamento de Estado denunció el acuerdo y amenazo a Bonn con sanciones. Y, paralelamente, el parlamento alemán – teniendo en cuenta las violaciones a los derechos individuales que se producían en Brasil - impuso una moratoria de 4 años, a la implementación del acuerdo . Para 1977, Washington había anulado el acuerdo germano-brasileño de cooperación nuclear.


Este incidente, afecto la relación bilateral. Pero más fuerte fue el impacto que produjo en la idea-fuerza que entendía, a la relación con los EE UU como funcional al desarrollo económico.


En segundo lugar, la firma del Tratado de Cooperación Amazónica de 1978. Preocupado por la rivalidad con la Argentina, la diplomacia brasileña busca establecer un “frente despejado” con sus vecinos de la selva amazónica. El tratado es un marco para fomentar la integración y cooperación multilateral, con Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Guyana y Surinam. Países con quienes existían escasas relaciones y existían muchas sospechas. Especialmente, en relación a como debían utilizar los recursos hídricos y forestales del Amazonas .


En tercer lugar, la descompresión de las relaciones con la Argentina. Hacia mediados de década, Argentina y Brasil se hallaban inmersos en una puja regional, que incluía una carrera armamentista y nuclear. La relación comenzó a relajarse en 1979, cuando ambos países, más Paraguay firman el acuerdo tripartito para compatibilizar las centrales hidroeléctricas de Itaipú y Corpus. Más tarde, en 1988 y con ambos países re-democratizados, se firma el Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo. Este amplio tratado incluía diversos asuntos como el compromiso con los valores democráticos, respeto a los derechos individuales y medidas para la construcción de confianza, en el área estratégico-militar . El mismo sería la base para el Tratado de Asunción de 1991 y el lanzamiento del MERCOSUR.


2° proceso de Sudaméricanización (1989-91)


El siguiente periodo de involucramiento de Brasil, en Sudamérica, se da con el fin de la Guerra Fría. En ese entonces, según Matías Spektor, comienza a circular en Itamaraty la idea que advierte que Brasil, debe desasociarse de “Latinoamérica” y que su región de pertenencia/ de influencia debería ser “Sudamérica”. Para los brasileños, Latinoamérica implicaba tres problemas.


En primer lugar, se encuentra México y su proyecto-país. Para los dirigentes brasileños, dicho proyecto-país podría describirse como un canje que sacrificaba autonomía (tanto en materia de política económica y, en menor medida, de política exterior) a cambio de un acuerdo de libre comercio con los EE UU, en el marco del NAFTA. Para los brasileños, los conceptos de autonomía y desarrollo son indivisibles, por lo tanto, el proyecto-país de los mexicanos se les presenta como contradictorio.


El 2° problema con Latinoamérica es su mala imagen financiera y económica. La sucesión de crisis financieras, desde la crisis de la deuda en los ’80 hasta las crisis financieras de los ’90, estigmatizaron a Latinoamérica. Los dirigentes brasileños consideraban injusto tener que pagar tasas más altas para financiarse, por culpa de la irresponsabilidad fiscal e insolvencia financiera de sus vecinos.


El 3° problema es la fuerte proyección de poder que los EE UU emanaban y emanan hacia Centroamérica y el Caribe . En términos geopolíticos, no sería impreciso afirmar que la región esta siendo o ha sido absorbida por Norteamérica. En un breve recontó histórico, podemos mencionar alrededor de 100 intervenciones armadas, promoción de golpes de Estado o derrocamiento de gobiernos rivales a sus intereses, entre otras acciones que conformaron a la región como un gran lago estadounidense.


En la actualidad, la incorporación de los países centroamericanos y caribeños a alguna institución o mecanismo de Regional Governance sudamericano o auspiciado por la diplomacia de Itamaraty, deberían enfrentar con los siguientes formidables obstáculos…


1. La mayoría de los países de la región han firmados tratados bilaterales de libre comercio con los EE UU y la mayoría de sus exportaciones se dirige hacia dicho mercado. Claramente, se trata de una interdependencia económica, altamente asimétrica.
2. Ofrecen su territorio para la colocación de bases militares. Como por ejemplo, Reina Beatrix en Aruba, Hato Rey en Curazao y Comalapa en El Salvador.
3. Acompañan y apoyan los principales lineamientos estratégicos de Washington, en política internacional. En ese sentido, podemos mencionar que Nicaragua, Honduras, El Salvador y República Dominicana enviaron tropas a Irak.
4. Lógicamente, también acompañan las iniciativas de seguridad que Washington propone para su región. Es por eso que se evalúa la posibilidad de entrenar a las FF AA locales para combatir nuevas amenazas, como las bandas delictivas denominadas maras. La posibilidad de la creación de un Batallón Conjunto de las FF AA centroamericanas para realizar operaciones de estabilización. Presumiblemente, se usarían intervenir, bajo mandato de ONU u OEA, en Estados Fallidos de la región .


En síntesis, Centroamérica y el Caribe es área de influencia directa de los EE UU y no hay probabilidades reales de proyectar influencia efectiva, en el corto y mediano plazo.
Sudamérica como área de influencia/pertenencia.


La 1° idea ordenadora de la estrategia regional de Brasil es la definición de Sudamérica como área de influencia/pertenencia. Deliberadamente, utilizamos las palabras influencia y pertenencia ya que consideramos que Brasilia entiende a la región tanto en términos realistas como institucionalistas. Ya que es tanto, una región hacia donde proyectar influencia, como un espacio para construir instituciones y comunidad. Por ejemplo, frente a la persistencia de la conflictividad en Colombia, la respuesta de Brasil es doble: Por un lado, busca canalizar la crisis vía mecanismos de Regional Governance, como el UNASUR (respuesta institucionalista). Y, al mismo tiempo, refuerza la vigilancia de su frontera e incrementa su presencia militar (respuesta realista).


Siguiendo a Matías Specktor, Sudamérica debe ser prioritario en la agenda exterior de Brasil por tres motivos.


1. La región importa porque es la mayor fuente de inestabilidad: La inestabilidad, puede afectar las credenciales democráticas y pacificas de la región, la cual, puede jactarse de no sufrir de una guerra inter-estatal desde 1995. Brasilia es conciente que la inestabilidad puede llamar la atención de Washington y convertirse en una excusa para la intervención e injerencia en los asuntos sudamericanos (como actualmente, está ocurriendo en Colombia). Lógicamente, a mayor participación de EE UU en la región, menor será el liderazgo de Brasil en la misma. Por lo tanto, el regionalismo de Brasilia, procuraría protección contra riesgos más que acumulación de poder.


2. La región puede servir de escudo: En el largo plazo, el objetivo de Brasilia sería convertir a la región en un escudo. Tanto frente a amenazas económicas globales (como fueron las crisis financieras de los noventas) como la intervención política o militar de Potencias off.-shore .


3. La región puede ser una importante fuente de acumulación de poder: En términos de la teoría del Complejo de Seguridad Regional, Brasil ya es una PR. Sin embargo, aún no cuenta con el reconocimiento de sus vecinos y por lo tanto, difícilmente, lo apoyarían en su candidatura al Consejo de Seguridad de la ONU. No obstante, Brasilia puede aspirar a que la región se convierta en una suerte de plataforma para su posicionamiento global.


Para Susanna Gratius, la región sudamericana, no debe ser entendida como una realidad geográfica sino más bien como un proyecto geopolítico que busca crear su propio ámbito de influencia .


En líneas similares argumenta Amaury de Souza, quien advierte que Brasilia diferenció, políticamente, a Sudamérica de su relación con el resto de América Latina. Esta diferenciación, se profundizó con la iniciativa estadounidense, de establecer el ALCA, a nivel hemisférico. La iniciativa, habría licuado el poder de mercado que representan los 2oo millones de consumidores brasileños y, al mismo tiempo, habría desplazado a las exportaciones industriales y de alto valor agregado que sus empresas venden al MERCOSUR. La negativa brasileña fue sintetizada en una frase de su entonces canciller, Celso Lafer quien advirtió “El MERCOSUR es el destino y el ALCA es opcional ”. Relativizando así, la iniciativa de Washington y escudándose en el MERCOSUR.


Sennes, Onuki y Oliveira también advierten que los dos principales pilares de la inserción internacional de Brasil pasan por la delimitación de Sudamérica como área de influencia y el multilateralismo. Los autores también coinciden en señalar la existencia de un proceso de sudamericanización de la política internacional brasileña y una creciente implicancia y militancia en los asuntos regionales .


La jerarquización de Sudamérica, en la agenda internacional de Brasilia, puede explicarse en función de dos factores.


En 1° lugar, posicionamiento global. No se puede aspirar a ser una Gran Potencia (en términos de Buzan y Waever) sin no tener - por lo menos - un claro liderazgo en su región de origen. Sin llegar al extremo de establecer una hegemonía regional en el sentido de Mearsheimer , Brasilia debe asegurarse ser el actor decisivo en Sudamérica. En ese sentido, le correspondería tener un rol protagónico a la hora de definir los asuntos de seguridad de la región. De la misma forma que es impensado un acuerdo de seguridad para el ex espacio soviético, excluyendo a Rusia o un arreglo de seguridad regional, en el Sudeste Asiático, sin China, Brasil debe tener un papel relevante en la agenda de seguridad regional.


Actualmente, Brasilia no ejerce un rol protagónico en la agenda de seguridad regional. Se presentan varios impedimentos.


En primer lugar, deberíamos afirmar que su status regional, no es acompañado por su capacidad militar. Es decir, su prestigio es más grande que su poder real. En palabras de Maquiavelo, Brasil es un príncipe más respetado que temido. Lo que siguiendo al genio de Florencia, no es exactamente lo más aconsejable para un príncipe.


Demás esta decir que, de considerar seriamente su postulación al rotulo de Gran Potencia deberá desarrollar unas FF AA, covalentes con dicho título. A pesar de contar con el presupuesto de defensa más alto de la región, sus FF AA, no son necesariamente las más sofisticadas. Las FF AA de Colombia, Venezuela y Chile, principalmente, y Perú y Ecuador en menor medida, han incrementado sus presupuestos de defensa más aceleradamente que los brasileños y han incorporado avanzados sistemas de armas.


Chile. Las principales incorporaciones son1 fragata tipo 22 , 4 fragatas tipo 23, 2 submarinos tipo Scorpone, 1 buque petrolero de flota, Misiles Exxocet MM40 SM39, 140 tanques Leopard II, 139 vehículos blindados de transporte YPR 765, 100 vehículos Hummers , 12º vehículos de combate de IM, 5 helicópteros 52 MK-1, 40 tanques con sistema de apoyo antiaéreo, aviones F -16 (10 nuevos a EE UU y 18 usados a HOL), 142 misiles AIM 120, 6 helicópteros Bell. Las FF AA chilenas se vieron favorecidas por los extraordinarios precios del cobre de los últimos años. En el 2005 - la transferencia por la ley secreta del cobre – alcanzo los 800 millones de dólares, para el 2006 llegaría a los 1 100 millones y para el 2007, 1 390 millones. Tengamos en cuenta, que a finales de los noventas, la transferencia rondaba los 250 millones .


Perú: 4 fragatas clase Lupo, 8 lanchas de combate, 2 buques cisternas, modernización de portatropas blindado M113, tanques T-72 de segundo uso, 500 misiles antitanque Kernet. Recuperación de sus principales aviones, U.A 238, U.su 25, Antonov, etc. Debemos ponderar que Las adquisiciones y modernizaciones tienen por objeto balancear el creciente poderío chileno. País, con quien sostiene un litigio marítimo, así como también una histórica rivalidad.


Colombia: Adquirió 12 helicópteros UH-60 Black Hawk, helicópteros de transporte rusos MI-17 y respaldó la modernización de equipo aeronáutico, fluvial y de combate terrestre, de forma paralela con la cooperación de EEUU. También compró 25 aviones tucano para apoyo cercano. Se busca reforzar la movilidad y rapidez en el despliegue de tropas. Junto con Chile, Colombia, es uno de los países que más gasta en términos de porcentaje del PBI. Los estrategas colombianos advierten que deben lidiar con un triple frente compuesto por las Guerrillas-Venezuela-Ecuador. Lo cual le genera un dilema a Bogota: ¿Debe invertir en armas ligeras y móviles para luchar contra la guerrilla o armamento más poderoso como para luchar con un ejército regular?


Venezuela: Compró 5 buques patrulleros, 1 buque tanque, 1 remolcador oceánico, 48 patrullas clase Rodman, 4 submarinos 636, 15 helicópteros MI-35, 24 aviones SU 35, 12 aviones de carga ILYUSHIN II-76, helicópteros MI-17 . Al igual que el caso chileno, el alza de los commodities favoreció la compra de armamento. A pesar de sostener que su principal hipótesis de conflicto es una invasión de una first class power y que la respuesta sería una guerra asimétrica, las compras de Caracas indican que desean desarrollar una cierta capacidad de proyección de poder.


La lectura estratégica, de estas incorporaciones es doble. Por un lado, nos advierte que “(…) implican un importante salto tecnológico que habilita operaciones militares más complejas y de forma sostenida por más tiempo, en lugares más alejados de los centros de reabastecimiento al incorporar buques logísticos o cisternas .” Es decir, no solo se tratan de adquisiciones que buscan “reemplazar material y armas obsoletas” - como es común escuchar -sino que buscan ganar capacidad de proyección de poder. Por el otro lado, de sostener su liderazgo real y, no solo en términos de prestigio, Brasil debe profundizar y, en la medida de lo posible, acelerar su Plan Estratégico para la Defensa Nacional. El objetivo sería transformarse en una potencia militar cuantitativa pero también cualitativa. En ese sentido hay mucho para hacer.


En 2° lugar, en Sudamérica se encuentran los mayores desafíos. Más precisamente, en la región andina, con epicentro en Colombia.


La región andina se caracteriza por una combinación de Estados débiles a la hora de proveer seguridad y bienes colectivos básicos, fuerte accionar de actores no estatales hostiles (como guerrillas, crimen organizado, narcotráfico, etc.) un largo historial de pobreza y oscilaciones entre inestabilidad política-institucional y estabilidad al precio de caudillismos autoritarios . También existe la posibilidad que algunos Estados del arco andino, devengan en Estado-Fallidos, siendo el caso más probable Bolivia.


Pero sin dudas, el epicentro de la inestabilidad es Colombia y la persistencia de las distintas guerrillas, como las FARC. Asociándose con grupos narcotraficantes para obtener financiación, las FARC y otros grupos guerrilleros, representan una amenaza para la integridad territorial de Bogota. Frente a estas amenazas, Colombia estableció un acuerdo estratégico con los EE UU. Por el cual, a través del Plan Colombia, Washington se comprometió con créditos, financiación para la compra de equipo y armas y despliegue de asesores militares para instruir a sus pares colombianos, en la lucha contrainsurgente. En resumen, la subregión representa dos focos de inestabilidad interrelacionados: El narcotráfico/ guerrilla y la presencia militar estadounidense.
Buzan y Waever advierten que la agenda de seguridad, en la post Guerra Fría, de los EE UU para Latinoamérica – centrada en drogas, migraciones, medio ambiente, insurgencia y crimen organizado - refuerza su penetración al Sur del Río Bravo. Siendo particularmente más fuerte en México, América Central y, de manera creciente, en los países andinos. En estos países, los problemas son más intensos y cercanos a los intereses de los EE UU.


Los sucesos del 11-S y la redefinición de las FARC, como grupo terrorista, justifican un mayor engagement. Tal es la presencia e injerencia de los EE UU, en la problemática colombiana, que los autores especulan con la posibilidad que la subregión andina se “desprenda” de la dinámica regional de Sudamérica y sea absorbida por Norteamérica . Sin llegar a dicho escenario, si estamos en condiciones de advertir que la influencia de los EE UU en Colombia, es mayor a la que ejerce Brasil.


Frente a la persistencia del conflicto colombiano y, de manera más general, frente a la inestabilidad en la subregión, Brasil ha emprendido el siguiente paquete de políticas.
Intervención política y diplomática, enmarcada en una estrategia de soft power: Este ha sido el instrumento más utilizado por Brasil y su característica distintiva frente a sus pares del BRIC. Mientras que Rusia, China e India son potencias nucleares y han ejercido el poder en crudo cuando tuvieron la oportunidad. Brasil busca ingresar al escenario global, vía intervención política y diplomática .


La intervención política y diplomática puede explicarse como producto de la negativa a ejercer políticas de poder en crudo o hard power. Negarse a utilizar dichas políticas, puede entenderse por dos motivos.


En primer lugar, a pesar que en el corto plazo, Brasil podría ganar, evalúan que el ejercicio del poder en crudo favorecería, en el mediano y largo plazo una coalición regional que busque balancearlos.


En segundo lugar, Brasil no cuenta con tantos recursos duros de poder, como otras Potencias Regionales. Brasil no podría castigar a alguno de sus vecinos, en la misma medida que Rusia castigó a Georgia. O de la misma forma, que los EE UU intervino - casi impunemente - en Centroamérica.


Frente a estas limitaciones, Brasilia ejerce el poder en crudo solo bajo ciertas circunstancias, que le asegurar que los demás Estados vecinos no lo perciban como una potencial amenaza. En 1996, el general Lino Oviedo, justificándose en supuestos casos de corrupción, amenazo con destituir, vía golpe de Estado, al presidente Juan Wasmosy de Paraguay. Pero el golpe nunca prosperó porque desde Brasilia, le restaron cualquier apoyo y le recordaron a los conspiradores que el golpe, violaría la cláusula democrática del MERCOSUR. En este caso, Brasil actuó según lo establecido por las normas del MERCOSUR. Las mismas advierten que un golpe de Estado, en cualquiera de los países miembros, será sancionado con una expulsión del mercado común. La Argentina también argumento la Cláusula y de esta forma la acción de Brasil, no quedaría aislada .


En el 2004, Brasil asumió el mando militar de la MINUSTAH, contribuyendo con 1 200 militares y policías. Con un mandato amplio; Brasil, Argentina y Chile buscan estabilizar y normalizar la convulsionada isla caribeña. Lógicamente, en este caso, el ejercicio del poder en crudo, se realizo en el marco de una misión de paz de ONU .


Rol de mediador: Otro instrumento que Brasil ha emprendido para con la subregión andina, es asumir el rol de mediador, frente a los distintos conflictos ocurridos. Apoyado en su historial pacifico y centrado en el derecho internacional, Brasilia se ha ofrecido como mediador en diversos conflictos regionales. Asume este rol tanto con una finalidad “ofensiva”, como incrementar su prestigio internacional, o “defensiva”, como podría ser evitar que un spill over regional que lo afecte.
Esgrimió su rol en la mediación de la Guerra peruana-ecuatoriana de 1995, junto a los EE UU y la Argentina. En este caso, la motivación de Brasilia, puede explicarse por la intención de incrementar su prestigio internacional. Objetivo en gran medida coronado, con la firma del acuerdo de paz, en Brasilia, en 1998.


A comienzos del primer mandato de Lula – cuando todavía no se sabía las implicancias y éxito que tendría Uribe frente a las FARC - Brasilia, se ofreció como mediador entre las partes en conflicto . La mediación, hubiese permitido a Brasil ganar cierto protagonismo en el conflicto más prolongado de la región sudamericana. Al mismo tiempo, le hubiese permitido contraponerse y diferenciarse de la intervención norteamericana. Brasilia podría haberse presentado a sus vecinos, como la respuesta “no militar” a la problemática de las FARC. En contraposición a los EE UU quienes, lógicamente, representarían la “respuesta militar” de la mano del Plan Colombia. Pero los planes de Brasilia naufragaron tempranamente cuando Bogota rechazo su participación.
Construcción de mecanismos de Regional Governance, el Tratado de Cooperación Amazónica: A mediados de los 1970, la Amazonía comienza a ser percibida como una zona vulnerable a dos tipos de amenazas. Por un lado se temía que las Grandes Potencias buscasen desnacionalizar la selva y transformarla en alguna suerte de Patrimonio de la Humanidad, que restringiese o anulase la soberanía brasileña sobre el inmenso bosque tropical. Brasilia temía que lo escasamente poblada y desarrollada que se encontraba la región, favoreciera una política de hechos consumados, por parte de las Grandes Potencias.


Paralelamente, la amazonía comienza a verse afectada por la actividad de distintos actores no estatales de carácter hostil. Es decir, lo que en la actualidad denominamos nuevas amenazas, como el narcotráfico, las guerrillas, el crimen organizado, saqueadores de recursos naturales, etc.
Frente a este doble desafío, Brasilia considera que debe ejercer un control efectivo. Y la mejor estrategia para logar un control efectivo, es poblar y desarrollar esta vasta pero inhóspita subregión. Sin embargo, movilizar población y FF AA hacia la amazonía, tradicionalmente inhabitada, podría generar sospechas en sus vecinos, quienes podrían resucitar la idea irredentista sobre la permanente expansión brasileña. Sus temores podrían traducirse en políticas de balance y si así ocurriese, lo que Brasilia habría ganado en poblamiento y desarrollo, lo perdería en términos políticos y diplomáticos en la relación con sus vecinos. Tengamos en cuenta, que hacia mediados de 1970, la interacción de Brasil con sus vecinos de amazónicos era escasa y marginal. Podemos mencionar, a modo de evidencia, que el presidente Figueiredo, fue el 1° presidente en ejercicio en visitar Perú, Colombia y Venezuela .


Por lo tanto, con el doble propósito de eliminar sospechas por parte de sus vecinos y re-afirmar la soberanía de las partes sobre la Amazonía, Brasil impulso la firma del Pacto Amazónico de 1976 y luego el Tratado de Cooperación Amazónica de 1978. En síntesis, los acuerdos firmados se caracterizan por expresar un conjunto de normas y principios comunes para regular las relaciones inter-estatales en el ámbito amazónico. Están escritos con la suficiente flexibilidad, como para evitar temores por parte de los países vecinos. A pesar de apelar al concepto de integración y a temas comerciales, los acuerdos ponderan, en mayor medida, al concepto de cooperación y a temas jurídicos y geográficos .


El marco de los tratados y pactos, le permitiría perseguir sus objetivos de control efectivo, sin generar sospechas en sus vecinos. Al mismo tiempo, frente a la potencial amenaza de la desnacionalización del Amazonas, los acuerdos generaron una posición común y de mayor peso, que la que Brasil podría sostener por si solo. No sería equivocado afirmar que, mediante los acuerdos, Brasil busca aglutinar, a los países del Amazonas, en un regionalismo coherente y unificado que actuaría como política de contrabalance frente a las pretensiones

desnacionalizadoras de las Grandes Potencias, en el Amazonas. Políticas de enmeshment frente a Venezuela: El auge del precio del crudo, experimentado a partir del 2004, y las pretensiones de liderazgo regional del presidente Chávez han transformado a Caracas en un activo actor del escenario latinoamericano.


Su estrategia regional podría sintetizarse en tres puntos. A) La diplomacia petrolera: el activismo chavista puede explicarse, en gran medida, por el favorable contexto internacional que atraviesan los hidrocarburos. B) Proyecto Político Regional: el régimen de Caracas busca “exportar” su proyecto político. El mismo se basaría en la combinación de altas dosis de anti-norteamericanismo, la noción de un proyecto bolivariano y lo que autodenomina socialismo del siglo XXI. Y C) El liderazgo carismático de Chávez. Su estrategia regional ha logrado un éxito considerable y Caracas puede jactarse de haber alineado detrás de su égida a La Habana, La Paz, Managua y Quito. Alejandro Corbacho, director del Departamento de Ciencias Políticas del UCEMA, advierte que “(…) se está consolidando un Eje energético-ideológico” que puede describirse como “(…) nacionalista, sin compromiso hacia los mecanismos de la democracia representativa de raíz liberal y antiglobalización .”


En síntesis, el régimen de Caracas representa un desafío al liderazgo regional brasileño. Una de las estrategias que Itamaraty está empleando frente a Venezuela es una política de enmeshment.


Definimos por enmeshment : a la creación de un entramado legal-normativo-formal que “enrede” al Rouge State de forma tal que les reduzca sus márgenes de maniobra unilateral, los someta a un comportamiento previsible y lo implique en una relación de interdependencia - tanto en materia de seguridad como en términos comerciales - con sus vecinos . La política de enmeshment tiene por objetivo moderar los impulsos del Rogue State y, mediante la interdependencia, producirle nuevos incentivos que le generen una actitud más consensual.
Las políticas de enmeshment son comunes en la región del Sudeste Asiático, donde las naciones del ASEAN buscan “enredar” a China para moderarlo y, al mismo tiempo, “enredar” a los EE UU para involucrarlo en sus asuntos de seguridad. En el caso sudamericano, Brasil buscaría “enredar” a Venezuela, con el objetivo de “domesticar” al régimen chavista y disolver o, por lo menos, aminorar su estrategia regional. En este sentido, Brasil invito a la República Bolivariana tanto al MERCOSUR como a la UNASUR/Consejo de Defensa Sudamericano. En dichas organizaciones, Caracas tiene voz y voto pero a cambio de sujetarse a ciertas reglas.
Advirtiendo que aún no ha transcurrido un tiempo suficientemente largo como para poder evaluar correctamente la política de enmeshment. Podemos comenzar a divisar que dicha política no parece estar “moderando” a Venezuela.


En cuanto al MERCOSUR, existen serias dudas de que Venezuela puede, efectivamente, compatibilizar sus tarifas aduaneras con el arancel externo común (AEC) del bloque. Hasta que Venezuela no baje sus tarifas y las equipare con las del AEC, el comercio bilateral crecerá pero no con la velocidad necesaria (como la experimentada por la economía argentina en los primeros años del MERCOSUR) como para poder generar interdependencia.


En términos de seguridad, las perspectivas de crear interdependencia y, de esta forma, “enredar” a Venezuela son todavía menos promisorias. El Consejo Sudamericano de Defensa tiene objetivos poco ambiciosos, parece un traje a medida para Brasil y puede reducirse a la mera figura de un Foro . Para poder generar mecanismos de enmeshment, los acuerdos de seguridad deberían ser más profundos y tender hacia algún tipo de institucionalización. Sin llegar al extremo de constituir una suerte de OTAN del Atlántico Sur, es posible reproducir modelos y experiencias similares a la de Europa Occidental tras la 2° GM. Es decir, comenzar a diseñar políticas que tiendan a recrear la idea de Karl Deutsch de Comunidades de Seguridad. Por lo tanto, ante la ausencia de mecanismos y acuerdos de seguridad profundos, Chávez puede eludir fácilmente quedar “enredado”. Por el contrario, ha utilizado el Consejo para fines propios como denunciar el imperialismo estadounidense y recriminar a su par colombiano por su alianza con los EE UU .


Inclusive, podríamos afirmar que Chávez tiene su propia política de enmeshment, para hacerle frente a Brasilia. En un plano diplomático, Venezuela - a través de la adquisición de armas, la realización de ejercicios conjuntos, el estrechamiento de vínculos políticos y, posiblemente, la compra de tecnología nuclear – está tratando de “enredar” a Rusia en los asuntos de seguridad de la región. Aunque no podríamos afirmar que Rusia respaldaría a Venezuela, llegado el caso, tampoco podemos negar la evidencia. La misma nos demuestra, por un lado, la voluntad de Caracas de involucrar a Rusia en la región y, simultáneamente, los deseos de Moscú de volver a tener una injerencia en la región.


Pero es Colombia, por lejos, el Estado sudamericano que mejor ejerce la política de enmeshment. A comienzos de siglo, la instauración del Plan Colombia, le permitió a Bogota incrementar, sustantivamente, el poderío de sus FFAA. Luego del 11-S la ayuda militar creció aún más, transformando a Colombia en el 3° o 4° (según el año) país-receptor, solo por de bajo de Israel, Egipto y Arabia Saudita. Se financió la compra de armamento, equipos, helicópteros y tecnologías de combate. Pero lo más importante fue la contribución al know-how del Ejército colombiano. Gracias al aporte de las Fuerzas Especiales del Ejército de los EE UU (SF) y así como también a contratistas privados, el Ejército colombiano adquirió valiosos conocimientos en combate contrainsurgente. Y dado los intereses de los EE UU en mantener una presencia militar en la región, es muy probable que está política de enmeshment continué en el mediano plazo.


En resumen, las políticas de enmeshment de Brasil sobre Venezuela, aún no presentan resultado verificable. Resta saber si podrá arrojar resultados, en el largo plazo. Por el lado de Caracas, podemos advertir que su política de enmeshment sobre Rusia, se encuentra todavía en una etapa muy embrionaria. No así, el caso colombiano, donde se podría llegar hablar de una relación estratégica, con perspectivas de continuar en el mediano plazo.


El peor escenario para Brasil, sería una profundización de las relaciones ruso-venezolanas y una continuidad e institucionalización de la presencia norteamericana en Colombia, en analogía con su inserción en Medio Oriente, Europa o Asia-Pacifico.


El regionalismo como mecanismo de soft-balancing.


Otra idea que prevalece a lo largo de toda su política regional, es la utilización del regionalismo como mecanismo de soft-balancing. Definimos soft-balancing como a las acciones que, evitando entrar en confrontación directa y dado la imposibilidad de balancear vía medios militares, buscan llevar a cabo políticas que debiliten o encarezcan el margen de maniobra del más poderoso .


El regionalismo brasileño, como mecanismo de soft-balancing, parecería seguir el modelo de Hegemonía Cooperativa de Thomas Pedersen. Como ya dijimos más arriba, el autor afirma que los distintos procesos de Regional Governance se explican mejor, poniendo la lupa sobre las Potencias Regionales. Define a Hegemonía Cooperativa como una grand strategy que busca crear un orden regional estable. El mismo estaría comprendido por un rol activo de la PR, creación de soft rules, arreglos voluntarios entre los Estados, el uso de pagos laterales y power sharing para con los Estados menores y la tendencia a institucionalizar y formalizar los procesos políticos regionales. Al mismo tiempo, en el marco de dicha estrategia, las PR podrían expandir sus intereses nacionales, sin hacer uso de medios coercitivos y sin generar desconfianza entre sus vecinos. Esta estrategia es propia de Potencias, sin mucho poderío militar pero abundante en recursos de soft power.


En este sentido, Brasilia cumple con muchos de los requisitos de Pederesen y su estrategia de Hegemonía Cooperativa.


Rol activo en la región: Existe un consenso generalizado que no duda en afirmar que Brasilia no solo un tiene un rol activo, sino que podría definirse como protagónico.


Soft Rules: A diferencia de la experiencia europea, en el regionalismo sudamericano la mayoría de las reglas que se establecen no son de carácter obligatorio, ni tampoco existen mecanismos de aplicación. La mayoría de las dediciones regionales, se toman por consenso o unanimidad.


Arreglos voluntarios: Brasil no ejercer su poder en crudo para presionar a sus vecinos a firmar distintos documentos regionales. Prevalece el consenso, aún al precio de lograr eficacia.


Pagos laterales: Se define como los beneficios materiales que los Estados vecinos obtienen de la PR a cambio de aceptar su liderazgo. Dado que la economía brasileña, a pesar de su sostenido crecimiento, aún contiene grandes bolsones de pobreza e indigencia los Pagos Laterales de Brasil son pequeños comparados con otras PR con un mayor nivel de PBI per capita. El acceso a su mercado doméstico, por parte de sus socios del MERCOSUR, podría ser considerado como el principal mecanismo de pagos laterales. La compra de gas natural a Bolivia e hidroelectricidad a Paraguay podrían ser otra forma.


Power Sharing: Se define como la capacidad de compartir poder con sus vecinos. Según algunos autores Brasil mantiene un power sharing con la Argentina . En ese sentido, Brasilia considera Buenos Aires un aliado estratégico en los temas de seguridad regional y como ejemplo podríamos considerar la cooperación en el marco de la MINUSTAH. Sin embargo, existen una multitud de temas donde, difícilmente, Brasilia adopte una posición de power sharing. Como por ejemplo, su eterna pretensión de ganar una silla permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.


Tendencia institucionalizar: Aquí Brasilia presenta una dualidad. Por un lado, es el principal constructor regional, pero al mismo tiempo, no se compromete ni busca reducir su margen de maniobra en dichas instituciones. El resultado es una escasa supranacionalidad en los procesos de Regional Governance.


Expansión de sus intereses: Lógicamente, no pueden entenderse su militancia regional, por fuera de sus Intereses Nacionales. Por ejemplo, la creación del MERCOSUR, al mismo tiempo que consolido la nueva relación con la Argentina, impulso las exportaciones industriales brasileñas. Lo mismo puede decirse del Consejo de Defensa Sudamericano. Además de servir al posicionamiento de Brasil, simultáneamente, busca crear un mercado común del Sur de la defensa .


Para los estrategas brasileños, el actual momento, presenta las siguientes ventajas…
1. Jerarquización de Medio Oriente/ Asia Central y desvalorización – relativa – de Sudamérica, en la agenda internacional de Washington.
2. Percepción generalizada que advierte que uno de los principales desafíos de la región, es como evitar y contener la implementación de políticas militares y unilaterales por parte de EE UU (instalación de bases, lanzamiento de la IV Flota, etc.).
3. Insuficiencia del TIAR, OEA y otros mecanismos hemisféricos (donde la influencia de los EE UU se encuentra muy presente) para canalizar/reducir las tensiones y conflictos regionales.
4. Insuficiencia y/o contradicciones de Venezuela, para construir un regionalismo desde Caracas. Las políticas sugeridas por Chávez no lograron un consenso regional mínimo o resultaron inviables. Como por ejemplo el ALBA, el Ejército del Sur, el Gasoducto del Sur, entre otras iniciativas.
5. Buenas relaciones, que Brasil mantiene con casi todos los países de la región. Aunque se advierte cierta tensión con Caracas y Bogota.


Frente a estas circunstancia Brasilia entiende que el regionalismo pude constituirse en un mecanismo de soft-balancing de la siguiente forma…


• Brasilia se presenta ante sus vecinos como una Potencia Consensual, en el marco de una estrategia de Hegemonía Cooperativa.


• De este modo, busca aglutinar a los países sudamericanos en el marco de distintos bloques regionales, siendo en este caso particularmente relevante, UNASUR/ Consejo de Defensa Sudamericano. • Hacia dentro del bloque, prevalece una dinámica de institucionalismo moderado y tendencia a la integración que buscan modificar los incentivos de los Estados y reducir los márgenes para conductas de free raider.


• Se establece una agenda y objetivos propios. Simultáneamente, se excluye y relativiza los organismos hemisféricos, donde la influencia de Washington es predominante.


• La instauración de una agenda propia y la concreción de objetivos regionales propios relativizará, en el mediano y largo plazo, la influencia de EE UU en la región. Generando así un contrapeso, que no recaerá, exclusivamente, sobre Brasilia, sino que será compartido por la región. Un regionalismo impulsado por Brasil, en su rol de PR, pero acompañado por sus vecinos puede actuar como un mecanismo de soft-balancing al encarecer, más que dificultar, los objetivos de EE UU en la región. La denuncia del acuerdo militar colombo-estadounidense, en el marco de la Cumbre del Consejo de la Defensa, en agosto de 2009, podría ser un ejemplo .


Si bien la denuncia del acuerdo militar, no imposibilitará la instalación de las bases, lo cierto es que sí incremento el costo diplomático del acuerdo, principalmente, para Colombia. Ante la reacción negativa y generalizada de sus vecinos, Álvaro Uribe, se vio en la obligación de emprender una gira diplomática para ofrecer explicaciones sobre el acuerdo y tomar nota de los reclamos de sus vecinos . Para los EE UU, los costos fueron menores, no obstante, la Cumbre de la UNASUR fijo agenda y coloco a la defensiva a Washington. Muy difícilmente, los países sudamericanos hubiesen logrado establecer esta agenda, en un ámbito hemisférico como la OEA.
En conclusión, el regionalismo puede actuar como mecanismo de soft-balancing ya que, mediante distintos organismos o políticas, aumenta los costos de las potencias extra-regionales de actuar o tener injerencia en Sudamérica.


Conclusiones.


Existe un consenso generalizado, en la teoría de las Relaciones Internacionales que afirma para transformarse en Gran Potencia, primero se debe consolidar el título de Potencia Regional. En esa misma línea argumentan Buzan y Waever, quienes definen a las Grandes Potencias un peldaño arriba de las Potencias Regionales. Brasil, no será la excepción. En la presente investigación solo tomamos una variable – la política regional – la conformación de la grand strategy también deben evaluarse la política internacional y la estrategia de seguridad.
En cuanto a la política regional, la misma nos advierte que Brasil no está haciendo el path to power tradicional-realista, tal como siguieron EE UU, Rusia y otras Grandes Potencias, en otros momentos.


La política regional de Brasil – como path to power – se caracteriza por la aplicación de de políticas de soft power, utilización de la presión o del instrumento militar (que en el presente trabajo, denominamos el ejercicio en crudo del poder) solo bajo circunstancias especificas, la construcción de mecanismos de Regional Governance y otras políticas, en el marco de una estrategia de Hegemonía Cooperativa. Esta estrategia podría indicarnos que Brasil se constituye como una Potencia Consensual. En cambio, Para algunos analistas más críticos, Brasil desarrolla una estrategia de Hegemonía Cooperativa dado que no cuenta con los recursos duros suficientes como para lanzarse a un path to power tradicional. Como evidencia advierten que Brasil, a pesar de ser el protagonista de la construcción institucional regional, carece de lo que Pedersen denomina commitment capacity. Y de este modo, no acepta perder cierto margen de maniobra, en nombre de transferirle poder a una autoridad supranacional, como las instituciones regionales.


En resumen, la Grand Strategy de Brasil estaría compuesta por tres elementos: Política Internacional, Política de Seguridad y Política Regional. En la presente investigación – centrada exclusivamente en la política regional –la evidencia recolectada y analizada, nos permite afirmar que Brasil se encuentra más cerca de la estrategia de Hegemonía Cooperativa de Pedersen que de una estrategia realista tradicional, basada en recursos duros de poder.


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sábado, 19 de septiembre de 2009

¿Adiós Primacy, hola Concierto?

Por Juan Pippia, licenciado en Ciencia Política por la UBA y estudiante de la Meastría de Relaciones y Negociaciones Internacionales por Flacso-San Andrés.


En una nota publicada en diciembre de 2008, Carlos Escudé advertía sobre tres nodos de intereses encontrados. En primer lugar, Medio Oriente, luego el Sur de Asia y por último, pero no menos importante, el ex espacio soviético. Dichos nodos presentan la mayor conflictividad global y los mayores desafíos en materia de seguridad, para Washington. Los mismos se articulaban como un nudo Gordiano, siendo imposible ser abordados al mismo tiempo.

Para reforzar la presencia en Afganistán (Asia del Sur) los estadounidenses deberían retirar tropas de Irak. Pero si retiran tropas del convulsionado país, pueden poner en peligro la reciente estabilidad lograda tras la consolidación de la estrategia surge. Y, de esta manera, dejarían un escenario ideal para la proyección de influencia iraní. Quien, aprovechando el vació de poder dejado por los americanos, podrían comenzar a evaluar, seriamente, la posibilidad de transformarse en la verdadera Potencia Regional del primer nodo: Medio Oriente.

Al mismo tiempo, si India incrementa el despliegue de tropas en su frontera con Pakistán, como producto de la actividad terrorista que el 2008 dejo un sangriento saldo, Islamabad se verá en la obligación de trasladar tropas a su frontera con India y desproteger su caliente y porosa frontera con Afganistán.

En cuanto al tercer nodo, el ex espacio soviético, Rusia tiene cartas que jugar en los restantes nodos. En cuanto a Medio Oriente, su carta consiste en la asistencia científico-tecnológica a favor del programa nuclear iraní y la venta de modernos sistemas de armas, como misiles antiaéreos que buscan proteger a Irán de una eventual agresión estadounidense o israelí. Estás dos cartas que juega con Irán, perfectamente, podría presentárselas a otros Estados de la región, ansiosos de no quedarse rezagados.

En cuanto a Asia del Sur, las cartas de Rusia son principalmente dos. En primer lugar se encuentra la competencia geopolítica con Washington en Asia Central. Más precisamente, en cuanto a la colocación de bases. Los americanos necesitan bases aéreas en Asia Central para proveerse de suministros vitales que nutren al esfuerzo bélico en Afganistán. En este sentido, la carta de Moscú sería dejar de presionar a las republicas de Asia Central para que estas cedan territorio para el alquiler de bases. La cooperación en materia de inteligencia contra-terrorista podría ser otra carta que, eventualmente, Moscú ofrecería.

En síntesis, lograr la cooperación de Moscú en los nodos de Medio Oriente y Asia del Sur solo se podría lograr aceptando ceder en el nodo del ex espacio soviético. Esto significa, abandonar los planes de expansión de la OTAN hacia Ucrania y Georgia y archivar la colocación del escudo misilístico en Europa Oriental. En palabras de Escudé “El precio de la cooperación del Kremlin frente a los ayatolas iraníes parece ser, por lo menos, la eliminación de la estrategia estadounidense de tender un cerco militar alrededor de Rusia” (Carlos Escudé, “Estado del mundo 2009”, Diario La Nación, 26 diciembre 2008).

La decisión del presidente Obama, de cancelar el proyecto misilístico, parece indicar – a todas luces – que Washington ha evaluado a Rusia como una amenaza menor que la conflictividad de los nodos de Medio Oriente y Asia del Sur. Como para que no queden dudas, al día siguiente de las declaraciones de Obama, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, afirma que se debería explorar el potencial de ligar los sistemas balísticos de defensa de los EE UU, la OTAN y Rusia (Agencias AP, AFP, EFE y Reuteres “La OTAN abre una nueva era con Rusia”, Diario La Nación, 19 septiembre 2009)

Aún siendo muy temprano para evaluar las implicancias que este anuncio tendrá, si podemos especular con respecto a que señales se encuentra emitiendo Washington y de esta forma, dilucidar cuales son sus nuevas prioridades estratégicas.

En el plano de la Grand Strategy, la administración Obama parecería que se encuentra dispuesta a sincerar que la futilidad de la estrategia de Primacy. Dicha estrategia, seguida con mayor o menor intensidad desde la era Clinton y que tuvo su apogeo con la invasión de Irak, afirmaba que la mejor garantía para la paz y estabilidad global era asegurar la preponderancia del poder militar de los EE UU. La desarticulación del escudo, junto a una diplomacia más consensual y a un menor ejercicio del poder de forma unilateral, parecería indicar que los EE UU buscan ahora una estrategia de Concierto. Definida esta como el sostenimiento del liderazgo internacional estadounidense, pero sobre la base del consenso y dialogo con las otras Grandes Potencias.

Un análisis desde la geopolítica, nos indicaría que la expansión de la OTAN y, de forma más indirecta, de la influencia de EE UU en Europa Oriental, parecería llegar a su límite. El abandono del proyecto misilístico desjerarquiza a Europa de la agenda estratégica de los EE UU. Finalmente, se le reconocería a Rusia un esfera de influencia en Europa Oriental – con epicentro en Ucrania - pero con mayor intensidad, en el Caucáso. Al mismo tiempo, confirmaría la profundización de la inserción norteamericana en Asia, particularmente, el Medio Oriente, Asia Central y, en menor medida por ahora, en Asia del Sur.

En un plano más táctico, el anuncio de Obama, ratifica que la Guerra de Afganistán es la prioridad número uno de su Administración. Efectivamente, la cancelación del escudo y, de forma más indirecta, la desarticulación de la hipótesis de conflicto con Moscú, liberará fondos que – de otro modo - hubiesen ido hacia sistemas de armas y equipo convencionales (como tanques, blindados, bombarderos estratégicos y otras “armas grandes”). En cambio, ahora serán transferidos hacia el sector no convencional (como fuerzas especiales, aviones de apoyo cercano, helicópteros y otras “armas ligeras” que son más propias para combatir una guerra de guerrillas).

En síntesis, el anuncio de la suspensión del escudo misilístico, abre la posibilidad de una amplia reconfiguración de las prioridades estratégicas de Washington.

Aún desconociendo sus alcances reales, no sería desatinado especular con la posibilidad de ver a unos EE UU cada vez más concentrados en los asuntos asiáticos y que gradualmente comienza a desentenderse de la defensa de Europa. Este desentendimiento, no lo hace en orden de delegar el poder hacia una Europa más autosuficiente en materia de seguridad. Sino por una obligada economía de recursos a la que Washington debe someterse, de no querer ser presa de lo que Paul Kennedy denomino over-stretching. Es decir, hacer sangrar a su economía nacional en función de cumplir con una desbordante agenda de compromisos estratégicos, desparramados por todo el globo.

En resumen, la cancelación del Escudo misilístico y la probabilidad de entrar en una estrategia de Concierto pueden explicarse como una nueva apreciación que realiza Washington de su poder (en baja), del desgaste de la unipolaridad y del cansancio (sobretodo en términos de recursos militares) del ejercicio del poder de forma unilateral. La estrategia de Primacy, que impero casi por completo desde el fin de la Guerra Fría, podría estar llegando a su fin y dado la prioridad de Afganistán, el primer frente a ceder sería Europa Oriental.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Identidad, territorio y escalas en la Teoría de Joan Nogué Font y Joan Vicente Rufi


Por Héctor Herrera.Estudiante Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Administrador del blog de análisis internacional: “El águila, el jaguar y la serpiente” (http://nohoch-balam.blogspot.com/). Correo electrónico: blog_relaciones_internacionales@yahoo.com.mx


Cualquiera que sea la definición que usemos para explicar que es la geopolítica nos remitirá irremediablemente al concepto de espacio, el cual resulta un factor que influye directamente en la vida de los Estados, de los individuos y en la formulación de la política en general, y es que el lugar es la base de todas las relaciones sociales, ya que se vuelve el espacio en el cual le damos sentido a nuestro mundo, y al que dotamos de identidad en la medida en la que lo habitamos y transformamos, sin embargo, este lugar no ha permanecido estático en el tiempo, sino que ha venido configurándose constantemente, el antiguo espacio cerrado en que se vivía antes se contrapone a un espacio mucho más abierto en el que “….no es necesario emigrar para recibir la influencia de otros estilos de vida y formas de pensar; los medios de comunicación de masas o el contacto con el otro….comportan una notable influencia cultural”[1].

Los autores introducen el término escala para desarrollar su análisis, según el cual, existe una relación dialéctica entre lo global y lo local, que pasa forzosamente, por una amplia gama de estadios intermedios (escalas), en los que se observan fenómenos específicos y dinámicas territoriales propias, que interactúan con los niveles inferiores y superiores, tenemos así que la primera escala es el cuerpo, es decir, el individuo mismo, para pasar a la siguiente escala que es el hogar, entendido como la familia, y después a la comunidad, y de allí a las primeras escalas territoriales: la ciudad o espacio urbano, la región, el Estado-Nación, y finalmente las fronteras de lo global.

Pero todas las escalas están también en redefinición permanente, lo que ha venido a alterar la forma en la que se estudia la geografía regional, de hecho, “estamos asistiendo a una revalorización del papel del lugar en la explicación de los procesos políticos”[2] en la medida en que ya no responden a las viejas leyes generalizables que eran aplicables a cualquier lugar.

El paisaje mismo es cultura, por eso es algo vivo, dinámico y en continuo cambio, de allí que deba analizarse la diseminación de las urbes, haciendo que se pierdan los límites que antes separaban al campo de la ciudad, como consecuencia del crecimiento urbano y la explosión de la ciudad, como expone Joan Vicente, surgen así nuevos términos para nombrar a todos los tipos de ciudades que se generan, y es que “….todos son testimonio de la naturaleza cambiante de la ciudad, en la medida que es producto de las prácticas espaciales de cada una de ellas en cada momento. Por otra parte, no hay que olvidar que el espacio urbano es el punto de encuentro privilegiado entre las innovaciones en las relaciones sociales –y sus plasmaciones físicas- con los testimonios de tiempos pasados: la ciudad como palimsesto…Así pues, periódicamente, o quizá permanentemente aunque con momentos de especial intensidad, reaparece la necesidad de re-conocer el espacio urbano”[3].

Las sociedades reinventan y redescubren los lugares y paisajes todo el tiempo, ya que tienen que incorporar elementos homogeneizadores de la producción cultural internacional, que nunca son asimilados de la misma forma en los distintos territorios.

Sin embargo, surge otro fenómeno digno de consideración, y es que están proliferando territorios sin discurso y paisajes sin imaginario, puesto que “…nunca habíamos sido capaces de consumir tanto territorio en tan pocos años….nunca habíamos transformado el territorio a la velocidad en que lo hemos hecho estos últimos decenios”[4], territorios que se vuelven complejos de leer, e incluso son invisibles para ciertos grupos sociales, por lo que resulta necesario penetrar en lo invisible a través de lo visible.

Nogué considera, incluso, que la radiografía geopolítica de nuestros días está cambiando radicalmente, sus características esenciales son “la heterogeneidad, el contraste y la simultaneidad de escalas, así como la alternancia entre unos espacios perfectamente delimitados sobre el territorio y otros de carácter más difuso y de límites imprecisos.
Han empezado a reaparecer tierras incógnitas en nuestros mapas…..la geopolítica posmoderna se caracteriza por una caótica coexistencia de espacios absolutamente controlados y de territorios planificados, al lado de nuevas incógnitas que funcionan con una lógica propia..”[5]. Lo que nos habla sobre la emergencia de un periodo de ruptura, donde los viejos conceptos ya no pueden contener tantas contradicciones, llamando con insistencia, cual náufrago en la orilla de una isla desierta, a redefinir nuestro espacio y nuestro tiempo.



[1] Nogué Font, Joan y Vicente Rufi, Joan. Geopolítica, identidad y globalización. Ed. Ariel, Barcelona, España, primera edición, septiembre de 2001, p. 18.
[2] Nogué Font, Joan. “Espacio, lugar, región: hacia una nueva perspectiva geográfica regional”, en Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, No. 9, 1989, pp. 70. Versión electrónica en: Dialnet, http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1318196. 2008.
[3] Vicente Rufi, Joan. “¿Nuevas palabras, nuevas ciudades?”, en Revista de geografía, No. 2, 2003, p. 80. Versión electrónica en: Dialnet, http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=976486. 2008.
[4] Nogué Font, Joan. “Territorios sin discurso, paisajes sin imaginario: retos y dilemas”, en Ería: Revista cuatrimestral de geografía, No. 73-74, 2007, p. 374. Versión electrónica en: Dialnet, http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2585408. 2008.
[5] Nogué Font, Joan. “El retorno al lugar. La creación de identidades territoriales”, en Revista Claves, No. 92, abril de 1999, p. 10. Versión electrónica: http://www.progresa.es/pdf/1999/Claves_092.pdf. 2008.