martes, 28 de octubre de 2008

La vuelta de la IV Flota y sus implicancias geopolíticas.

Introducción.

El motivo del presente trabajo es arrojar luz sobre la vuelta de la IV Flota a las aguas de Latinoamérica. En este sentido, considero que la Flota es una pieza central en la estrategia del Comando Sur de los EE UU para garantizar la seguridad energética, asegurar las líneas marítimas de comunicación, los estrechos y pasajes y participar en la lucha contra el narcotráfico. También evaluó que el nacionalismo energético de Venezuela y el ascenso de Brasil como potencia regional son motivos de preocupación para Washington.

Adictos al petróleo.

Los EE UU son el principal consumidor de crudo con, aproximadamente, 21 millones de barriles diarios (MBD) también son el primer importador con 13 MBD. Sus reservas de hidrocarburos están constituidos en un 95% por carbón, 3 % gas natural y en apenas 2% en petróleo[1]. Aún si comenzase a explotar los campos ubicados en la reserva ecológica de Alaska, Alaska Natural Wildlife Reserve, ANWR por sus siglas en inglés, y se desarrollasen nuevos yacimientos off-shore en el Golfo de México, la ecuación no cambiaria mucho. Se tiene la certeza que las reservas potenciales apenas podrían lograr estirar la producción interna unos años y, en el mediano plazo, deberían volver a incrementar sus importaciones[2].
El impulso que la Administración Bush le dio a los biocombustibles y a las energías alternativas no puede presentarse como una verdadera solución. Mientras que los primeros no podrían reemplazar al crudo por insuficiencia de hectáreas para producir etanol, los segundos generan, mayoritariamente, electricidad y muy pocos producen combustibles líquidos[3].

Teniendo este panorama, muchos analistas y académicos consideran que la reducción del consumo es la única alternativa viable. Sin embargo, la reducción del consumo es una proposición políticamente muy costosa. Paul Krugman advierte que no basta con reducir el uso del automóvil sino que se necesitan reformas muy profundas y afirma que los norteamericanos deben cambiar el cómo y dónde viven. Esto significa, abandonar las áreas suburbanas, mudarse a zonas céntricas y comenzar a usar mucho más el transporte público. Para ilustrar su punto compara dos áreas metropolitanas con similar número de habitantes: Atlanta y Berlín, mientras que en la europea existe una diversificada infraestructura de transporte en la estadounidense solo hay autopistas[4]. En la misma línea, pero con una visión más global, Robert Samuelson argumenta que el 80% de la matriz energética global esta constituida por hidrocarburos. Y, sobriamente, sentencia que “El uso de la energía sostiene el crecimiento económico, que, a su vez, en las sociedades modernas, sostiene la estabilidad social y política[5]”. Ante la ineludibilidad del uso de la energía, el autor favorece la sanción de altos impuestos al petróleo para financiar proyectos de investigación y desarrollo (R&D) para hacer más eficiente las energías alternativas[6].Pero impulsar un impuesto a los combustibles fósiles sería un enorme desafío para la Casa Blanca. No solo sería altamente impopular dado que EE UU es una nación de automovilistas sino que también tendría que cargar contra el lobby conjunto de las empresas de energía, de los estados productores, como Texas, así como también de estados altamente consumidores, como California. Por lo tanto sería muy difícil contar con un consenso bipartidista excluyendo a estos dos populosos estados[7].

En síntesis, los EE UU no cuenta con la voluntad política suficiente como para emprender una severa política de reducción de la demanda. Frente a este panorama, donde no es posible alcanzar la independencia energética ni tampoco restringir la demanda, Washington debe emprender una activa estrategia de seguridad energética. A continuación mencionare sus principales características.

La estrategia de seguridad energética de los EE UU.

El primer punto de la estrategia energética de Washington es lo que se denomina el enfoque Public-Private Partnership[8], es decir, se trata de un compromiso mutuo entre el gobierno y las empresas para sostener una política petrolera coherente tanto para los intereses comerciales como para los intereses de seguridad. En este concepto, cada parte tiene su rol. A las empresas les corresponde promover las inversiones para acrecentar la exploración, producción y distribución. En orden de poder cumplir con este objetivo, el gobierno aportara el marco político-diplomático, que le brinda seguridad política más que jurídica a las inversiones. Las empresas no les estará permitido invertir allí donde el Departamento de Estado halla promovido sanciones comerciales, como son los casos de Cuba, Sudán, Irán, etc. Por el otro lado, Washington intervendrá legal o financieramente a favor de las empresas cuando sus intereses comerciales o de seguridad puedan verse afectados. Como ejemplo podemos recordar cuando en el 2005 el Congreso estadounidense anulo el take over (adquisición hostil) de CNOOC (China National Off-shore Oil Company) por sobre la empresa norteamericana UNOCAL. Simultáneamente, le otorgo la adquisición a Chevron a pesar de que esta última ofreció una menor suma que su par china. El Congreso se excuso argumentando que si CNOOC adquiría la compañía, se estaría violando la Ley de Reciprocidad. Esta Ley prohíbe el ingreso de empresas extranjeras al suelo estadounidense si sus países de origen le niegan el acceso a empresas norteamericanas. En muchas ocasiones, especialmente cuando se referían a los asuntos de Medio Oriente, el concepto de Public-Private Partnership le permitió al Departamento de Estado delegar la diplomacia a las empresas petroleras y lograr así un óptimo punto de equilibrio. Ya que, por razones de política exterior, tales como asegurar que el flujo de crudo quede en manos de empresas norteamericanas y limitar la influencia de la URSS, Washington debía contar con el respaldo de los países árabes. Pero por razones de política interna, el lobby israelí-americano y sus votos, debían apoyar a la única democracia de la región[9]. La política funciono muy bien hasta que en 1973 el doble discurso cayó. Sin embargo, aún hoy, las petroleras cumplen funciones diplomáticas, pero más sutiles.

Un segundo punto de la estrategia energética pasa por los acuerdos formales e informales con los países exportadores de crudo. Estos acuerdos consisten, básicamente, en intercambiar acceso al petróleo por protección política y militar. La mayoría de estos acuerdos son informales, por lo tanto hay pocos documentos. Sin embargo, se puede advertir que los acuerdos presentan una amplia gama de compromisos. Los más sencillos consisten en el ofrecimiento de créditos para la adquisición de armamento, la realización de ejercicios conjuntos y el arribo de instructores militares norteamericanos para capacitar a las tropas locales en guerra contrainsurgente, antiterrorismo y vigilancia de oleoductos e infraestructura clave. Un mayor grado de compromiso incluye la posibilidad, por parte del país exportador, de conceder suelo para el establecimiento de una base.
El caso de Arabia Saudita es el ejemplo mejor conocido. La relación se remonta a 1943 cuando Roosvelt afirmo que la defensa del Reino era vital para defensa de los EE UU y le concedió la inclusión del Reino en el programa de Préstamos y Arriendos que se les concedía a los Estados beligerantes a pesar que Arabia no combatió en la 2° GM. Poco después de finalizada la guerra comenzaron las negociaciones para instalar una base militar. Complementariamente, Washington comenzó a prestar ayuda militar a Egipto e Irán para que actúen como Estados-Pívot y defiendan al Reino llegado el caso. También se procedió con una reforma fiscal por la cual las petroleras americanas podrían devengar de sus impuestos a las ganancias los pagos extra que el Reino les exija[10]. En la actualidad, EE UU sostiene una enorme fuerza militar en la región bajo las órdenes del Comando Central (Centcom, en sus siglas en inglés) y más allá de si se retiraran o no de Irak, es impensado especular con la posibilidad de desarticular el Centcom, menos aún frente al ascenso de Irán como potencia nuclear. Pero los acuerdos de protección por crudo se han sucedido también fuera del área del Golfo Pérsico. Países como Colombia, Azerbaiyán, Georgia y Singapur se han plegado, con muy distintos grados de compromiso, a esta política.

El tercer punto de la estrategia energética de Washington es la posibilidad de amenazar o hacer uso de la fuerza militar para asegurarse el flujo de crudo. En este sentido, la Doctrina Carter advertía “Cualquier intento por parte de cualquier fuerza para obtener el control de la región del Golfo Pérsico será considerado como un ataque contra los intereses vitales de los EE UU y dicho ataque será rechazado con cualquier medio necesario, incluyendo la fuerza militar[11].” Esa fue la respuesta de Washington a la invasión de la URSS sobre Afganistán en 1979. Más tarde, Reagan elevaría el rango de las tropas desplegadas en el Golfo a la categoría de Mando Unificado, es decir, el arriba mencionado, Centcom. También incrementaría la ayuda militar tanto para Pakistán como para la resistencia afgana.
En 1990 con la invasión de Irak a Kuwait la Doctrina Carter se vuelve a hacer efectiva. Bush rápidamente construye una gigantesca coalición internacional para repeler la invasión. También logra legitimar a la Doctrina Carter en la ONU al obtener la autorización para actuar bajo Capitulo VII, es decir, poder recurrir al uso de la fuerza.
En 2003 los EE UU invaden Irak bajo la supuesta amenaza de que Bagdad estaría cerca de alcanzar un arma nuclear. Sin embargo, tempranamente, se demuestra que tal amenaza no existía. En la actualidad existe un consenso generalizado que afirma que la verdadera razón de la invasión era también la más obvia, es decir, el petróleo. Irak cuenta con la 3° reserva probada global con 115 000 millones de barriles. Como evidencia señalan que la ruta tomada por los marines apuntaba a asegurar los oleoductos y los yacimientos. Una vez llegados a Bagdad, el principal objetivo fue el edificio del Ministerio de Petróleo[12]. En el 2008, el gobierno iraquí decidió abrir sus yacimientos a la inversión extranjera luego de casi 40 años de haberla excluido[13], incrementando aún más las sospechas.

En conclusión, ante la falta de voluntad política para promover medidas de reducción de la demanda, Washington se ve impulsado a importar petróleo. Por lo tanto, su estrategia energética no se relacionara tanto con programas para el uso eficiente de la energía sino con el uso de la diplomacia y las FF AA para asegurar el suministro.

A continuación analizare los dos hechos que a mi entender son los principales detonantes de la vuelta de la IV Flota: la nacionalización de la Faja del Orinoco y el ascenso de Brasil.

Venezuela: La nacionalización de la Faja del Orinoco.

La nacionalización de la faja del Orinoco se encuadra en un contexto global más amplio, donde los países exportadores están redefiniendo los términos de los contratos de sus explotaciones energéticas. Situaciones semejantes se sucedieron en otras regiones exportadoras como Medio Oriente, Rusia, los países de la cuenca del Caspio, África Occidental, etc. De ninguna manera debemos reducir la nacionalización de la Faja del Orinoco a las particularidades de la política de Chávez[14]. La revisión de los contratos se debe a que muchos de ellos fueron firmados durante la década del ’90 momento en el que el precio del crudo llego a niveles bajísimos. Ante los formidables precios actuales, los Estados exportadores consideran que una renegociación de los contratos es una legítima actualización de los mismos.

La Faja del Orinoco contiene crudo extra-pesado, que se asemeja al fango. Es un crudo de baja intensidad lo que significa baja calidad. Es considerado por la Agencia Internacional de Energía como un petróleo no convencional y por lo tanto no es considerado dentro de las reservas. Sin embargo, se ha logrado la tecnología para convertir este crudo extra-pesado en crudo sintético o syncrude el cual contiene la calidad de un crudo liviano. Actualmente se esta produciendo 500 000 barriles diarios de este producto. También debemos mencionar que las reservas de crudo extra-pesado se encuentran entre 100 y 270 mil millones de barriles. De confirmarse este último número, la faja del Orinoco, por si sola, contaría con una reserva equivalente a la de Arabia Saudita[15].

El 1° de Mayo del 2007 Chávez tomo control mayoritario sobre todos los proyectos en la faja del Orinoco. Según la nueva disposición, el Estado por medio de PdVSA, debe tener una participación accionaría en todos los proyectos de la Faja no menor al 60%. Siete de las once compañías que operan en la faja aceptaron la medida, que más que una nacionalización, es una redistribución accionaría en favor del Estado. Dentro de las compañías que no aceptaron la nacionalización se destacan Exxon y Conoco-Phillips. Estas empresas operaban, con participación mayoritaria pero compartida con otras petroleras, en tres proyectos claves.

Proyecto Petrozuata: Anterior participación accionaría, 50,1% para Conoco-Phillips y 49,9 para PdVSA. Comentario: Produce 200 000 barriles diarios siendo así el mayor productor de la faja. También opera un oleoducto con capacidad de hasta 500 000 barriles diarios que conduce el crudo hacia el puerto de José (lugar donde Chávez no por casualidad realizo su acto). El proyecto es una pieza clave para controlar la faja del Orinoco dado que es el mayor productor, opera el oleoducto y tiene acceso al puerto de José.

Proyecto Cerro Negro: Anterior participación accionaría, 42% para PdVSA, 42% para Exxon y 16% para BP. El proyecto diluye crudo en nafta, es decir, transforma el crudo extra-pesado en un líquido maleable y lo envía por oleoducto al puerto de José. Su producción ronda los 120 000 barriles diarios. El emprendimiento es vital para transformar el crudo pesado.

Proyecto Hamaca: Anterior participación accionaría, 40% para Conoco-Phillips, 30% tanto para Chevron como para PdVSA. El proyecto aporta unos 30 000 barriles diarios pero proyectan que incrementara su producción a unos 190 000. El yacimiento cuenta con una expectativa de vida de 34 años[16].

¿Por qué petroleras como Chevron, BP o Total aceptaron, aunque sea a regaña dientes, la nueva participación accionaría y por qué otras como Exxon y Conoco Phillips no? La respuesta gira en torno a la posición de control que tenían Exxon y Conoco Phillips en la Faja del Orinoco. Teniendo participación mayoritaria en el yacimiento más productivo y en el oleoducto las empresas podía asegurarse el control efectivo sobre la Faja del Orinoco, la cual, dada sus enormes reservas, podría convertirse en la próxima Arabia Saudita. La perdida del control por parte de las petroleras estadounidenses no puede leerse solamente en un plano comercial. Dada la importancia del concepto de Public-Private Partnership la perdida del control significa una perdida en la seguridad energética de los EE UU.
Brasil: de economía emergente a poder emergente.

En noviembre del 2007, se anunciaron descubrimientos en el costa de San Pablo, en la rica Cuneca de Santos, por 8 000 millones de barriles de crudo en el bloque Tupi. Y en mayo del 2008, el director de la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Bicombustibles, Haroldo Lima, informo que se había descubierto un yacimiento cercano al Tupi con reservas estimadas en 33 000 millones de barriles. De corroborarse estas cifras, Brasil triplicaría sus reservas y pasaría a ser la octava reserva global de crudo[17]. Aún aceptando cierta sobredimensión de las estimaciones, la cifras posicionarían a Brasil, no solo como un país autosuficiente, sino como un exportador. Lo que implicaría un cambio geopolítico a favor de Brasilia. Dejando de lado estimaciones sobre cuales serían sus reservas, el dato a tener en cuenta es que la creciente riqueza petrolera de Brasil yace en su mar. Tampoco debe pasar desapercibido que la mayor parte de su comercio exterior pasa por estas aguas.

De esta forma, podemos ver que el Atlántico Sur tiene una importancia cada vez mayor en la economía de Brasil. Esta creciente importancia se refleja en su estrategia marítima que busca desarrollar una Marina con capacidad oceánica y de proyección. Y en función de esta estrategia, en el 2008, Nelson Jobim, ministro de defensa de Brasil, deberá presentar el Plan Estratégico Nacional de Defensa que prevé un aumento del 50% del presupuesto para el sector. Justifico la necesidad de mayores fondos en función de que Brasil debe lograr una capacidad disuasiva creíble y esto se lograría contando con insumos propios para la defensa. Para Jobim, “la importación de material estratégico o de tecnología crítica perjudica a la economía interna y deja al país en una situación vulnerable en el área militar”. Por lo tanto, el Plan incluye políticas de fomento para la industria de defensa[18]. Dentro del sector naval, cada vez es más probable que Brasil comience la construcción de un submarino nuclear. Y para este objetivo contara con la cooperación de la Argentina. En febrero del 2008, el presidente de Brasil, Lula da Silva, visito la Argentina y firmo varios acuerdos, entre ellos, un acuerdo para la cooperación nuclear. El mismo – resumido brevemente – compromete a la Argentina a ofrecer sus conocimientos en materia del desarrollo de reactores nucleares compactos y de potencia media, mientras que Brasil aportará su capacidad de enriquecimiento de uranio. Según Fabián Calle, analista de seguridad internacional, la suma de estas dos capacidades “tiene como correlato lógico la construcción de un submarino nuclear[19]”. En el mismo articulo se cita al general brasileño José Benedito de Barros Moreira responsable de la Secretaría de Política y Estrategia del Ministerio de Defensa. Según el uniformado, Brasil debe contar con un submarino de propulsión nuclear así como también la capacidad de enriquecer uranio en las instalaciones de la Marina. Justifico la necesidad de contar con el submarino aludiendo a la desventaja con la que corrió la Argentina durante la Guerra de Malvinas por no contar con dicha arma. Y por último, resalto la creciente importancia que los yacimientos off-shore tienen para la seguridad energética de Brasil y la necesidad de protegerlos[20].

En conclusión, Brasil no posee mayores restricciones sobre la entrada de capitales extranjeros, como en el caso de Venezuela, sin embargo, la estrategia naval de Brasilia, representa un reto para EE UU ya que la misma se engloba en una grand strategy más ambiciosa. La grand strategy de Brasil –sintéticamente- busca consolidarse en su rol de potencia regional en el largo plazo, con o sin el auspicio de Washington. Sus 5 objetivos centrales serían 1) Lograr una silla Permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.2) Construir un Consejo de la Defensa Sudamericano efectivo y autónomo de la participación de los EE UU. 3) Profundizar alianzas estratégicas extra-regionales como el IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) 4) Constituir un poderío militar disuasivo: escudo de la defensa[21], submarino nuclear, etc. Y 5) Ejercer una plena soberanía, sin injerencias externas, en áreas de especial interés (Amazonas y Atlántico Sur) Estos 5 objetivos relativizarían el rol preponderante de los EE UU en el Hemisferio Occidental podrían configurar una Sudamérica más autónoma, alejada del bandwagonig y autosuficiente en materia de defensa. Esto constituiría un problema para los EE UU ya que, según Mearsheimer, el primer requisito para ser un candidato a hegemón global es lograr la hegemonía regional, es decir, no contar con ningún peer compitetor en su región natal. Por lo tanto una Sudamérica más autosuficiente y no alineada, aún sin tener malas relaciones con Washington, necesariamente, dificultaría el ejercicio del poderío norteamericano en Euroasia y África. En la misma línea, Ana Ceceña, analista mexicana, advierte que EE UU necesita y promueve una Sudamérica integrada en una suerte de Isla Occidental liderada por ellos. En este marco pueden explicarse muchas de las políticas de Washington hacia la región, desde el ALCA hasta la instalación de bases militares. Para Ceceña, el Hemisferio Occidental contiene los suficientes recursos naturales como para, en caso de una conflagración global no tener que depender de las importaciones de Euroasia[22].

La Grand Strategy de los EE UU hacia Latinoamérica.

Con la mayoría de sus recursos humanos comprometidos en la Guerra de Irak y en la “pacificación” de Afganistán. Washington ha delegado, involuntariamente, la planificación y ejecución de su estrategia para Latinoamérica en el Comando Sur (SouthCom), a cargo del almirante James Stravridis. En la práctica, el SouthCom, es la principal agencia norteamericana enfocada en temas de latinoamericanos. Por lo tanto, el estudio de su agenda y estrategia puede arrojar cuantiosa luz sobre las intenciones de Washington en la región.

El panorama estratégico en Latinoamérica está caracterizado –según el SouthCom- por la primacía de las nuevas amenazas (NA) por sobre las amenazas convencionales. Entiende por NA al narcotráfico, al terrorismo, al los grupos insurgentes, al crimen organizado y a un amplio conjunto de actores no estatales, con múltiples objetivos y distintos a los de la naturaleza militar, que amenazan a las instituciones y a la estabilidad política de los Estados. La posibilidad de conflictos interestatales se considera baja pero no la descartan.

En referencia a la seguridad de los EE UU, el Comando, busca lograr una defensa activa y en profundidad que retenga y neutralice a aquellos que busquen atacar suelo norteamericano, bien lejos de sus costas. La mejor forma de aplicar esta defensa activa en profundidad es lograr mayor cooperación y estrechando vínculos con los países de la región[23]. En línea con esta estrategia, el SouthCom ha publicado en el 2007 el documento US Southern Command Strategy 2016 Partnership for the Americas. El ambicioso proyecto menciona la posibilidad de designar nuevos aliados extra-OTAN (en la actualidad solo cuentan con la Argentina) y la necesidad de instalar nuevas bases militares-especialmente en Sudamérica- justificándose en la volatilidad y las dificultades que se experimentan en Venezuela, Ecuador y Bolivia. En conclusión, el SouthCom esta pensando en expandir su influencia en Latinoamérica y la llegada de la IV Flota debe entenderse en este marco.

La estrategia de la IV Flota.

La estrategia de la IV Flota gira en torno a seguridad energética, el combate al narcotráfico y asegurar las líneas de comunicación y estrechos marinos. Estos objetivos pueden considerarse como ejes ya se encuentran muy entrelazados.

El primer eje es la seguridad energética. Latinoamérica (principalmente México, Venezuela y Ecuador) constituyen un tercio de las importaciones estadounidenses de crudo y Trinidad y Tobago constituye, por si sola, el 65% de las importaciones de gas natural licuado (GNL). Pero estos recursos no solo son importantes por su número sino por su geografía, retomando a Ceceña, debemos recordar que Washington ve al Hemisferio Occidental como una Gran Isla con capacidad de otorgarle una importante autarquía en materia de recursos naturales. Por lo tanto, la nacionalización o la pérdida de control de empresas norteamericanas sobre la explotación y/o distribución de los recursos energéticos es una pérdida de seguridad energética. Ante esta pérdida del control directo de las empresas, Washington se ve obligado a reposicionarse. La IV Flota sería la herramienta por la cual se retomaría un control indirecto.
La pérdida del control de los yacimientos en la Faja del Orinoco, que como ya dije más arriba podrían reemplazar a Arabia, pueden comprenderse como el punto de quiebra en la estrategia de seguridad energética de los EE UU hacia Sudamérica. Junto a este dato debemos ponderar también.

1. La crisis diplomática Caracas-La Paz-Washington de septiembre de 2008 con sus respectivas expulsiones de embajadores.

2. La decisión del presidente de Ecuador de no renovar el contrato para el alquiler de la Base Aérea de Manta a los EE UU. Para fines del 2009, los americanos deberán abandonarla y retirarse hacia Curazao y El Salvador. De ser así, los estadounidenses no tendrían ninguna base en Sudamérica[24].

3. El Departamento de Justicia sospecha que cedulas terroristas con base en Guyana podrían atentar contra el suministro de GNL que parte de Trinidad y Tobago. Si bien, no se hallaron evidencias de un plan, la sospecha bien podría fomentar un accionar por parte del SouthCom o de alguna otra agencia de seguridad[25].

4. En septiembre de 2008, Venezuela y Rusia confirmaron la realización de ejercicios navales conjuntos en aguas del Caribe. Se planificaron la realización de maniobras de búsqueda y salvamento y pruebas de comunicaciones. Participará de la actividad el crucero de batalla, con capacidad nuclear, Pedro el Grande, uno de los más grandes del mundo[26]. Días después de este anuncio, aterrizaron en Venezuela dos bombarderos rusos T-160 con la finalidad de brindar vuelos de entrenamiento con oficiales venezolanos sobre aguas neutrales. Por primera vez, desde el fin de la Guerra fría, llegaron al Hemisferio Occidental aeronaves rusas[27].

Frente a este escenario la estrategia energética de los EE UU deja de apoyarse primordialmente en el concepto del Public-Private Partnership ya que sus empresas pierden control. Pero tampoco es viable buscar acuerdos o alianzas con los países exportadores (con la excepción de Colombia) dada la creciente enemistad que se viene produciendo. Por lo tanto, solo resta recurrir a la amenaza o uso de la fuerza militar y es en ese marco que podemos explicar la vuelta de la IV Flota como un elemento disuasivo.

El segundo eje es asegurar las líneas de comunicación marítimas (SLOCs, por sus siglas en inglés) y los puntos de estrangulamiento (chokepoints) como el Canal de Panamá. Para un hegemón mantener los océanos abiertos a la navegación es vital para lograr proyectar su poder. De cerrarse ciertas SLOC o chokepoint los EE UU son quienes más perderían. Su comercio exterior se vería afectado, pero mucho peor sería su situación y la de sus aliados en términos de seguridad, ya que EE UU no podría ejercer eficientemente su rol de off-shore balancer y muchas potencias medianas podrían verse tentadas de dar un zarpazo y hacerse con un pedazo de poder. EE UU ha velado por la libre navegación y de ser necesario ha recurrido a sus fuerzas armadas para liberar SLOC y chokepoints. El caso más reciente fue la Operación Just Cause, por la cual EE UU depuso a Noriega de Panamá. Si bien las explicaciones oficiales versaban sobre la defensa de la democracia y la vinculación de Noriega con el tráfico de drogas muchos sostienen que Washington temía que Noriega hundiera barcos en el Canal convirtiéndolo en innavegable[28].
En este nuevo escenario, el Océano Atlántico Sur, vuelve a despertar el interés de Washington en función de la propagación de las plataformas petrolíferas off-shore. No solo en Brasil, sino también Nigeria, Angola, Gabón y próximamente Santo Tome y Príncipe. Lo que podríamos denominar la Cuenca del Atlántico Sur contendría a varios países con saldo exportable. En la actualidad, Nigeria y Angola ya están exportando hacia los EE UU, en unos años podría sumarse Brasil. Washington tampoco descarta un escenario donde el Canal de Panamá se encuentra anulado, ya sea por un atentado contra la infraestructura del Canal, un sabotaje o una simple huelga de los trabajadores del Canal. Y, simultáneamente, el Pasaje Noroeste se encuentre congelado. En este hipotético escenario, la ruta alternativa sería el Cabo de Hornos.
En definitiva, el Océano Atlántico Sur se presenta, cada vez en mayor medida, como una ruta marítima cada vez más importante. Por lo tanto, como hegemón global, los EE UU no pueden darse el lujo de no patrullar ni vigilar sus aguas y estrechos.

El tercer eje es el combate al narcotráfico. Para Washington, las principales amenazas que surgen de Sudamérica se corresponden con lo que se denomina como Nuevas Amenazas dentro de las que se destacan las FARC y el narcotráfico. Para combatir a estas amenazas se debe proceder a ejecutar una estrategia de guerra no convencional (unconventional war, UW, por sus silgas en inglés). Los principales puntos de la UW pasan, por aislar a las FARC o a los narcotraficantes de la población civil y ganar sus mentes y corazones. Para lograr este objetivo se llevan acabo distintas labores humanitarias. También en este marco de UW podemos explicar el rol de la IV Flota. La principal embarcación de la flota es el buque hospital USNS Comfort el cual atiende a miles de pobladores de las costas. El trato directo con las personas le permite ganar su confianza y luego su colaboración. Según Robert Kaplan, este tipo de actividades humanitarias “(…) además de ganar y por lo tanto romper el vínculo entre insurgentes y la población en general, es una útil cobertura para una recogida informal de información[29].” En este sentido, existe una clara relación entre el USNS Comfort y la estrategia de UW. En reiteradas oportunidades el almirante Stravridis, afirmo que los narcotraficantes han comenzado a emplear pequeños submarinos para introducir sus cargamentos de cocaína en los EE UU. Intentar rastrear con tecnologías avanzadas, satélites o aviones a un submarino en la costa sería como buscar una aguja en un pajar, en cambio, contar con los rumores o testimonios de lugareños pueden ofrecer una sustancial ventaja. No debe sorprendernos que el almirante planee incorporar a otros dos buques-hospitales[30]. En conclusión, la IV Flota también tiene un rol en la denominada guerra contra las drogas.

El reposicionamiento estratégico.

En noviembre del 2009, los norteamericanos estarán finalizando su estadía en la Base Aérea de Manta, Ecuador. También finalizara una década donde Sudamérica estuvo relegada de las prioridades estratégicas de Washington. Más allá de cómo siga la situación en Irak y Afganistán considero que en la próxima década, la región subirá peldaños en la agenda del Pentágono y del Departamento de Estado debido a la presencia fuertes incentivos estructurales que fomentan una política expansionista de Washington.

El primer incentivo es lo que John Galbraith describía como la frontera turbulenta.[31]. Según el historiador inglés, la expansión del Imperio Británico se debió en gran medida a sus fronteras inestables, amenazantes y problemáticas. La necesidad de pacificarlas producía la expansión de la autoridad de la Corona[32] En Latinoamérica se presentan Estados que, devenidos en rouge states o Estados-Fallidos, podrían configurarse como fronteras turbulentas y justificar una expansión o intervención a los ojos de Washington. Posibles actividades terroristas en Guayana, una potencial transición desordenada en Cuba[33]o una escalada de la tensión entre Colombia y Venezuela son escenarios factibles en los cuales Washington podría intervenir. El instrumento de dicha intervención sería la IV Flota.

El segundo incentivo es la experiencia exitosa para lograr el alineamiento de Centroamérica y el Caribe a las principales políticas de EE UU. Esta región ha aceptado las principales propuestas de Washington desde los acuerdos bilaterales de comercio hasta la participación de tropas en Irak[34]. También han rediseñado sus políticas de seguridad interna para habilitar a las FFAA para efectuar tareas propias de policía y otras agencias de seguridad. Trasladar esta experiencia a Sudamérica, en su totalidad, será un tarea muy difícil. Sin embargo, sería posible concluir acuerdos estratégicos bilaterales con los países insatisfechos económicamente (como Uruguay y Paraguay) o con aquellos que se sientan inseguros (como Colombia y Chile).

El tercer incentivo es la abundancia de recursos naturales estratégicos. La región cuenta con abundancia de recursos naturales en general y energéticos en particular. Si bien en materia de petróleo, Latinoamérica totaliza aproximadamente un 10% de las reservas globales, poco contra el 65% de Medio Oriente, lo cierto es que la región cuenta con varias ventajas para Washington como la cercanía, la ausencia de potencias hostiles que le disputen influencia y la posibilidad de hallar nuevos yacimientos off-shore.

Conclusiones.

Mientras que el SouthCom ya tiene su estrategia convendría preguntarse cual será la planificación y el accionar de los Estados sudamericanos. ¿Podrá Brasil ejercer un liderazgo regional y de esta forma convertir en instituciones efectivas al Unasur y al Consejo Sudamericano de la Defensa? En cuanto al Cono Sur ¿Podrán los socios mayoritarios del MERCOSUR reformular la integración en función de los intereses de los socios minoritarios y de esta forma inhabilitarle un carta a Washington? La resolución favorable de estas incógnitas le restara protagonismo al SouthCom, en cambio, una resolución desfavorable será una invitación tacita a la injerencia en los asuntos de la región. En palabras de Juan Tokatlián “(…) nuestra pasividad individual y falta de integración colectiva podrían terminar legitimando lo que cada vez más tiene contornos de convertirse en una era proconsular[35].”


[1] Donald Fournier y Eileen Westervelt “Energy trends and their implications for the U.S. Army installations” del Construction Engineering Research Laboratory, septiembre 2005.
[2] Michael Klare: “Sangre y petróleo”, Editorial Tendencias, 2006.

[3] Roberto Cunningham “La civilización del petróleo, difícil de reemplazar.”Diario La Nación, 26 de septiembre 2005.
[4] Paul Krugman “Secretos para vivir con el petróleo caro.” Diario Clarín, 1 julio 2008.
[5] Robert Samuelson “El costo de limitar el calentamiento planetario será altísimo e impopular.” Diario Clarín, Los Angeles Time, 11 febrero 2007.
[6] Ídem.
[7] Jan Kalicki y David Goldwyn “Energy & Security: Toward a new foreign strategy” Editorial Woodrow Wilson Center Press, 2005.
[8] Michael Klare “Sangre y petróleo.” Editorial Tendencias, 2006.
[9] Anthony Sampson: “Las sietes hermanas”, Grijalbo, 1977.

[10] Ídem.
[11] Zbigniew Brezezinski “El juego estratégico” Planeta 1986.
[12]Michael Klare “Sangre y petróleo.” Editorial Tendencias, 2006.
[13] Agencias AFP, ANSA y AP “Irak decidió abrir sus yacimientos de crudo a las petroleras extranjeras.”Diario Clarín, 1 Julio 2008.
[14] “Energía y nacionalismo.” Diario La Nación, The Economist, 10 de marzo 2007.
[15] La información sobre la faja del Orinoco fue extraída de Isabel Stanganelli “Las fuentes de energía en el Cono Sur” Editora Andina Sur, Mendoza, 2006, Donald Fournier y Eileen Westervelt “Energy trends and their implications for the U.S. Army installations” del Construction Engineering Research Laboratory, septiembre 2005 y “Se van de Venezuela dos gigantes compañías extranjeras.”The Economist, La Nación, 30 Junio 2007.
[16] La información del cuadro fue extraída de Isabel Stanganelli “Las fuentes de energía en el Cono Sur” Editora Andina Sur, Mendoza, 2006, “Se van de Venezuela dos gigantes compañías extranjeras.”The Economist, La Nación, 30 Junio 2007, Russell Gold “Exxon y Conoco Phillips optan por irse de Venezuela; otras cuatro llegan a un acuerdo.” Wall Street Journal, Diario La Nación 27 junio, 2007 y Agencias AFP, Reuters, AP y ANSA “Chávez y Evo, con control total del petróleo.” Diario La Nación, 2 mayo 2007.
[17] Ansa y Reuters “Descubrió Brasil el mayor pozo petrolífero del mundo en 30 años.” Diario Ámbito Financiero, 15 abril, 2008.
[18] “La defensa vuelve al centro de la escena.” Revista DEF, año 3, numero 27, noviembre 2007.
[19] Fabián Calle “La agenda menos debatida.” Revista DEF, año 3, numero 31, marzo 2008.
[20] Ídem.
[21] Ya en 1994, Helio Jaguaribe, afirmaba que los países débiles como la Argentina y Brasil deben contar con una salvaguardia militar para contrarrestar la creciente tendencia al intervencionismo por parte de las potencias. En ese sentido, Jaguaribe se mostró partidario del desarrollo de un submarino nuclear así como también del despliegue de misiles en el perímetro del MERCOSUR. Extraído de: Escudé y Fontana “Divergencias estratégicas en el Cono Sur: Las políticas de seguridad de la Argentina frente a las de Brasil y Chile”. Working paper N° 20 UTDT, junio, 1995. Estas ideas están hoy en la agenda del ministro de asuntos estratégicos de Brasil, Roberto Mangabeira Unger.
[22] Telma Luzzani “La IV Flota vuelve a patrullar aguas latinoamericanas”Diario Clarín, 30 junio 2008.
[23] La información fue extraída de http://www.southcom.mil/ .
[24] Simón Romero “El Ecuador de Correa no quiere una base de EE UU.”Diario Clarín, The New York Times, 2007.
[25] Jay Solomon y Robert Block “EE UU pone la mira antiterrorista en América Latina.” 4 junio 2007, Diario La Nación, Wall Street Journal, 4 junio 2007. El artículo afirma que 4 musulmanes de Guyana y Trinidad y Tobago planeaban atentar contra el aeropuerto de JFK en New York, aunque se reconoce que lejos estuvieron de poder perpetrarlo. El artículo cita a un comisionado de la ciudad que afirma, a pesar de no tener ninguna competencia, que el Caribe le“preocupa cada vez más”. También se informa que en Guyana el 15% de la población es musulmana y recibe emigrantes provenientes de Afganistán y Pakistán. Luego se cita a agentes antiterroristas, si especificar de que agencia, quienes advierten la posibilidad de que Guyana pueda servir de base para atacar el suministro de energía que sale hacia EE UU.
[26] Agencias DPA, Reuteres y EFE “Rusia, más cerca de Venezuela: envía buques de guerra al Caribe.” Diario La Nación, 9 septiembre 2008.
[27] Agencias AFP, AP, DPA y diario El Tiempo “Llegan a Venezuela bombarderos rusos.” Diario La Nación, 11 septiembre 2008.
[28] Donna Nincic “Sea lane security and US maritime trade: choke points as scarce resources.” En Sam Tangredi “Globalization and maritime power.” Institute for National Strategic Studies, National Defense University www.ndu.edu/inss/Books/Books_2002/Globalization_and_Maritime_Power_Dec_02/01_toc.htm
[29] Robert Kaplan “Tropas imperiales: el imperialismo norteamericano sobre el terreno.” Ediciones B, 2007.
[30] Entrevista al almirante James Stravridis “Ningún país es indispensable.” Revista DEF, año 4, numero 34, junio 2008.
[31] John Galbraith “The turbulent frontier as a factor of British expansion.” Comparative Studies in Society and History, Vol. 2, No 2. 1960.
[32] John Galbraith “The turbulent frontier as a factor of British expansion.” Comparative Studies in Society and History, Vol. 2, No 2. 1960.

[33] Mattew Flynn “United States announces IV Fleet resumes operations amid South American auspicios.” 11 julio 2008, http://americas.irc-online.org
[34] Nicaragua, Honduras, El Salvador y la República Dominicana enviaron tropas a Irak en el 2003.
[35] Juan Tokatlián “La estrategia proconsular.”Diario La Nación, 22 mayo 2007.

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