jueves, 12 de junio de 2008

Las políticas sudamericanas comparadas de Duhalde y Kirchner.


Abstract

El presente trabajo analiza comparativamente las políticas de Duhalde y Kircher en referencia a Sudamérica, tomando como referencia las relaciones con Brasil y Chile, quienes son los mayores vecinos de la Argentina. Adelantando conclusiones podemos advertir que la administración de Duhalde, a pesar de su caótico contexto, contó desde el primer momento, con una visión de largo plazo de cómo debería ser la relación argentino-brasileña. En cambio, durante la gestión Kirchner se fue ambivalente y se confundió la definición de roles en la región con la configuración de poder político interno. Es decir, el fuerte apoyo del entonces ex presidente Duhalde a Lula Da Silva, se entendió en Buenos Aires como una jugada política interna.



La administración Duhalde:¿ La Argentina como la Francia de Sudamérica?

La administración Duhalde, a pesar de su brevedad, contó con una clara idea de cómo debía posicionarse la Argentina frente a Brasil. Tanto para Duhalde como para su ministro de economía Roberto Lavagna, Brasil debía ser el gran socio estratégico. Por lo tanto la Argentina no debía obstaculizar el rol de Brasilia como líder regional. Siguiendo esta visión, Argentina debería ocupar un rol similar al de Francia en relación con Alemania.

Esta nueva política se justifica en las siguientes premisas

Tras la debacle del 2001, la brecha de poder entre la Argentina y Brasil se volvería insalvable. En la actualidad el PBI de Brasil es 4 veces más grande que el de Argentina.

Desde la óptica de Duhalde y muchos dirigentes argentinos el alineamiento a los EE UU y la estrategia del Realismo Periférico nada aporto. Ni tampoco sirvió para activar algún mecanismo de rescate en los trágicos momentos vividos a lo largo del 2002. De más esta decir que la estrategia seguida en los 90, en ningún momento, albergaba la posibilidad que la Argentina fuese rescatada por la comunidad internacional de daños producidos por si misma.

En función de que los PD, en el marco del G7, nos abandonaron y no nos facilitaron ninguna ayuda sustancial, la Argentina debe buscar nuevos aliados.

La percepción de Duhalde y de muchos dirigentes argentinos es que fracasó el “modelo de los 90” tanto en materia de política económica (acusando a la Convertibilidad y no al déficit y endeudamiento) como en política exterior (acusando la falta de ayuda internacional y la marginalidad donde cayó Argentina).

Para Duhalde y amplios sectores de la dirigencia argentina que incluyen desde la izquierda hasta la derecha, el nuevo “modelo” debía mirar a Brasil (1). Que es un ejemplo tanto en política economía como en política exterior(2).

En conclusión, el pensamiento Duhaldista lo podemos enmarcar en una histórica corriente de pensamiento desarrollista argentino que tiene entre sus referentes a Perón y Frondizi. Esta corriente siempre pondero positivamente el acercamiento a Brasil y Chile(3). Trasladando este pensamiento a un plano más operativo, Duhalde entendió que la región, pero en particular, Brasil podría amortiguar la caída argentina, ya sea dejando pasar chicanas de política comercial como las del ex ministro Cavallo o haciendo lobby en foros internacionales a los cuales Argentina no tenia acceso. Uno de los resultados de esta visión fue la sanción del Protocolo de Olivos del 2002, que establecía, por primera vez, una instancia supranacional para la resolución de diferendos comerciales entre los socios del MERCOSUR.

La llegada al poder de Kirchner se dio con un insignificante caudal de votos. Solo recibió el 22% de los votos y resulto segundo. Pero dado que el ex presidente Carlos Menem, también candidato, se bajo de la segunda vuelta Kirchner se convirtió en presidente. Ante el retiro de su contrincante de la posibilidad de ir a un ballotage; Kirchner era el legítimo ganador de las elecciones. Sin embargo en un país con una larga historia de mayorías, Kirchner y su entorno creían que tenían una endeble base de apoyo y que debían concentrarse en acumular poder. Esta percepción de debilidad y su sensación de que si deseaba sobrevivir debía acumular poder fue trasladada a muchas áreas, inclusive la política hacia la región donde quedo poco claro cuales eran los lineamientos generales del Ejecutivo.

La administración Kirchner: ¿Contrabalanceando con retórica?

La relación con Brasil y el MERCOSUR se sufrió un amesetamiento en gran medida como producto de la falta de visión como también de oportunismo político.
En declaraciones confusas, el canciller argentino, Rafael Bielsa señaló que la Argentina no podía darse el lujo de descartar el ALCA así como tampoco iniciativas que provengan de la UE. Brasilia, en cambio, sostenía una posición menos pragmática y más maximalista, advirtiendo que todas estas propuestas debían ser rechazadas, si no se liberalizaban los accesos a los mercados agropecuarios. Otra iniciativa que desmejoro la relación con Brasil fueron las reiteradas propuestas del canciller, con el respaldo del presidente, de multilateralizar y ampliar la base de miembros del MERCOSUR. Así se habló de una integración con la Comunidad Andina de Naciones (CAN), del ingreso de Venezuela y México como observadores y entre otras propuestas como la conformación de la Comunidad Sudamericana. Todas estas iniciativas se caracterizaron por su poca consistencia que en muchos casos no supero la instancia de lo discursivo. Para Brasilia la única racionalidad detrás de todas estas propuestas era la de contrabalancearlos dentro del MERCOSUR.
En síntesis, el ingreso (por ahora meramente formal) de Venezuela al MERCOSUR y la continuación de la negativa de Argentina al ingreso de Brasil como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU es para Brasilia evidencia suficiente de que la Argentina no está dispuesta a ser la Francia de Sudamérica. Sin embargo, como bien ilustra la figura de la meseta, la Argentina tampoco ha mostrado señales de querer romper o modificar sustancialmente los lineamientos del MERCOSUR y de la relación bilateral. A pesar de que la idea de Brasil como “modelo” gana adeptos, la relación bilateral sigue un patrón que no le es desconocido a ninguno de los dos.

No se podría decir lo mismo de las relaciones con Chile. La dinámica economía trasandina es una neta importadora de energía. Y tras las inversiones concretadas en los 90 Chile se volvió muy dependiente del gas natural argentino, con el cual alimenta a sus centrales eléctricas. Tras la pesificación y congelación de las tarifas en el 2002, la producción de gas comenzó a declinar sustancialmente y el gobierno de Kirchner tomo la decisión de suspender las exportaciones a Chile para dar prioridad al mercado interno. Sin entrar en la polémica sobre como debería ser la política energética, mencionaremos que implicancias tiene para la Argentina cortarle el gas Chile.

La ruptura de contratos pone a la Argentina en el rol de socio poco o nada confiable y suscita dudas en los avances en la relación bilateral.

La medida, decidida unilateralmente, le transfiere sustanciales costos políticos a la Concertación en gobierno en Chile desde la restauración democrática. Lo cual se traduce en un beneficio político para la derecha chilena, quienes siempre elevaron sus sospechas para con Argentina.

De llegar al gobierno la derecha en Chile ciertos sectores van a tener más voz, entre ellos los militares y los halcones de la defensa. Los cuales podrán presentar el siguiente argumento…
Si bien la Argentina no representa una amenaza, si es un socio nada confiable. Ergo el acercamiento debe ser cauto y cuidadoso. Siguiendo este argumento; las propuestas de seguridad cooperativa de la Argentina caerán en oídos sordos y no serán creíbles.

Esta situación solo podrá ser aminorada por la vuelta de los nacionalismos territoriales de Perú y Bolivia. Mientras que el primero tiene un reclamo marítimo, el segundo es un potencial Estado-Fallido que para evitar su propia desintegración podría canalizar hacia fuera sus tensiones.

A pesar de los intentos de la diplomacia argentina de desgasificar la relación será muy difícil restablecer las buenas relaciones sin tratar el tema, ya que, como dijimos más arriba Chile es un importador neto(4).

En ambos casos pero particularmente con Chile podemos ver como las relaciones exteriores son analizadas por el cálculo de la credibilidad interna. O más precisamente, como lo entiende Escudé, la gobernabilidad esta permanentemente en crisis, por lo tanto, no hay márgenes para conducir una política exterior, o cualquier otra política, que insuma algún costo político, como por ejemplo descongelar los precios, asumir la “derrota” en el conflicto por las pasteras, etc. De esta forma la política exterior se convierte en un constante omnibalance sin espacio para la planificación estratégica. Contrariamente algunos teóricos, como Vicente Palermo, rechazan la idea de crisis permanente/debilidad del gobierno y afirman que en muchas ocasiones la política del gobierno coincide con la de los grupos de presión. Sin descartar ninguno de los dos razonamientos podemos concluir que las instituciones subterráneas tiene una clara incidencia en la formulación de la política. En el caso de la política exterior su peso parece ser mayor debido a que el gobierno se ve muy tentado a transferir al exterior el costo político del conflicto. Es así como en el caso de Uruguay y las pasteras, el gobierno no pudo resistir la tentación de acusar a Montevideo de traicionar el Tratado del Río Uruguay. Similar lógica se dio en el caso del gas con Chile, donde la retórica nacionalista de a los argentinos primero se complemento con otra retórica ideológica que advierte que los convenios firmados en los 90 eran demasiados favorables para Chile y habían sido suscriptos en el marco de políticas aperturitas y neoliberales.

En conclusión la presidencia de Kirchner entendió a las relaciones con Brasil y Chile en función de las necesidades internas de la Argentina post crisis. En gran medida consumió el capital político forjado por las presidencias antes mencionadas. Las insuficiencias de la política exterior argentina en el ámbito regional son las mismas que en el ámbito global y para superar estas insuficiencias Russell y Tokatlián sugieren “…es preciso que los actores débiles compensen el desequilibrio de poder en la mesa de negociaciones con voluntad política, claridad estratégica y capacidad institucional. Esto último, constituye, posiblemente el mayor desafío de Argentina en esta hora(5).”


Bibliografía y notas.

(1)Roberto Russell y Juan Tokatlián “Argentina, Brasil y EE UU: El desafió de la cooperación.” Revista Agenda Internacional, año 1, N°2, septiembre, octubre, noviembre 2004.
(2) Aquellos que a menudo habla de Brasil como modelo suelen hacer un análisis muy superficial. Difícilmente hubiesen apoyado muchas políticas que se emprendieron en Brasil desde Getulio Vargas en adelante. Por poner solo un ejemplo veamos el tema del petróleo. Cuando rescatan los logros de Brasil solo prestan atención a la primera columna obviando lo que pasa en la segunda.

“Petrobras, como las verdaderas empresas nacionales, acompaña los objetivos estratégicos de Brasilia y disciplina a la burguesía nacional” Bajo el gobierno de Cardoso se creó la primera junta directiva independiente de la compañía. Lula incluyo en la junta a empresarios pesados, como el presidente de la minera Vale do Rio Doce SA y la siderúrgica Grupo Gerdau SA.
“Petrobras logró la autosuficiencia energética en el 2006”Gracias a la llegada de empresas extranjeras a mediados de los noventas Petrobras tuvo que emprender reformas administrativas tendientes a hacer más eficiente a la empresa. Ergo; como consecuencia de una planificada política energética llegamos a este resultado.
“En Brasil superaron la crisis energética similar a la que actualmente vive la Argentina.”
Si bien no podemos mencionar en este pequeño espacio las razones de este éxito, nos bastará afirmar que en Brasil el precio de los combustibles guarda relación con los precios internacionales. Nunca así en la Argentina.
“Brasil ni por un momento pensó en privatizar a su empresa nacional de hidrocarburos”.
Petrobras cotiza en Wall Street y es propiedad en un 60% de inversionistas extranjeros aunque el gobierno controla la mayoría accionaría.

(3) Francisco Corigliano “La política Latinoamericana de Kirchner” Revista Criterio, N° 2300, diciembre 2004.

(4) Agreguemos que actualmente esta importando fuel-oil liquido de Venezuela para abastecer a sus centrales, no solo a un costo económico muy superior sino también ambiental, quemar este combustible es más nocivo que gas natural. También recordemos que Argentina es la única fuente de gas a la que puede acceder dado la imposibilidad política de proveerse desde Bolivia o Perú.

(5) Roberto Russell y Juan Tokatlián “Argentina, Brasil y EE UU : El desafió de la cooperación.” Revista Agenda Internacional, año 1, N°2, septiembre, octubre, noviembre 2004.

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