domingo, 19 de octubre de 2008

Dani Rodrik, la crisis financiera y los politólogos.

Como cualquier otro fenómeno social, la actual crisis financiera, tiene múltiples causas. En primer lugar las, ahora famosísimas, hipotecas subprime. El otorgamiento de estas hipotecas a clientes con pocas posibilidades reales de pago, fue posible, a su vez, por varios factores. A) La tasa de interés en los EE UU se mantiene desde principios de los noventa en niveles muy bajos. Lo cual se constituye en un estimulo a gastar e invertir por sobre el ahorro. B) Fue posible mantener la tasa de interés baja por la constante entrada de capitales a los EE UU. En los últimos 15 años entraron aproximadamente unos 800 mil millones de dólares[1], algo así como el PBI de Brasil en dinero líquido por año. C) Otro elemento esencial para entender la crisis son las herramientas financieras para diversificar el riesgo. Sintéticamente, estas herramientas, eran “paquetes” de hipotecas subprime. Algunos más riesgosos y con mejor rendimiento y viceversa. Estos paquetes se vendían a otras entidades financieras quienes las combinaban con sus otros activos para mejorar su cartera. Como sus rendimientos eran positivos, los paquetes se fueron diseminando por todas las entidades financieras. D) Para peor debemos recordar que, el sistema financiero en la actualidad se caracteriza por la gran cantidad de actores que lo constituyen. Si hace unos 20 años atrás se concentra en unos cientos de grandes bancos, en la actualidad existe una pluralidad de empresas, como Fondos de Pensión y Retiro, Fondos de Inversión, Fondos Soberanos de Inversión, Fondos de Cobertura, etc. Se calcula que existen 11 000 empresas de este tipo, una suma considerablemente mayor a los 300 bancos que gobernaban las finanzas en los 80[2]. E) Como los mercados de crédito y el sector financiero están dentro del rubro más globalizado que pueda existir, la crisis que estalló en Wall Street se ha propagado rápidamente por todo el globo.

Si bien la raíz de la crisis esta en las hipotecas, Rodrik y Subramanian argumentan que la liberalización financiera y el libre flujo de capitales, han jugado su rol en esta crisis[3] potenciando sus efectos, tal como lo enuncio en el punto E. Ambos economistas hacen una inteligente analogía con la libre portación de armas. Afirman que como las armas no matan sino las personas, la ley, al no poder regular el comportamiento de las personas, debe regular el comercio de las armas. La propuesta es entonces nivelar los flujos internacionales de capitales evitando los auges y crisis de liquidez y, consecuentemente, volviéndolos más nacionales. La propuesta buscaría que los shocks de entrada o salida de capitales sean, sustancialmente, más leves. Pero el problema viene con las políticas que proponen para lograrlo. Advierten que mucha de la actual liquidez proviene de dos fuentes principalmente.

Los países exportadores de crudo, quienes gracias a los altos precios, son una enorme fuente de liquidez. Y también las economías de sudeste-asiático, especialmente China, quienes cuentan con un holgado superávit comercial. La política referida a la liquidez proveniente de los países petroleros, es desarrollar un impuesto al petróleo entre todas las naciones importadoras. Así se reduciría el consumo, reduciendo la demanda y se lograría secar la abundante liquidez de los países exportadores. En cuanto a los países del sudeste-asiático los economistas proponen que estos dejen flotar su moneda, lo que significaría, una apreciación y una reducción de su superávit comercial con su consiguiente efecto sobre la liquidez[4].

Desde el análisis político y geopolítico la propuesta de Rodrik y Subramanian hace aguas y veo muy difícil su implementación, indistintamente, si se hace desde un enfoque multilateral o unilateral.

Tomemos el caso de un impuesto de los países importadores sobre el petróleo. Lo primero que habría que decir es que el crudo llego en el corriente año a la astronómica cifra de los 147 dólares el barril. Un precio mayor al que se diera en los dos anteriores shocks petroleros del 73 y 79. Aún así, el Gobierno de los EE UU no lanzo ninguna política impositiva para desincentivar su formidable demanda de 21 millones de barriles diarios. Y no lo va a hacer ya que todavía no existe un consenso bipartidista para lanzar semejante medida. Un impuesto al combustible enfurecería a los estados de Texas y Alaska como productores y a California como consumidor. De no contar con un consenso bipartidista ¿qué partido se atrevería a enemistarse el voto de dos de los tres estados más populosos?
En un plano internacional, un impuesto al crudo, sería todavía más difícil. Los europeos ya graban, sustancialmente, al crudo. De hecho, cuando el precio del crudo batía records los europeos analizaban…bajarle impuestos!
Finalmente, hablando, en términos de geopolítica muy posiblemente se producirían problemas de free raider. Supongamos que los EE UU imponen pesados tributos sobre el crudo con el objetivo de reducir su demanda. En ese caso el precio internacional del crudo se caería ya que ellos son los principales consumidores. En ese escenario, China e India perderán todo incentivo en impulsar políticas de uso eficiente. Por el contrario, unos bajos precios promoverán su demanda. ¿Por qué no hacerlo? ¿Acaso los EE UU y la UE no disfrutaron de bajos precios de la energía en sus tempranas etapas de industrialización?
¿Qué incentivos tendrían en racionalizar su consumo?

La segunda propuesta pasa por lograr que los países del sudeste-asiático aprecien su moneda. Pero… ¿Por qué van a hacerlo, si como el mismo Rodrik en varios artículos reconoce, que una moneda subvaluada es parte de una estrategia de desarrollo industrial?
¿Por qué arriesgar una exitosa estrategia a costa de la economía americana?
Tampoco existen instituciones que puedan forzarlo. La OMC no tiene competencias en política monetaria y el FMI ya no tiene forma de coaccionarlos, ya que, justamente, estos países cuentan con grandes reservas de divisas.

No me siento en calidad de poder ofrecer una solución o salida a la crisis. Pero si considero que la misma debe ser covalente con lo que ya sabemos desde hace mucho tiempo en la ciencia política y las relaciones internacionales: los Estados son actores racionales que buscan maximizar su poder, definido este en términos de interés nacional. Esto significa que ninguna solución sustentable va a venir apelando a que los Estados sacrifiquen su interés nacional. Por lo tanto, veo muy difícil que las principales naciones importadoras de crudo coordinen un impuesto sobre el crudo. Además de las razones esgrimidas arriba, me gustaría agregar que la Seguridad Energética es también un asunto de Seguridad Nacional dado que el petróleo es un insumo clave de la maquinaria militar moderna. Lo cual hace, aún más difícil, coordinar políticas entre Estados que sospechan mucho entre si.
En cuanto a los países de sudeste asiático cabe la posibilidad de que acepten una apreciación de su moneda, siempre y cuando, China lo haga primero. Porque de ninguna manera aceptarían perder competitividad y cedérselas, gratuitamente, al gigante asiático.
Aún si China aceptase apreciar su moneda, volvemos al problema del free raider, muchos países se verán tentados de recurrir a devaluaciones competitivas o depreciar lentamente su moneda. ¿Qué incentivos tendrían en cooperar? ¿Quién pagaría los “sobornos” necesarios para que los países no busquen políticas de free raider?

Cualquier salida de la crisis deberá tener en cuenta esta vieja máxima de la política, vigente desde los tiempos de Tucídides, mucho antes de las hipotecas subprime.



[1] Jorge Castro, “No viviremos una depresión global.” Diario Clarín, 12 de octubre de 2008.
[2] Ídem.
[3] Dani Rodrik y Arvind Subramanian, “We must curb internacional flows of capital.” Financial Times, 25 de Febrero 2008.
[4]Ídem.

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