martes, 28 de octubre de 2008

La vuelta de la IV Flota y sus implicancias geopolíticas.

Introducción.

El motivo del presente trabajo es arrojar luz sobre la vuelta de la IV Flota a las aguas de Latinoamérica. En este sentido, considero que la Flota es una pieza central en la estrategia del Comando Sur de los EE UU para garantizar la seguridad energética, asegurar las líneas marítimas de comunicación, los estrechos y pasajes y participar en la lucha contra el narcotráfico. También evaluó que el nacionalismo energético de Venezuela y el ascenso de Brasil como potencia regional son motivos de preocupación para Washington.

Adictos al petróleo.

Los EE UU son el principal consumidor de crudo con, aproximadamente, 21 millones de barriles diarios (MBD) también son el primer importador con 13 MBD. Sus reservas de hidrocarburos están constituidos en un 95% por carbón, 3 % gas natural y en apenas 2% en petróleo[1]. Aún si comenzase a explotar los campos ubicados en la reserva ecológica de Alaska, Alaska Natural Wildlife Reserve, ANWR por sus siglas en inglés, y se desarrollasen nuevos yacimientos off-shore en el Golfo de México, la ecuación no cambiaria mucho. Se tiene la certeza que las reservas potenciales apenas podrían lograr estirar la producción interna unos años y, en el mediano plazo, deberían volver a incrementar sus importaciones[2].
El impulso que la Administración Bush le dio a los biocombustibles y a las energías alternativas no puede presentarse como una verdadera solución. Mientras que los primeros no podrían reemplazar al crudo por insuficiencia de hectáreas para producir etanol, los segundos generan, mayoritariamente, electricidad y muy pocos producen combustibles líquidos[3].

Teniendo este panorama, muchos analistas y académicos consideran que la reducción del consumo es la única alternativa viable. Sin embargo, la reducción del consumo es una proposición políticamente muy costosa. Paul Krugman advierte que no basta con reducir el uso del automóvil sino que se necesitan reformas muy profundas y afirma que los norteamericanos deben cambiar el cómo y dónde viven. Esto significa, abandonar las áreas suburbanas, mudarse a zonas céntricas y comenzar a usar mucho más el transporte público. Para ilustrar su punto compara dos áreas metropolitanas con similar número de habitantes: Atlanta y Berlín, mientras que en la europea existe una diversificada infraestructura de transporte en la estadounidense solo hay autopistas[4]. En la misma línea, pero con una visión más global, Robert Samuelson argumenta que el 80% de la matriz energética global esta constituida por hidrocarburos. Y, sobriamente, sentencia que “El uso de la energía sostiene el crecimiento económico, que, a su vez, en las sociedades modernas, sostiene la estabilidad social y política[5]”. Ante la ineludibilidad del uso de la energía, el autor favorece la sanción de altos impuestos al petróleo para financiar proyectos de investigación y desarrollo (R&D) para hacer más eficiente las energías alternativas[6].Pero impulsar un impuesto a los combustibles fósiles sería un enorme desafío para la Casa Blanca. No solo sería altamente impopular dado que EE UU es una nación de automovilistas sino que también tendría que cargar contra el lobby conjunto de las empresas de energía, de los estados productores, como Texas, así como también de estados altamente consumidores, como California. Por lo tanto sería muy difícil contar con un consenso bipartidista excluyendo a estos dos populosos estados[7].

En síntesis, los EE UU no cuenta con la voluntad política suficiente como para emprender una severa política de reducción de la demanda. Frente a este panorama, donde no es posible alcanzar la independencia energética ni tampoco restringir la demanda, Washington debe emprender una activa estrategia de seguridad energética. A continuación mencionare sus principales características.

La estrategia de seguridad energética de los EE UU.

El primer punto de la estrategia energética de Washington es lo que se denomina el enfoque Public-Private Partnership[8], es decir, se trata de un compromiso mutuo entre el gobierno y las empresas para sostener una política petrolera coherente tanto para los intereses comerciales como para los intereses de seguridad. En este concepto, cada parte tiene su rol. A las empresas les corresponde promover las inversiones para acrecentar la exploración, producción y distribución. En orden de poder cumplir con este objetivo, el gobierno aportara el marco político-diplomático, que le brinda seguridad política más que jurídica a las inversiones. Las empresas no les estará permitido invertir allí donde el Departamento de Estado halla promovido sanciones comerciales, como son los casos de Cuba, Sudán, Irán, etc. Por el otro lado, Washington intervendrá legal o financieramente a favor de las empresas cuando sus intereses comerciales o de seguridad puedan verse afectados. Como ejemplo podemos recordar cuando en el 2005 el Congreso estadounidense anulo el take over (adquisición hostil) de CNOOC (China National Off-shore Oil Company) por sobre la empresa norteamericana UNOCAL. Simultáneamente, le otorgo la adquisición a Chevron a pesar de que esta última ofreció una menor suma que su par china. El Congreso se excuso argumentando que si CNOOC adquiría la compañía, se estaría violando la Ley de Reciprocidad. Esta Ley prohíbe el ingreso de empresas extranjeras al suelo estadounidense si sus países de origen le niegan el acceso a empresas norteamericanas. En muchas ocasiones, especialmente cuando se referían a los asuntos de Medio Oriente, el concepto de Public-Private Partnership le permitió al Departamento de Estado delegar la diplomacia a las empresas petroleras y lograr así un óptimo punto de equilibrio. Ya que, por razones de política exterior, tales como asegurar que el flujo de crudo quede en manos de empresas norteamericanas y limitar la influencia de la URSS, Washington debía contar con el respaldo de los países árabes. Pero por razones de política interna, el lobby israelí-americano y sus votos, debían apoyar a la única democracia de la región[9]. La política funciono muy bien hasta que en 1973 el doble discurso cayó. Sin embargo, aún hoy, las petroleras cumplen funciones diplomáticas, pero más sutiles.

Un segundo punto de la estrategia energética pasa por los acuerdos formales e informales con los países exportadores de crudo. Estos acuerdos consisten, básicamente, en intercambiar acceso al petróleo por protección política y militar. La mayoría de estos acuerdos son informales, por lo tanto hay pocos documentos. Sin embargo, se puede advertir que los acuerdos presentan una amplia gama de compromisos. Los más sencillos consisten en el ofrecimiento de créditos para la adquisición de armamento, la realización de ejercicios conjuntos y el arribo de instructores militares norteamericanos para capacitar a las tropas locales en guerra contrainsurgente, antiterrorismo y vigilancia de oleoductos e infraestructura clave. Un mayor grado de compromiso incluye la posibilidad, por parte del país exportador, de conceder suelo para el establecimiento de una base.
El caso de Arabia Saudita es el ejemplo mejor conocido. La relación se remonta a 1943 cuando Roosvelt afirmo que la defensa del Reino era vital para defensa de los EE UU y le concedió la inclusión del Reino en el programa de Préstamos y Arriendos que se les concedía a los Estados beligerantes a pesar que Arabia no combatió en la 2° GM. Poco después de finalizada la guerra comenzaron las negociaciones para instalar una base militar. Complementariamente, Washington comenzó a prestar ayuda militar a Egipto e Irán para que actúen como Estados-Pívot y defiendan al Reino llegado el caso. También se procedió con una reforma fiscal por la cual las petroleras americanas podrían devengar de sus impuestos a las ganancias los pagos extra que el Reino les exija[10]. En la actualidad, EE UU sostiene una enorme fuerza militar en la región bajo las órdenes del Comando Central (Centcom, en sus siglas en inglés) y más allá de si se retiraran o no de Irak, es impensado especular con la posibilidad de desarticular el Centcom, menos aún frente al ascenso de Irán como potencia nuclear. Pero los acuerdos de protección por crudo se han sucedido también fuera del área del Golfo Pérsico. Países como Colombia, Azerbaiyán, Georgia y Singapur se han plegado, con muy distintos grados de compromiso, a esta política.

El tercer punto de la estrategia energética de Washington es la posibilidad de amenazar o hacer uso de la fuerza militar para asegurarse el flujo de crudo. En este sentido, la Doctrina Carter advertía “Cualquier intento por parte de cualquier fuerza para obtener el control de la región del Golfo Pérsico será considerado como un ataque contra los intereses vitales de los EE UU y dicho ataque será rechazado con cualquier medio necesario, incluyendo la fuerza militar[11].” Esa fue la respuesta de Washington a la invasión de la URSS sobre Afganistán en 1979. Más tarde, Reagan elevaría el rango de las tropas desplegadas en el Golfo a la categoría de Mando Unificado, es decir, el arriba mencionado, Centcom. También incrementaría la ayuda militar tanto para Pakistán como para la resistencia afgana.
En 1990 con la invasión de Irak a Kuwait la Doctrina Carter se vuelve a hacer efectiva. Bush rápidamente construye una gigantesca coalición internacional para repeler la invasión. También logra legitimar a la Doctrina Carter en la ONU al obtener la autorización para actuar bajo Capitulo VII, es decir, poder recurrir al uso de la fuerza.
En 2003 los EE UU invaden Irak bajo la supuesta amenaza de que Bagdad estaría cerca de alcanzar un arma nuclear. Sin embargo, tempranamente, se demuestra que tal amenaza no existía. En la actualidad existe un consenso generalizado que afirma que la verdadera razón de la invasión era también la más obvia, es decir, el petróleo. Irak cuenta con la 3° reserva probada global con 115 000 millones de barriles. Como evidencia señalan que la ruta tomada por los marines apuntaba a asegurar los oleoductos y los yacimientos. Una vez llegados a Bagdad, el principal objetivo fue el edificio del Ministerio de Petróleo[12]. En el 2008, el gobierno iraquí decidió abrir sus yacimientos a la inversión extranjera luego de casi 40 años de haberla excluido[13], incrementando aún más las sospechas.

En conclusión, ante la falta de voluntad política para promover medidas de reducción de la demanda, Washington se ve impulsado a importar petróleo. Por lo tanto, su estrategia energética no se relacionara tanto con programas para el uso eficiente de la energía sino con el uso de la diplomacia y las FF AA para asegurar el suministro.

A continuación analizare los dos hechos que a mi entender son los principales detonantes de la vuelta de la IV Flota: la nacionalización de la Faja del Orinoco y el ascenso de Brasil.

Venezuela: La nacionalización de la Faja del Orinoco.

La nacionalización de la faja del Orinoco se encuadra en un contexto global más amplio, donde los países exportadores están redefiniendo los términos de los contratos de sus explotaciones energéticas. Situaciones semejantes se sucedieron en otras regiones exportadoras como Medio Oriente, Rusia, los países de la cuenca del Caspio, África Occidental, etc. De ninguna manera debemos reducir la nacionalización de la Faja del Orinoco a las particularidades de la política de Chávez[14]. La revisión de los contratos se debe a que muchos de ellos fueron firmados durante la década del ’90 momento en el que el precio del crudo llego a niveles bajísimos. Ante los formidables precios actuales, los Estados exportadores consideran que una renegociación de los contratos es una legítima actualización de los mismos.

La Faja del Orinoco contiene crudo extra-pesado, que se asemeja al fango. Es un crudo de baja intensidad lo que significa baja calidad. Es considerado por la Agencia Internacional de Energía como un petróleo no convencional y por lo tanto no es considerado dentro de las reservas. Sin embargo, se ha logrado la tecnología para convertir este crudo extra-pesado en crudo sintético o syncrude el cual contiene la calidad de un crudo liviano. Actualmente se esta produciendo 500 000 barriles diarios de este producto. También debemos mencionar que las reservas de crudo extra-pesado se encuentran entre 100 y 270 mil millones de barriles. De confirmarse este último número, la faja del Orinoco, por si sola, contaría con una reserva equivalente a la de Arabia Saudita[15].

El 1° de Mayo del 2007 Chávez tomo control mayoritario sobre todos los proyectos en la faja del Orinoco. Según la nueva disposición, el Estado por medio de PdVSA, debe tener una participación accionaría en todos los proyectos de la Faja no menor al 60%. Siete de las once compañías que operan en la faja aceptaron la medida, que más que una nacionalización, es una redistribución accionaría en favor del Estado. Dentro de las compañías que no aceptaron la nacionalización se destacan Exxon y Conoco-Phillips. Estas empresas operaban, con participación mayoritaria pero compartida con otras petroleras, en tres proyectos claves.

Proyecto Petrozuata: Anterior participación accionaría, 50,1% para Conoco-Phillips y 49,9 para PdVSA. Comentario: Produce 200 000 barriles diarios siendo así el mayor productor de la faja. También opera un oleoducto con capacidad de hasta 500 000 barriles diarios que conduce el crudo hacia el puerto de José (lugar donde Chávez no por casualidad realizo su acto). El proyecto es una pieza clave para controlar la faja del Orinoco dado que es el mayor productor, opera el oleoducto y tiene acceso al puerto de José.

Proyecto Cerro Negro: Anterior participación accionaría, 42% para PdVSA, 42% para Exxon y 16% para BP. El proyecto diluye crudo en nafta, es decir, transforma el crudo extra-pesado en un líquido maleable y lo envía por oleoducto al puerto de José. Su producción ronda los 120 000 barriles diarios. El emprendimiento es vital para transformar el crudo pesado.

Proyecto Hamaca: Anterior participación accionaría, 40% para Conoco-Phillips, 30% tanto para Chevron como para PdVSA. El proyecto aporta unos 30 000 barriles diarios pero proyectan que incrementara su producción a unos 190 000. El yacimiento cuenta con una expectativa de vida de 34 años[16].

¿Por qué petroleras como Chevron, BP o Total aceptaron, aunque sea a regaña dientes, la nueva participación accionaría y por qué otras como Exxon y Conoco Phillips no? La respuesta gira en torno a la posición de control que tenían Exxon y Conoco Phillips en la Faja del Orinoco. Teniendo participación mayoritaria en el yacimiento más productivo y en el oleoducto las empresas podía asegurarse el control efectivo sobre la Faja del Orinoco, la cual, dada sus enormes reservas, podría convertirse en la próxima Arabia Saudita. La perdida del control por parte de las petroleras estadounidenses no puede leerse solamente en un plano comercial. Dada la importancia del concepto de Public-Private Partnership la perdida del control significa una perdida en la seguridad energética de los EE UU.
Brasil: de economía emergente a poder emergente.

En noviembre del 2007, se anunciaron descubrimientos en el costa de San Pablo, en la rica Cuneca de Santos, por 8 000 millones de barriles de crudo en el bloque Tupi. Y en mayo del 2008, el director de la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Bicombustibles, Haroldo Lima, informo que se había descubierto un yacimiento cercano al Tupi con reservas estimadas en 33 000 millones de barriles. De corroborarse estas cifras, Brasil triplicaría sus reservas y pasaría a ser la octava reserva global de crudo[17]. Aún aceptando cierta sobredimensión de las estimaciones, la cifras posicionarían a Brasil, no solo como un país autosuficiente, sino como un exportador. Lo que implicaría un cambio geopolítico a favor de Brasilia. Dejando de lado estimaciones sobre cuales serían sus reservas, el dato a tener en cuenta es que la creciente riqueza petrolera de Brasil yace en su mar. Tampoco debe pasar desapercibido que la mayor parte de su comercio exterior pasa por estas aguas.

De esta forma, podemos ver que el Atlántico Sur tiene una importancia cada vez mayor en la economía de Brasil. Esta creciente importancia se refleja en su estrategia marítima que busca desarrollar una Marina con capacidad oceánica y de proyección. Y en función de esta estrategia, en el 2008, Nelson Jobim, ministro de defensa de Brasil, deberá presentar el Plan Estratégico Nacional de Defensa que prevé un aumento del 50% del presupuesto para el sector. Justifico la necesidad de mayores fondos en función de que Brasil debe lograr una capacidad disuasiva creíble y esto se lograría contando con insumos propios para la defensa. Para Jobim, “la importación de material estratégico o de tecnología crítica perjudica a la economía interna y deja al país en una situación vulnerable en el área militar”. Por lo tanto, el Plan incluye políticas de fomento para la industria de defensa[18]. Dentro del sector naval, cada vez es más probable que Brasil comience la construcción de un submarino nuclear. Y para este objetivo contara con la cooperación de la Argentina. En febrero del 2008, el presidente de Brasil, Lula da Silva, visito la Argentina y firmo varios acuerdos, entre ellos, un acuerdo para la cooperación nuclear. El mismo – resumido brevemente – compromete a la Argentina a ofrecer sus conocimientos en materia del desarrollo de reactores nucleares compactos y de potencia media, mientras que Brasil aportará su capacidad de enriquecimiento de uranio. Según Fabián Calle, analista de seguridad internacional, la suma de estas dos capacidades “tiene como correlato lógico la construcción de un submarino nuclear[19]”. En el mismo articulo se cita al general brasileño José Benedito de Barros Moreira responsable de la Secretaría de Política y Estrategia del Ministerio de Defensa. Según el uniformado, Brasil debe contar con un submarino de propulsión nuclear así como también la capacidad de enriquecer uranio en las instalaciones de la Marina. Justifico la necesidad de contar con el submarino aludiendo a la desventaja con la que corrió la Argentina durante la Guerra de Malvinas por no contar con dicha arma. Y por último, resalto la creciente importancia que los yacimientos off-shore tienen para la seguridad energética de Brasil y la necesidad de protegerlos[20].

En conclusión, Brasil no posee mayores restricciones sobre la entrada de capitales extranjeros, como en el caso de Venezuela, sin embargo, la estrategia naval de Brasilia, representa un reto para EE UU ya que la misma se engloba en una grand strategy más ambiciosa. La grand strategy de Brasil –sintéticamente- busca consolidarse en su rol de potencia regional en el largo plazo, con o sin el auspicio de Washington. Sus 5 objetivos centrales serían 1) Lograr una silla Permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.2) Construir un Consejo de la Defensa Sudamericano efectivo y autónomo de la participación de los EE UU. 3) Profundizar alianzas estratégicas extra-regionales como el IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) 4) Constituir un poderío militar disuasivo: escudo de la defensa[21], submarino nuclear, etc. Y 5) Ejercer una plena soberanía, sin injerencias externas, en áreas de especial interés (Amazonas y Atlántico Sur) Estos 5 objetivos relativizarían el rol preponderante de los EE UU en el Hemisferio Occidental podrían configurar una Sudamérica más autónoma, alejada del bandwagonig y autosuficiente en materia de defensa. Esto constituiría un problema para los EE UU ya que, según Mearsheimer, el primer requisito para ser un candidato a hegemón global es lograr la hegemonía regional, es decir, no contar con ningún peer compitetor en su región natal. Por lo tanto una Sudamérica más autosuficiente y no alineada, aún sin tener malas relaciones con Washington, necesariamente, dificultaría el ejercicio del poderío norteamericano en Euroasia y África. En la misma línea, Ana Ceceña, analista mexicana, advierte que EE UU necesita y promueve una Sudamérica integrada en una suerte de Isla Occidental liderada por ellos. En este marco pueden explicarse muchas de las políticas de Washington hacia la región, desde el ALCA hasta la instalación de bases militares. Para Ceceña, el Hemisferio Occidental contiene los suficientes recursos naturales como para, en caso de una conflagración global no tener que depender de las importaciones de Euroasia[22].

La Grand Strategy de los EE UU hacia Latinoamérica.

Con la mayoría de sus recursos humanos comprometidos en la Guerra de Irak y en la “pacificación” de Afganistán. Washington ha delegado, involuntariamente, la planificación y ejecución de su estrategia para Latinoamérica en el Comando Sur (SouthCom), a cargo del almirante James Stravridis. En la práctica, el SouthCom, es la principal agencia norteamericana enfocada en temas de latinoamericanos. Por lo tanto, el estudio de su agenda y estrategia puede arrojar cuantiosa luz sobre las intenciones de Washington en la región.

El panorama estratégico en Latinoamérica está caracterizado –según el SouthCom- por la primacía de las nuevas amenazas (NA) por sobre las amenazas convencionales. Entiende por NA al narcotráfico, al terrorismo, al los grupos insurgentes, al crimen organizado y a un amplio conjunto de actores no estatales, con múltiples objetivos y distintos a los de la naturaleza militar, que amenazan a las instituciones y a la estabilidad política de los Estados. La posibilidad de conflictos interestatales se considera baja pero no la descartan.

En referencia a la seguridad de los EE UU, el Comando, busca lograr una defensa activa y en profundidad que retenga y neutralice a aquellos que busquen atacar suelo norteamericano, bien lejos de sus costas. La mejor forma de aplicar esta defensa activa en profundidad es lograr mayor cooperación y estrechando vínculos con los países de la región[23]. En línea con esta estrategia, el SouthCom ha publicado en el 2007 el documento US Southern Command Strategy 2016 Partnership for the Americas. El ambicioso proyecto menciona la posibilidad de designar nuevos aliados extra-OTAN (en la actualidad solo cuentan con la Argentina) y la necesidad de instalar nuevas bases militares-especialmente en Sudamérica- justificándose en la volatilidad y las dificultades que se experimentan en Venezuela, Ecuador y Bolivia. En conclusión, el SouthCom esta pensando en expandir su influencia en Latinoamérica y la llegada de la IV Flota debe entenderse en este marco.

La estrategia de la IV Flota.

La estrategia de la IV Flota gira en torno a seguridad energética, el combate al narcotráfico y asegurar las líneas de comunicación y estrechos marinos. Estos objetivos pueden considerarse como ejes ya se encuentran muy entrelazados.

El primer eje es la seguridad energética. Latinoamérica (principalmente México, Venezuela y Ecuador) constituyen un tercio de las importaciones estadounidenses de crudo y Trinidad y Tobago constituye, por si sola, el 65% de las importaciones de gas natural licuado (GNL). Pero estos recursos no solo son importantes por su número sino por su geografía, retomando a Ceceña, debemos recordar que Washington ve al Hemisferio Occidental como una Gran Isla con capacidad de otorgarle una importante autarquía en materia de recursos naturales. Por lo tanto, la nacionalización o la pérdida de control de empresas norteamericanas sobre la explotación y/o distribución de los recursos energéticos es una pérdida de seguridad energética. Ante esta pérdida del control directo de las empresas, Washington se ve obligado a reposicionarse. La IV Flota sería la herramienta por la cual se retomaría un control indirecto.
La pérdida del control de los yacimientos en la Faja del Orinoco, que como ya dije más arriba podrían reemplazar a Arabia, pueden comprenderse como el punto de quiebra en la estrategia de seguridad energética de los EE UU hacia Sudamérica. Junto a este dato debemos ponderar también.

1. La crisis diplomática Caracas-La Paz-Washington de septiembre de 2008 con sus respectivas expulsiones de embajadores.

2. La decisión del presidente de Ecuador de no renovar el contrato para el alquiler de la Base Aérea de Manta a los EE UU. Para fines del 2009, los americanos deberán abandonarla y retirarse hacia Curazao y El Salvador. De ser así, los estadounidenses no tendrían ninguna base en Sudamérica[24].

3. El Departamento de Justicia sospecha que cedulas terroristas con base en Guyana podrían atentar contra el suministro de GNL que parte de Trinidad y Tobago. Si bien, no se hallaron evidencias de un plan, la sospecha bien podría fomentar un accionar por parte del SouthCom o de alguna otra agencia de seguridad[25].

4. En septiembre de 2008, Venezuela y Rusia confirmaron la realización de ejercicios navales conjuntos en aguas del Caribe. Se planificaron la realización de maniobras de búsqueda y salvamento y pruebas de comunicaciones. Participará de la actividad el crucero de batalla, con capacidad nuclear, Pedro el Grande, uno de los más grandes del mundo[26]. Días después de este anuncio, aterrizaron en Venezuela dos bombarderos rusos T-160 con la finalidad de brindar vuelos de entrenamiento con oficiales venezolanos sobre aguas neutrales. Por primera vez, desde el fin de la Guerra fría, llegaron al Hemisferio Occidental aeronaves rusas[27].

Frente a este escenario la estrategia energética de los EE UU deja de apoyarse primordialmente en el concepto del Public-Private Partnership ya que sus empresas pierden control. Pero tampoco es viable buscar acuerdos o alianzas con los países exportadores (con la excepción de Colombia) dada la creciente enemistad que se viene produciendo. Por lo tanto, solo resta recurrir a la amenaza o uso de la fuerza militar y es en ese marco que podemos explicar la vuelta de la IV Flota como un elemento disuasivo.

El segundo eje es asegurar las líneas de comunicación marítimas (SLOCs, por sus siglas en inglés) y los puntos de estrangulamiento (chokepoints) como el Canal de Panamá. Para un hegemón mantener los océanos abiertos a la navegación es vital para lograr proyectar su poder. De cerrarse ciertas SLOC o chokepoint los EE UU son quienes más perderían. Su comercio exterior se vería afectado, pero mucho peor sería su situación y la de sus aliados en términos de seguridad, ya que EE UU no podría ejercer eficientemente su rol de off-shore balancer y muchas potencias medianas podrían verse tentadas de dar un zarpazo y hacerse con un pedazo de poder. EE UU ha velado por la libre navegación y de ser necesario ha recurrido a sus fuerzas armadas para liberar SLOC y chokepoints. El caso más reciente fue la Operación Just Cause, por la cual EE UU depuso a Noriega de Panamá. Si bien las explicaciones oficiales versaban sobre la defensa de la democracia y la vinculación de Noriega con el tráfico de drogas muchos sostienen que Washington temía que Noriega hundiera barcos en el Canal convirtiéndolo en innavegable[28].
En este nuevo escenario, el Océano Atlántico Sur, vuelve a despertar el interés de Washington en función de la propagación de las plataformas petrolíferas off-shore. No solo en Brasil, sino también Nigeria, Angola, Gabón y próximamente Santo Tome y Príncipe. Lo que podríamos denominar la Cuenca del Atlántico Sur contendría a varios países con saldo exportable. En la actualidad, Nigeria y Angola ya están exportando hacia los EE UU, en unos años podría sumarse Brasil. Washington tampoco descarta un escenario donde el Canal de Panamá se encuentra anulado, ya sea por un atentado contra la infraestructura del Canal, un sabotaje o una simple huelga de los trabajadores del Canal. Y, simultáneamente, el Pasaje Noroeste se encuentre congelado. En este hipotético escenario, la ruta alternativa sería el Cabo de Hornos.
En definitiva, el Océano Atlántico Sur se presenta, cada vez en mayor medida, como una ruta marítima cada vez más importante. Por lo tanto, como hegemón global, los EE UU no pueden darse el lujo de no patrullar ni vigilar sus aguas y estrechos.

El tercer eje es el combate al narcotráfico. Para Washington, las principales amenazas que surgen de Sudamérica se corresponden con lo que se denomina como Nuevas Amenazas dentro de las que se destacan las FARC y el narcotráfico. Para combatir a estas amenazas se debe proceder a ejecutar una estrategia de guerra no convencional (unconventional war, UW, por sus silgas en inglés). Los principales puntos de la UW pasan, por aislar a las FARC o a los narcotraficantes de la población civil y ganar sus mentes y corazones. Para lograr este objetivo se llevan acabo distintas labores humanitarias. También en este marco de UW podemos explicar el rol de la IV Flota. La principal embarcación de la flota es el buque hospital USNS Comfort el cual atiende a miles de pobladores de las costas. El trato directo con las personas le permite ganar su confianza y luego su colaboración. Según Robert Kaplan, este tipo de actividades humanitarias “(…) además de ganar y por lo tanto romper el vínculo entre insurgentes y la población en general, es una útil cobertura para una recogida informal de información[29].” En este sentido, existe una clara relación entre el USNS Comfort y la estrategia de UW. En reiteradas oportunidades el almirante Stravridis, afirmo que los narcotraficantes han comenzado a emplear pequeños submarinos para introducir sus cargamentos de cocaína en los EE UU. Intentar rastrear con tecnologías avanzadas, satélites o aviones a un submarino en la costa sería como buscar una aguja en un pajar, en cambio, contar con los rumores o testimonios de lugareños pueden ofrecer una sustancial ventaja. No debe sorprendernos que el almirante planee incorporar a otros dos buques-hospitales[30]. En conclusión, la IV Flota también tiene un rol en la denominada guerra contra las drogas.

El reposicionamiento estratégico.

En noviembre del 2009, los norteamericanos estarán finalizando su estadía en la Base Aérea de Manta, Ecuador. También finalizara una década donde Sudamérica estuvo relegada de las prioridades estratégicas de Washington. Más allá de cómo siga la situación en Irak y Afganistán considero que en la próxima década, la región subirá peldaños en la agenda del Pentágono y del Departamento de Estado debido a la presencia fuertes incentivos estructurales que fomentan una política expansionista de Washington.

El primer incentivo es lo que John Galbraith describía como la frontera turbulenta.[31]. Según el historiador inglés, la expansión del Imperio Británico se debió en gran medida a sus fronteras inestables, amenazantes y problemáticas. La necesidad de pacificarlas producía la expansión de la autoridad de la Corona[32] En Latinoamérica se presentan Estados que, devenidos en rouge states o Estados-Fallidos, podrían configurarse como fronteras turbulentas y justificar una expansión o intervención a los ojos de Washington. Posibles actividades terroristas en Guayana, una potencial transición desordenada en Cuba[33]o una escalada de la tensión entre Colombia y Venezuela son escenarios factibles en los cuales Washington podría intervenir. El instrumento de dicha intervención sería la IV Flota.

El segundo incentivo es la experiencia exitosa para lograr el alineamiento de Centroamérica y el Caribe a las principales políticas de EE UU. Esta región ha aceptado las principales propuestas de Washington desde los acuerdos bilaterales de comercio hasta la participación de tropas en Irak[34]. También han rediseñado sus políticas de seguridad interna para habilitar a las FFAA para efectuar tareas propias de policía y otras agencias de seguridad. Trasladar esta experiencia a Sudamérica, en su totalidad, será un tarea muy difícil. Sin embargo, sería posible concluir acuerdos estratégicos bilaterales con los países insatisfechos económicamente (como Uruguay y Paraguay) o con aquellos que se sientan inseguros (como Colombia y Chile).

El tercer incentivo es la abundancia de recursos naturales estratégicos. La región cuenta con abundancia de recursos naturales en general y energéticos en particular. Si bien en materia de petróleo, Latinoamérica totaliza aproximadamente un 10% de las reservas globales, poco contra el 65% de Medio Oriente, lo cierto es que la región cuenta con varias ventajas para Washington como la cercanía, la ausencia de potencias hostiles que le disputen influencia y la posibilidad de hallar nuevos yacimientos off-shore.

Conclusiones.

Mientras que el SouthCom ya tiene su estrategia convendría preguntarse cual será la planificación y el accionar de los Estados sudamericanos. ¿Podrá Brasil ejercer un liderazgo regional y de esta forma convertir en instituciones efectivas al Unasur y al Consejo Sudamericano de la Defensa? En cuanto al Cono Sur ¿Podrán los socios mayoritarios del MERCOSUR reformular la integración en función de los intereses de los socios minoritarios y de esta forma inhabilitarle un carta a Washington? La resolución favorable de estas incógnitas le restara protagonismo al SouthCom, en cambio, una resolución desfavorable será una invitación tacita a la injerencia en los asuntos de la región. En palabras de Juan Tokatlián “(…) nuestra pasividad individual y falta de integración colectiva podrían terminar legitimando lo que cada vez más tiene contornos de convertirse en una era proconsular[35].”


[1] Donald Fournier y Eileen Westervelt “Energy trends and their implications for the U.S. Army installations” del Construction Engineering Research Laboratory, septiembre 2005.
[2] Michael Klare: “Sangre y petróleo”, Editorial Tendencias, 2006.

[3] Roberto Cunningham “La civilización del petróleo, difícil de reemplazar.”Diario La Nación, 26 de septiembre 2005.
[4] Paul Krugman “Secretos para vivir con el petróleo caro.” Diario Clarín, 1 julio 2008.
[5] Robert Samuelson “El costo de limitar el calentamiento planetario será altísimo e impopular.” Diario Clarín, Los Angeles Time, 11 febrero 2007.
[6] Ídem.
[7] Jan Kalicki y David Goldwyn “Energy & Security: Toward a new foreign strategy” Editorial Woodrow Wilson Center Press, 2005.
[8] Michael Klare “Sangre y petróleo.” Editorial Tendencias, 2006.
[9] Anthony Sampson: “Las sietes hermanas”, Grijalbo, 1977.

[10] Ídem.
[11] Zbigniew Brezezinski “El juego estratégico” Planeta 1986.
[12]Michael Klare “Sangre y petróleo.” Editorial Tendencias, 2006.
[13] Agencias AFP, ANSA y AP “Irak decidió abrir sus yacimientos de crudo a las petroleras extranjeras.”Diario Clarín, 1 Julio 2008.
[14] “Energía y nacionalismo.” Diario La Nación, The Economist, 10 de marzo 2007.
[15] La información sobre la faja del Orinoco fue extraída de Isabel Stanganelli “Las fuentes de energía en el Cono Sur” Editora Andina Sur, Mendoza, 2006, Donald Fournier y Eileen Westervelt “Energy trends and their implications for the U.S. Army installations” del Construction Engineering Research Laboratory, septiembre 2005 y “Se van de Venezuela dos gigantes compañías extranjeras.”The Economist, La Nación, 30 Junio 2007.
[16] La información del cuadro fue extraída de Isabel Stanganelli “Las fuentes de energía en el Cono Sur” Editora Andina Sur, Mendoza, 2006, “Se van de Venezuela dos gigantes compañías extranjeras.”The Economist, La Nación, 30 Junio 2007, Russell Gold “Exxon y Conoco Phillips optan por irse de Venezuela; otras cuatro llegan a un acuerdo.” Wall Street Journal, Diario La Nación 27 junio, 2007 y Agencias AFP, Reuters, AP y ANSA “Chávez y Evo, con control total del petróleo.” Diario La Nación, 2 mayo 2007.
[17] Ansa y Reuters “Descubrió Brasil el mayor pozo petrolífero del mundo en 30 años.” Diario Ámbito Financiero, 15 abril, 2008.
[18] “La defensa vuelve al centro de la escena.” Revista DEF, año 3, numero 27, noviembre 2007.
[19] Fabián Calle “La agenda menos debatida.” Revista DEF, año 3, numero 31, marzo 2008.
[20] Ídem.
[21] Ya en 1994, Helio Jaguaribe, afirmaba que los países débiles como la Argentina y Brasil deben contar con una salvaguardia militar para contrarrestar la creciente tendencia al intervencionismo por parte de las potencias. En ese sentido, Jaguaribe se mostró partidario del desarrollo de un submarino nuclear así como también del despliegue de misiles en el perímetro del MERCOSUR. Extraído de: Escudé y Fontana “Divergencias estratégicas en el Cono Sur: Las políticas de seguridad de la Argentina frente a las de Brasil y Chile”. Working paper N° 20 UTDT, junio, 1995. Estas ideas están hoy en la agenda del ministro de asuntos estratégicos de Brasil, Roberto Mangabeira Unger.
[22] Telma Luzzani “La IV Flota vuelve a patrullar aguas latinoamericanas”Diario Clarín, 30 junio 2008.
[23] La información fue extraída de http://www.southcom.mil/ .
[24] Simón Romero “El Ecuador de Correa no quiere una base de EE UU.”Diario Clarín, The New York Times, 2007.
[25] Jay Solomon y Robert Block “EE UU pone la mira antiterrorista en América Latina.” 4 junio 2007, Diario La Nación, Wall Street Journal, 4 junio 2007. El artículo afirma que 4 musulmanes de Guyana y Trinidad y Tobago planeaban atentar contra el aeropuerto de JFK en New York, aunque se reconoce que lejos estuvieron de poder perpetrarlo. El artículo cita a un comisionado de la ciudad que afirma, a pesar de no tener ninguna competencia, que el Caribe le“preocupa cada vez más”. También se informa que en Guyana el 15% de la población es musulmana y recibe emigrantes provenientes de Afganistán y Pakistán. Luego se cita a agentes antiterroristas, si especificar de que agencia, quienes advierten la posibilidad de que Guyana pueda servir de base para atacar el suministro de energía que sale hacia EE UU.
[26] Agencias DPA, Reuteres y EFE “Rusia, más cerca de Venezuela: envía buques de guerra al Caribe.” Diario La Nación, 9 septiembre 2008.
[27] Agencias AFP, AP, DPA y diario El Tiempo “Llegan a Venezuela bombarderos rusos.” Diario La Nación, 11 septiembre 2008.
[28] Donna Nincic “Sea lane security and US maritime trade: choke points as scarce resources.” En Sam Tangredi “Globalization and maritime power.” Institute for National Strategic Studies, National Defense University www.ndu.edu/inss/Books/Books_2002/Globalization_and_Maritime_Power_Dec_02/01_toc.htm
[29] Robert Kaplan “Tropas imperiales: el imperialismo norteamericano sobre el terreno.” Ediciones B, 2007.
[30] Entrevista al almirante James Stravridis “Ningún país es indispensable.” Revista DEF, año 4, numero 34, junio 2008.
[31] John Galbraith “The turbulent frontier as a factor of British expansion.” Comparative Studies in Society and History, Vol. 2, No 2. 1960.
[32] John Galbraith “The turbulent frontier as a factor of British expansion.” Comparative Studies in Society and History, Vol. 2, No 2. 1960.

[33] Mattew Flynn “United States announces IV Fleet resumes operations amid South American auspicios.” 11 julio 2008, http://americas.irc-online.org
[34] Nicaragua, Honduras, El Salvador y la República Dominicana enviaron tropas a Irak en el 2003.
[35] Juan Tokatlián “La estrategia proconsular.”Diario La Nación, 22 mayo 2007.

domingo, 19 de octubre de 2008

Dani Rodrik, la crisis financiera y los politólogos.

Como cualquier otro fenómeno social, la actual crisis financiera, tiene múltiples causas. En primer lugar las, ahora famosísimas, hipotecas subprime. El otorgamiento de estas hipotecas a clientes con pocas posibilidades reales de pago, fue posible, a su vez, por varios factores. A) La tasa de interés en los EE UU se mantiene desde principios de los noventa en niveles muy bajos. Lo cual se constituye en un estimulo a gastar e invertir por sobre el ahorro. B) Fue posible mantener la tasa de interés baja por la constante entrada de capitales a los EE UU. En los últimos 15 años entraron aproximadamente unos 800 mil millones de dólares[1], algo así como el PBI de Brasil en dinero líquido por año. C) Otro elemento esencial para entender la crisis son las herramientas financieras para diversificar el riesgo. Sintéticamente, estas herramientas, eran “paquetes” de hipotecas subprime. Algunos más riesgosos y con mejor rendimiento y viceversa. Estos paquetes se vendían a otras entidades financieras quienes las combinaban con sus otros activos para mejorar su cartera. Como sus rendimientos eran positivos, los paquetes se fueron diseminando por todas las entidades financieras. D) Para peor debemos recordar que, el sistema financiero en la actualidad se caracteriza por la gran cantidad de actores que lo constituyen. Si hace unos 20 años atrás se concentra en unos cientos de grandes bancos, en la actualidad existe una pluralidad de empresas, como Fondos de Pensión y Retiro, Fondos de Inversión, Fondos Soberanos de Inversión, Fondos de Cobertura, etc. Se calcula que existen 11 000 empresas de este tipo, una suma considerablemente mayor a los 300 bancos que gobernaban las finanzas en los 80[2]. E) Como los mercados de crédito y el sector financiero están dentro del rubro más globalizado que pueda existir, la crisis que estalló en Wall Street se ha propagado rápidamente por todo el globo.

Si bien la raíz de la crisis esta en las hipotecas, Rodrik y Subramanian argumentan que la liberalización financiera y el libre flujo de capitales, han jugado su rol en esta crisis[3] potenciando sus efectos, tal como lo enuncio en el punto E. Ambos economistas hacen una inteligente analogía con la libre portación de armas. Afirman que como las armas no matan sino las personas, la ley, al no poder regular el comportamiento de las personas, debe regular el comercio de las armas. La propuesta es entonces nivelar los flujos internacionales de capitales evitando los auges y crisis de liquidez y, consecuentemente, volviéndolos más nacionales. La propuesta buscaría que los shocks de entrada o salida de capitales sean, sustancialmente, más leves. Pero el problema viene con las políticas que proponen para lograrlo. Advierten que mucha de la actual liquidez proviene de dos fuentes principalmente.

Los países exportadores de crudo, quienes gracias a los altos precios, son una enorme fuente de liquidez. Y también las economías de sudeste-asiático, especialmente China, quienes cuentan con un holgado superávit comercial. La política referida a la liquidez proveniente de los países petroleros, es desarrollar un impuesto al petróleo entre todas las naciones importadoras. Así se reduciría el consumo, reduciendo la demanda y se lograría secar la abundante liquidez de los países exportadores. En cuanto a los países del sudeste-asiático los economistas proponen que estos dejen flotar su moneda, lo que significaría, una apreciación y una reducción de su superávit comercial con su consiguiente efecto sobre la liquidez[4].

Desde el análisis político y geopolítico la propuesta de Rodrik y Subramanian hace aguas y veo muy difícil su implementación, indistintamente, si se hace desde un enfoque multilateral o unilateral.

Tomemos el caso de un impuesto de los países importadores sobre el petróleo. Lo primero que habría que decir es que el crudo llego en el corriente año a la astronómica cifra de los 147 dólares el barril. Un precio mayor al que se diera en los dos anteriores shocks petroleros del 73 y 79. Aún así, el Gobierno de los EE UU no lanzo ninguna política impositiva para desincentivar su formidable demanda de 21 millones de barriles diarios. Y no lo va a hacer ya que todavía no existe un consenso bipartidista para lanzar semejante medida. Un impuesto al combustible enfurecería a los estados de Texas y Alaska como productores y a California como consumidor. De no contar con un consenso bipartidista ¿qué partido se atrevería a enemistarse el voto de dos de los tres estados más populosos?
En un plano internacional, un impuesto al crudo, sería todavía más difícil. Los europeos ya graban, sustancialmente, al crudo. De hecho, cuando el precio del crudo batía records los europeos analizaban…bajarle impuestos!
Finalmente, hablando, en términos de geopolítica muy posiblemente se producirían problemas de free raider. Supongamos que los EE UU imponen pesados tributos sobre el crudo con el objetivo de reducir su demanda. En ese caso el precio internacional del crudo se caería ya que ellos son los principales consumidores. En ese escenario, China e India perderán todo incentivo en impulsar políticas de uso eficiente. Por el contrario, unos bajos precios promoverán su demanda. ¿Por qué no hacerlo? ¿Acaso los EE UU y la UE no disfrutaron de bajos precios de la energía en sus tempranas etapas de industrialización?
¿Qué incentivos tendrían en racionalizar su consumo?

La segunda propuesta pasa por lograr que los países del sudeste-asiático aprecien su moneda. Pero… ¿Por qué van a hacerlo, si como el mismo Rodrik en varios artículos reconoce, que una moneda subvaluada es parte de una estrategia de desarrollo industrial?
¿Por qué arriesgar una exitosa estrategia a costa de la economía americana?
Tampoco existen instituciones que puedan forzarlo. La OMC no tiene competencias en política monetaria y el FMI ya no tiene forma de coaccionarlos, ya que, justamente, estos países cuentan con grandes reservas de divisas.

No me siento en calidad de poder ofrecer una solución o salida a la crisis. Pero si considero que la misma debe ser covalente con lo que ya sabemos desde hace mucho tiempo en la ciencia política y las relaciones internacionales: los Estados son actores racionales que buscan maximizar su poder, definido este en términos de interés nacional. Esto significa que ninguna solución sustentable va a venir apelando a que los Estados sacrifiquen su interés nacional. Por lo tanto, veo muy difícil que las principales naciones importadoras de crudo coordinen un impuesto sobre el crudo. Además de las razones esgrimidas arriba, me gustaría agregar que la Seguridad Energética es también un asunto de Seguridad Nacional dado que el petróleo es un insumo clave de la maquinaria militar moderna. Lo cual hace, aún más difícil, coordinar políticas entre Estados que sospechan mucho entre si.
En cuanto a los países de sudeste asiático cabe la posibilidad de que acepten una apreciación de su moneda, siempre y cuando, China lo haga primero. Porque de ninguna manera aceptarían perder competitividad y cedérselas, gratuitamente, al gigante asiático.
Aún si China aceptase apreciar su moneda, volvemos al problema del free raider, muchos países se verán tentados de recurrir a devaluaciones competitivas o depreciar lentamente su moneda. ¿Qué incentivos tendrían en cooperar? ¿Quién pagaría los “sobornos” necesarios para que los países no busquen políticas de free raider?

Cualquier salida de la crisis deberá tener en cuenta esta vieja máxima de la política, vigente desde los tiempos de Tucídides, mucho antes de las hipotecas subprime.



[1] Jorge Castro, “No viviremos una depresión global.” Diario Clarín, 12 de octubre de 2008.
[2] Ídem.
[3] Dani Rodrik y Arvind Subramanian, “We must curb internacional flows of capital.” Financial Times, 25 de Febrero 2008.
[4]Ídem.

viernes, 3 de octubre de 2008

Biocombustibles: Complemento pero no sustituo del petróleo.


Muchos economistas y analistas del sector energético consideran que, más allá de cuando se produzca el peak oil, el aumento del precio del crudo incrementa las posibilidades de hacer comercialmente viable energías alternativas - en lo que se podría entender- como una relación directamente proporcional. Es decir, mientras que más caro se vuelve el crudo más posibilidades hay de hallar sustitutos. En definitiva se trata de un simple razonamiento de rational choice, donde el alto precio del crudo es tanto problema como solución. Esta línea de pensamiento, relativiza el peak oil y pone especial atención en un amplio abanico de energías alternativas, tanto renovables como no renovables, que van desde la nuclear hasta la solar, eólica, biomasa, biocombustibles, geotérmica e hidroelectricidad. Sin interiorizar en cada una de estas fuentes, simplemente comentare que no todas pueden remplazar a los combustibles líquidos derivados del petróleo y, de esta forma, servir de insumo en la industria global del transporte. La mayoría de estas energías alternativas producen electricidad o gases pero no combustibles líquidos. Sin embargo, existen varios proyectos para transformar algunas energías alternativas en combustibles líquidos. Entre ellos los denominados biocombustibles de 2° generación basados en desperdicios forestales y agrícolas pero son los biocombustibles de 1° generación los que llevan holgadamente la delantera y es por eso que concentrare mi análisis en estos.

Los biocombustibles de 1° generación pueden básicamente dividirse en dos grupos. Aquellos basados en etanol, para motores de combustión interna y los biodiesel, para motores diesel, como por ejemplo los tractores. Los primeros son extraídos de la caña de azúcar, remolacha, sorgo, maíz, trigo, cebada y madera. El biodiesel se nutre de aceites vegetales de plantas oleaginosas como la soja, girasol, colza y grasa animal. Tanto el etanol y el biodiesel, pueden ser usados al 100% o en combinación con algún combustible fósil. Si bien son renovables, su rendimiento energético es inferior al del petróleo[1].
Aunque, como lo mencionaba más arriba, la expansión de los biocombustibles ha avanzado velozmente y cuenta con fuerte respaldo político, los mismos aún presentan serios interrogantes.

El principal interrogante pasa por saber con exactitud cual es su verdadero NEV (por sus siglas en inglés, net energy value). Es decir, el radio de energía producida comparada con la energía consumida durante el proceso de producción. Un informe del Departamento de Agricultura de los EE UU afirma que la modernización de la agricultura de los últimos 30 años hace posible arrojar un saldo positivo del 34% por sobre la energía invertida. El informe no desconoce que para transformar el maíz en combustible deben consumirse hidrocarburos pero advierte que solo el 17% de la energía consumida proviene del petróleo. Concluyendo que por cada 1 Btu de petróleo se generan 6,34 Btu de ganancia[2].
Pero estos informes son muy cuestionados. El primer interrogante cuestiona si sus prácticas son viables fuera del laboratorio. Los críticos se preguntan como resultaría la ecuación si el productor rural no es tan eficiente como debería ser y altera alguno de los componentes. Que sucedería si no aplicase el fertilizante correcto, entre otras variables que por razón de costos o costumbres, el agricultor no efectúa. En una línea más dura, Roberto Cunnighan, director general del Instituto Argentino del Petróleo y Gas afirma que si los aproximadamente 35 millones de metros cúbicos de etanol que se producen a nivel mundial se convirtieran en naftas, el nivel de sustitución sería del 3%. También afirma que si la totalidad del maíz que se produce en los EE UU se dedicara a fabricar etanol, el nivel de sustitución global sería inferior al 10%[3]. Cifra aún insuficiente para cubrir la demanda de los mismos estadounidenses, quienes consumen el 27% de la producción global de crudo.
También surgen interrogantes con respecto a que mecanismos de control se pueden aplicar a escala global. Que certezas hay de que los agricultores del Tercer Mundo cumplan con las normas al pie de la letra.
Por último, se ha acumulado evidencia que afirma niega que los biocombustibles generen una ganancia medioambiental. Expandir los cultivos de maíz puede mermar los recursos hídricos, contaminar el suelo con fertilizantes y químicos y reducir, aún más, los bosques naturales al expandir la frontera agrícola. En Indonesia se incendian, intencionadamente, hectáreas de bosques para poder cultivar palma[4].

En conclusión, no todas las energías alternativas pueden reemplazar al petróleo y solo los biocombustibles podrían reemplazarlos como combustibles líquidos para el sector del transporte. Aún así los biocombustibles cuentan con las siguientes debilidades…

Dada la variedad tanto de biocombustibles como de métodos para producirlos no queda claro cual es su verdadero rendimiento energético. Todavía persisten dudas sobre si efectivamente presentan un balance positivo. De todos modos, aún asumiendo que su balance sea positivo, contamos con la certeza de que su EROEI (energy recovery on energy investment) es inferior al del crudo. El mayor rendimiento energético, del oro negro, se basa en su menor costo de elaboración y en sus propiedades químicas que no se repiten en los biocombustibles[5].
Aún dentro del transporte, tanto el etanol como el biodiesel, solo han avanzado sustancialmente, en el sector automotriz siendo escasos o nulos los avances en la industria aeronáutica o naval.
Presentan una marcada dependencia de los distintos programas de incentivos fiscales que ofrecen los respectivos gobiernos. Tanto Brasil, EE UU como China (los mayores productores de biocombustibles) cuentan con distintas políticas activas de estimulo y desarrollo. Sin embargo, esta batería de políticas hace sospechar a muchos analistas. Estos consideran que los estímulos a los biocombustibles, no tienen como verdadera finalidad reducir la dependencia con el crudo sino ser una ayuda encubierta para los agricultores de los países desarrollados. La evidencia la podemos encontrar en el hecho de que los países desarrollados imponen una serie de políticas proteccionistas como impuestos y barreras arancelarias a la importación de etanol. ¿Qué sentido tienen tales políticas si el objetivo es reducir el consumo de crudo?

Estas debilidades podrían indicar que los biocombustibles no son una alternativa al petróleo sino un complemento. Justifico mi afirmación advirtiendo que los biocombustibles son la energía alternativa que mejor se integra a la infraestructura física y a la industria de la era del petróleo. Como en muchos otros casos, la ventaja competitiva de los biocombustibles no pasa tanto por el producto en si mismo sino por su adaptabilidad a la estructuras industriales existentes. Reconvertir gran parte de la industria de la era del petróleo a nuevas fuentes de energía sería perniciosamente costoso. La reconversión a biocombustibles, definitivamente, no sería tan costosa. Por ejemplo, tanto el etanol como el biodiesel pueden distribuirse y comercializarse por los mismos canales con los que en la actualidad se distribuyen las naftas carboníferas[6].
La industria automotriz, también tiene marcadas preferencias por los biocombustibles. Frente a la gran variedad de energías alternativas existentes, se ha volcado masivamente por los biocombustibles, muy por encima de otras opciones como los modelos eléctricos[7]. Un ejemplo de esta sinergia es el acuerdo entre la petrolera Conoco Phillips y la alimenticia Tyson Foods. “Tyson enviará grasa de res, puerco y pollo de una planta procesadora de alimentos en Texas, a una refinería cercana de Conoco, donde la petrolera la convertirá en diesel” (…) “…el diésel de grasa animal que ofrecerán Conoco y Tyson será producido en las refinerías existentes, empleando buena parte del proceso químico utilizado para transformar crudo en combustible para motores. Saldrá de la refinería como parte de la mezcla normal. Se distribuirá por las tuberías existentes y se venderá como diésel normal[8].” En este caso, no solo se utilizan los canales de distribución y comercialización sino también se avanza en el refino y el uso de oleoductos.

En conclusión, asumiendo que se da una estrategia de complementación y no una de reemplazo, entonces, podemos ver que el debate sobre sus propiedades medioambientales o su rendimiento energético, queda en un segundo plano. Lo fundamental de los biocombustibles es su capacidad de complementación con las industrias e infraestructura existentes. Por lo tanto, los biocombustibles revisten una importancia táctica en función del petróleo que determina la estrategia.




[1]Donald Fournier y Eileen Westervelt “Energy trends and their implications for the U.S. Army installations” del Construction Engineering Research Laboratory, septiembre 2005.
[2] Ídem.
[3] Roberto Cunningham “La civilización del petróleo, difícil de reemplazar.”Diario La Nación, 26 de septiembre 2005.
[4] Patrick Barta y Jane Spencer “El lado oscuro del auge global de las energías alternativas: la degradación medioambiental.” Diario La Nación, Wall Street Journal, 5 de diciembre 2006. “En Europa dudan sobre las ventajas de los biocombustibles.”Diario La Nación, The Economist, 24 de febrero 2007.
[5] Fernando Bullón Miró “El mundo ante el Cenit Petrolero” de la Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos, basada en ASPO España
[6] “Los biocombustibles tienen la ventaja de poder incorporarse fácilmente a la infraestructura de transporte, distribución, despacho y uso del mercado de naftas y gasoil.” Roberto Cunningham “La civilización del petróleo, difícil de reemplazar.”Diario La Nación, 26 de septiembre 2005
[7] Tanto los modelos eléctrico como aquellos impulsados por hidrogeno cuentan con la enorme desventaja de no contar con una infraestructura de distribución. Finlo Rohrer “La muerte del auto eléctrico.” 7 agosto 2006 news.bbc.co.uk/hi/spanish/business/newsid_5254000/5254290.stm y Agencia EFE “Ventas de automóviles con combustibles alternativos aumentaron en el 2007” www.autocity.com/actualidad/index_noticias.html?cod=85377
[8] Jeffery Ball “La nueva forma de saciar la sed por combustibles alternativos.” Diario La Nación, Wall Street Journal, 2007.