viernes, 5 de septiembre de 2008

El fracaso del Régimen de No Proliferación.

La proliferación nuclear tiene un futuro prospero. Dos hechos de distinta naturaleza favorecen el auge de la energía nuclear. En primer lugar el sostenido aumento del precio del barril de crudo. A un precio de u$s 130 el barril todas las demás formas de energía se vuelven rentables, incluido la energía nuclear. En segundo lugar una vez que se da el desarrollo nuclear, ya sea con fines civiles o militares, este entra en el cálculo estratégico de las agencias de seguridad de los Estados. Deja de ser un tema de política energética y se transforma en un tema de política de seguridad. Frente al desarrollo nuclear del país “A” la respuesta más habitual en “B” es desarrollar su propio programa nuclear. Por lo tanto el desarrollo nuclear se vuelve un tema de seguridad por más que aquellos que lo desarrollen afirmen que su programa nuclear solo tiene usos civiles. Esta percepción se refuerza por el hecho de que es técnicamente muy difícil diferenciar el uso militar del uso civil. Si bien la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) puede verificar los procedimientos, también es cierto que los Estados pueden ocultar información, instalaciones o eludir los controles.

La proliferación nuclear en la Posguerra Fría

El caso de la India.

El desarrollo nuclear hindú se remonta hacia los años 60, en gran medida como producto de sus preocupaciones geopolíticas. Primero se dio la Guerra y derrota con China en el Himalaya en 1962 y luego llegarían las Guerras contra Pakistán por el control de la provincia de Cachemira. Para 1964 China ingresaría al club nuclear y desde entonces asistiría a Islamabad en materia militar y nuclear. Frente a este peligroso escenario la diplomacia de Nueva Delhi busco ayuda en los foros internacionales. Pero no logro ninguna respuesta satisfactoria. En palabras de Jaswant Singh ex asesor del primer ministro Vajpayee “Los primeros 50 años de la independencia de la India revelan que la política nuclear moralista del país y su autorestricción no han pagado dividendos mesurables....[1]
De este modo, Nueva Delhi comprendió que dadas las pocas garantías de seguridad que se le ofrecían, ya sean las superpotencias o la ONU, solo le restaba desarrollar su propio arsenal nuclear redescubriendo aquella máxima del realismo que afirma que en un mundo anárquico la única garantía de supervivencia es el sistema de autoayuda. Según Singh, tras la caída de la URSS (aliado de India) el escenario de Europa cambio lo que justifico su optimismo y el impulso a negociaciones para limitar el armamento nuclear, sin embargo, nada de eso sucedió en Asia del Sur. Tanto Pakistán como China representan la misma amenaza para India que la que representaban en tiempos de la Guerra Fría. Para Singh, el TNP, los acuerdos que limiten las pruebas nucleares y las sanciones que imposibiliten desarrollar mísiles solo generarían un apartheid nuclear en contra de la India.
Es así como podemos entender que el desarrollo del programa nuclear hindú es tanto una política de seguridad, “la India es único Estado rodeado por dos Estados nucleares[2]”, como una demostración de soberanía, al desafiar el status quo nuclear. Las detonaciones subterráneas de 1998 le conllevaron la condena internacional. Y la ONU impartió sanciones tanto para India como para Pakistán.
Sin embargo, el nuevo escenario pos 11-S se presento como una oportunidad que Nueva Delhi supo capitalizar. Luego de años de luchar contra el terrorismo islámico en Cachemira, India vio con buenos ojos como los estadounidenses se veían involucrados en la guerra global contra el terror. En poco tiempo los EE UU cayeron en la cuenta de que una alianza con India seria necesaria. En el corto plazo, un “espaldarazo” a Nueva Delhi incrementaría la presión sobre Islamalab para que finalmente actué contra las fuerzas talibanes que actúan en la por demás porosa frontera con Afganistán. En el largo plazo, una alianza con India podría actuar como una cortina a la proyección de influencia de Beijing hacia Medio Oriente. Dentro de este marco se puede explicar el reciente acuerdo nuclear entre EE UU y la India. Luego de 32 años, Washington levanto las sanciones que pesaban sobre India a causa de no haber firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). El Congreso estadounidense sanciono una ley específica que le permite a las empresas americanas vender material nuclear a un no miembro del TNP[3].
También en el mismo sentido puede explicarse los ensayos de mísiles de larga distancia como el Agni III. Este misil tierra-tierra puede transportar cabezas convencionales o nucleares, fue desarrollado íntegramente en la India y puede alcanzar objetivos a 3500 km. Permitiéndole alcanzar, por primera vez, ciudades como Shangai o Beijing[4].

Desde la perspectiva de los EE UU, la alianza con India, se justifico afirmando que Nueva Delhi es una potencia nuclear responsable. Sin embargo, se pone en evidencia que la no proliferación es subalterna a otros objetivos de política exterior. En este caso, la no proliferación resulto ser menos importante que la obtención de una alianza estratégica con una potencia en ascenso que tiene intereses comunes con los EE UU: estabilizar Asia Central, evitar el surgimiento de una republica islámica en Pakistán y en el largo plazo, contrabalancear a China.

El caso de Irán.

El desarrollo nuclear iraní es una grave amenaza a la proyección de poder de los EE UU en el Golfo Pérsico. Como lo mencionan muchos analistas militares, de contar con la bomba, Irán podría chantajear a los Estados del Golfo, disuadir a posibles aliados de los EE UU de participar en un coalition of the will en su contra, así como también hacerle perder a Israel “su ultimo recurso”. También Irán se encuentra desarrollando la otra cara de la moneda, es decir, un eficiente delivery system. Actualmente, su programa de mísiles balísticos es el más grande de Medio Oriente, cuentan con cientos de mísiles de corto alcance (150-500 Km.)lo que le permite cubrir casi todo Irak y muchos puntos vitales del Golfo Pérsico. Es muy probable que ya cuente con mísiles balísticos de alcance medio (alrededor de 1000 Km.) que le permitirán alcanzar a Israel, Arabia Saudita, Turquía y otros objetivos.
Pero para los EE UU la peor consecuencia de la nuclearización de Irán seria la carrera nuclear que se desataría en Medio Oriente. Una bomba chiíta seria necesariamente acompañada por una bomba sunita.
Anticipando la inminencia de un Irán nuclear, Egipto ya se anoto en la carrera nuclear. El presidente Mubarak anuncio la construcción de varias plantas nucleares. También afirmo que su país trabajaría con la AIEA sometiéndose a los controles que disponga. El Departamento de Estado afirmó que de someterse al TNP y a AIEA el programa nuclear egipcio no representa ninguna amenaza. Sin embargo, Mubarak advirtió que la seguridad energética es una parte integral del sistema de seguridad nacional de Egipto[5]. Esta advertencia puede dar lugar a que la nuclearizacíon de Egipto pueda seguir los pasos de la India. El Cairo tiene cuantiosos motivos para volverse un Estado-nuclear, tales como confirmar su rol de potencia regional, acceder a una paridad estratégica con Israel y el posicionamiento que lograría frente a los demás Estados árabes. Casi como en efecto domino Turquía, Jordania y Yemen anunciaron sus respectivos planes nucleares[6].

Ya sea por razones de política de seguridad o por política energética la actividad nuclear llego para quedarse. El problema, como ya vimos más arriba, es que para los estadistas es indiferente si se busca energía nuclear o una bomba. Ante la imposibilidad de ejercer un efectivo control institucional frente a la proliferación deberíamos analizar la experiencia del subcontinente indio. A casi 10 años de la nuclearización ambos Estados han racionalizado su conflicto y ningún armagedon se ha producido.¿Por qué presuponer que la nuclearización de Medio Oriente sería necesariamente distinta y trágica? Hasta ahora la nuclearización ha racionalizado a los Estados, ya sean democráticos o autoritarios.¿Seria tan suicida Irán de prestar una bomba a grupos radicales sabiendo que los restos del artefacto incriminarían a Teherán? Permitámonos asumir el siguiente escenario: En 10 años tanto Irán, como Egipto, Turquía y Arabia Saudita se nuclearizán. ¿No sería este un mejor escenario que uno donde la bomba solo la tienen los iraníes? En este escenario, ¿No seria la balanza de poder un reaseguro para la estabilidad de la región? Siguiendo esta línea argumentativa pero desde los intereses de los EE UU ¿No seria conveniente abandonar la presión sobre Irán y pasar a apoyar a un nuevo socio nuclear que contenga a Irán en el largo plazo? Ya sea Egipto o Turquía ¿No tendrían estos Estados un claro y genuino interés en contrabalancear a los iraníes? En pocas palabras, frente al fracaso del régimen de no proliferación la nueva estrategia podría ser una suerte de Nuclear Selective Engagement. Es decir, no obstaculizar los intentos de nuclearización de aquellos Estados que contribuyan al equilibrio de poder. En ultima instancia, se busca que la balanza de poder regional actué ante el desbalance de alguno de sus Estados.


[1] Jaswant Singh “Against nuclear apartheid” Foreign Affairs, volume 77, No 5, september/october 1998.
[2] Ídem.
[3] “Acuerdo nuclear entre EE UU y la India.” Agencias AFP, DPA y ANSA, La Nación, 2006.
[4] “India probó un nuevo misil nuclear” Agencia DPA, La Nación, 2006.
[5] Sally Buzbee “Se suma Egipto a la carrera nuclear” Agencia AP, La Nación, 30 octubre 2007.
[6] Ídem.

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